No lo tiene fácil Chiang Chi-chen, el nuevo líder del Kuomintang (KMT), para establecer esa identidad o marca nueva de su formación política.
Todo parece indicar que su reforma se orienta hacia una actualización de los valores y políticas del KMT, así como hacia un lavado de cara para crear una imagen más acorde con los nuevos tiempos y las “preferencias mayoritarias” de los taiwaneses. En esa línea, cabría situar la propuesta de reforma de la Constitución para reducir la edad legal para votar a los 18 años y a los 20 para formar parte de una lista electoral. Hasta ahora, el KMT se oponía a este cambio. La recuperación de cierta conexión con el electorado más joven se plantea por muchos como la clave de bóveda de su éxito o fracaso.
Pero la cuestión generacional por sí sola no abarca el elenco de tesituras al que se enfrenta Chiang Chi-chen. El debate sobre si persistir o no en los postulados originales puede agrietarle el partido aun más pese a los llamamientos a la unidad y la disciplina. La hipótesis de una refundación sobre la base de alejarse del PCCh para recuperar el ideario de la “China libre” suena a regreso a la edad de piedra, pero no faltan incluso jóvenes en sus filas que la defienden como alternativa de futuro. Naturalmente esto somete a otros segmentos del partido, más proclive a la taiwanización de la formación, a tendencias contradictorias difícilmente gestionables bajo el mismo paraguas organizativo.
En posiciones relevantes persisten también figuras de la vieja guardia como el teniente general retirado Wu Sz-huai, que no abdica en absoluto de sus convicciones nacionalistas de “azul intenso”. Con su actitud de defensa de las medidas de presión de China continental hacia el actual gobierno del PDP, se entorpece, según el entorno de Chiang, cualquier posibilidad de reforma de la imagen del partido. A propósito de los vuelos de aviones de combate chinos más allá de la línea media del Estrecho de Taiwán, Wu dijo que no eran “provocativos”, lo que sonó a auténtico anatema en las filas independentistas.
En estos años, el PDP ha tomado importantes iniciativas que han llevado al KMT a un momento difícil si no crítico: su aparato partidario, antes envidia de todos, está tocado y su capacidad para influir en el discurso público ha menguado ostensiblemente. Las tensiones internas serán exacerbadas desde el PDP magnificando las contradicciones entre las diferentes sensibilidades.
Con la excusa del envejecimiento de las estructuras del partido, Chiang quiere introducir cambios en la organización que le provean de más poder para asegurar el reclutamiento de leales en las posiciones de mayor proyección del partido. Y también es previsible que aquí encuentre resistencias.
Y alguna que otra crisis podría estallarle pronto si se confirma el proceso de petición de dimisión de Han Kuo-yu, alcalde de Kaoshiung y ex candidato presidencial. Un voto de destitución supondría un revés para el partido aunque no está del todo claro si podría beneficiar su discurso a favor de una urgente renovación de la que Han se vería apeado.
Que el futuro está revuelto lo evidencia el hecho de que el PCCh no felicitó a Chiang por su elección al frente del KMT, un gesto habitual, protocolario pero simbólico, en casos anteriores. Esta ausencia evidencia también que las relaciones entre ambas formaciones vive hora bajas y que la “tercera cooperación” iniciada en 2005 podría estar al borde de la quiebra. En Beijing no se pasaron por alto unas declaraciones suyas en las que sugería que el Consenso de 1992 “estaba un poco desactualizado”. La portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, Zhu Fenglian, se limitó a significar que espera “esfuerzos” de su parte para mantener la paz y la estabilidad. A priori, ese distanciamiento, a Chiang podría no perjudicarle ante el electorado taiwanés. Todo lo contrario.
Chiang dijo también que Taiwán debía tener “relaciones cercanas” con los EEUU, “pacíficas” con China y “amistosas” con Japón. Parte de su estrategia consiste en mejorar con urgencia los vínculos con Washington, lo cual solo puede hacerse a cambio de una inversión de la orientación estratégica del partido, alejándolo de la órbita de Beijing.
Es decir, el PCCh, con su silencio, deja claro lo que es ya un secreto a voces: que no se fía ni de Chiang ni del KMT para implementar su política hacia Taiwán, por lo que ampliará su enfoque de interactuar directamente con la sociedad y los actores taiwaneses. Téngase en cuenta que desde 2017 no se celebra ningún foro PCCh-KMT.
Los hipotéticos platos rotos del KMT podrían ser recogidos por el Partido Popular de Taiwán (PPT) de Ko Wen-je que si logra conectar mejor con las nuevas generaciones, también las que más interesan al PCCh y donde el KMT tiene pocos apoyos.