El 10 de octubre de 2011 celebramos el Día Nacional de la República de China, así como el Centenario del evento que supuso la fundación de nuestra nación. Hace cien años, en el Levantamiento de Wuchang ocurrido en 1911, nuestros antepasados emprendieron una revolución para derrocar a la dinastía Qing y establecer la primera república de Asia. Cien años más tarde, la República de China no solo se ha convertido en un faro de democracia para Asia y el mundo, sino que además ha edificado la paz y la estabilidad en la región mediante acciones como la firma del Acuerdo Marco de Cooperación Económica con China continental. Mientras, nuestra política de diplomacia viable ha conseguido también para nuestros ciudadanos la entrada libre de visado o privilegios de visado de aterrizaje en 123 países y territorios en todo el mundo. En realidad, desde que el presidente Ma Ying-jeou asumiera su cargo en 2008, los esfuerzos y los logros en democracia, relaciones a través del Estrecho de Taiwán y asuntos internacionales han puesto otra vez a la República de China en el centro de la atención mundial.
Los últimos cien años del desarrollo de la nación han estado marcados por risas y llantos, por éxitos y por frustraciones. Aunque la República de China triunfó en la Guerra de Resistencia contra Japón, los dos lados del Estrecho de Taiwán acabaron en 1949 estando gobernados de manera separada. Y aunque la República de China tuvo éxito en derogar los tratados desiguales impuestos por las potencias mundiales, fue obligada a retirarse de las Naciones Unidas en 1971.
Enfrentándose a enormes desafíos, durante los últimos tres años la administración del presidente Ma ha promulgado reformas para fortalecer a la República de China y guiar a la nación durante la crisis económica global, permitiendo que el pueblo de Taiwán diera un paso hacia adelante con esperanza y con confianza nuevas. Utilizando políticas que han conducido a la nación en la dirección correcta, la administración Ma ha logrado cuatro notables primicias en la historia de la República de China.
En primer lugar, y en lo que respecta a la economía, se espera que el PIB per cápita de Taiwán supere este año los 20.000 dólares estadounidenses, dejando a la nación a la altura de los países avanzados y entre las economías más dinámicas de Asia. Nuestros esfuerzos por mantener políticas abiertas y liberales y por participar en la integración económica regional nos han ayudado también a alcanzar nuestro objetivo de “fortalecimiento de Taiwán, vinculación con la región de Asia Pacífico y despliegue global”.
En segundo lugar, en nuestras relaciones con China continental, hemos mantenido de manera efectiva la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán. En base a las negociaciones sobre el “consenso del 92” y manteniendo la política de “no unificación, no independencia y no utilización de la fuerza militar”, nos hemos ganado el amplio apoyo dentro del país y el respaldo de la comunidad internacional. Como resultado, Taipei y Pekín han retomado las negociaciones institucionalizadas después de una laguna de diez años, alcanzado un total de 15 acuerdos en comercio y otras áreas que están transformando los intercambios bilaterales en colaboraciones sustantivas beneficiosas para ambos lados. Gracias a que Taiwán y el continente están dando pasos hacia la paz y la estabilidad, los lazos a través del Estrecho se encuentran en su momento más estable de los últimos 60 años.
Tercero, en competitividad nacional hemos terminado con la política de puertas cerradas del pasado y hemos hecho significativas mejoras en inversión medioambiental, así como para la eficacia gubernamental. Ello se refleja en el Anuario sobre Competitividad Mundial 2011 del Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial, en el que Taiwán sube hasta el sexto lugar general, su mejor resultado en la historia de la República de China.
Finalmente, en relaciones exteriores, nuestras amistades con socios diplomáticos están creciendo fuertemente mientras mejoran los lazos a través del Estrecho. Hemos recuperado la confianza y retomado los intercambios al más alto nivel con naciones importantes, como es el caso de los Estados Unidos; siete países ofrecen ahora programas de vacaciones de trabajo para jóvenes de Taiwán; se espera que los ciudadanos de Taiwán reciban consideración prioritaria para la entrada libre de visado en los Estados Unidos el año próximo; y hay países que están prestando un apoyo sin precedentes a la participación de la República de China en asuntos internacionales. Además, los lazos de Taiwán con el mercado global son más fuertes que nunca. Recientemente hemos firmado, por ejemplo, un acuerdo para la protección de inversiones con Japón, y actualmente estamos negociando un acuerdo de asociación económica con Singapur así como un acuerdo marco sobre inversiones con los Estados Unidos. Estos progresos positivos muestran que nuestra estrategia de creación de paz en el Estrecho de Taiwán y de expandir nuestras empresas en todo el mundo está funcionando y continuará dando sus frutos.
En estos tres cortos años en los que esta administración ha estado en el poder, hemos alcanzado cuatro primicias históricas, Taiwán se ha transformado y nuestros ciudadanos y nuestros amigos se sienten seguros. Pero nosotros no estamos satisfechos con estos logros. Cuando la República de China se acerca al inicio de su segundo siglo, estamos impulsando nuestra visión por una “década dorada”, creando un “valor añadido de felicidad” para nuestro pueblo y obteniendo un mejor papel internacional para el país. Aspiramos a entrar en una década marcada por la paz, el desarrollo y la prosperidad mediante la utilización de políticas pragmáticas, liberales y que miren hacia el futuro. Siguiendo este camino, podemos establecer las bases para un resplandeciente segundo siglo de la República de China.