El primer Doble Diez presidencial de Lai Ching-te Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Lai Ching-te, quien asumió la presidencia de la República de China (Taiwán) el  20 de mayo a resultas de los comicios del pasado 13 de enero, afronta ahora su primer Doble Diez, la celebración que festeja la fundación de la República de Sun Yat-sen, en el cargo.

El momento político en la isla tiene dos principales frentes de inestabilidad. De una parte, en lo interno, la mayoría legislativa opositora sigue bloqueando las iniciativas gubernamentales. El ejemplo más claro es la parálisis de la revisión del presupuesto promovido por el gabinete. A corto plazo, no se atisban correcciones sustanciales en esta dinámica. Por otra, las relaciones a través del Estrecho presentan signos de creciente deterioro que siguen preocupando.

En los últimos meses, Lai Ching-te ha expresado con mayor énfasis y contundencia que su predecesora Tsai Ing-wen el carácter de la isla: “no hay subordinación entre los dos lados del Estrecho, la resolución 2758 no afecta a Taiwán, somos un país soberano, China no puede ser la patria de los taiwaneses”…

Lai identifica una clara oportunidad estratégica en la actual coyuntura internacional para blindar la propia existencia soberana de Taiwán. El acercamiento de posiciones entre las democracias liberales a propósito de la importancia del Estrecho le confiere un paraguas político de un valor nada desdeñable; sin embargo, que ello se traduzca en garantías de seguridad es harto improbable por más que EEUU siga vendiendo armas a la isla -incluidas las obsoletas y deterioradas-. Cierto que todas estas capitales valoran hoy más que ayer la importancia económica y tecnológica de Taiwán y este puede beneficiarse del empeño por reducir la dependencia de China por parte de estos países; no obstante, está por ver que ello derive en un alineamiento mayor. Todos intentarán sacar tajada de las necesidades de seguridad que sugiere el soberanismo taiwanés.

Lai también estima que cualquiera que sea el resultado de las elecciones en EEUU del próximo noviembre, aun en el supuesto de que gane Trump -que reclamó a Taiwán que su presupuesto de defensa ascendiera al 10%- , no hay marcha atrás en la profundización de los vínculos con Washington. Lai apuesta por sellar la cooperación en defensa, incluso tragando bilis con los retrasos acumulativos en las entregas o escándalos como el más reciente del contratista de defensa RTX Corp en un caso de sobreprecios que dará que hablar.

Es dificil que esta evolución, considerada por algunos como una radicalización de las posturas de Taipéi, permita a Lai y el PDP fraguar consensos con una oposición que califica sus palabras como expresión de una nueva teoría de los dos Estados que condicionará la agenda de estabilidad de la isla.

Aun dando por cierto que la opinión pública dominante en Taiwán se inclina a favor del statu quo, esta circunstancia debe ser tamizada a la vista de lo que representa la oposición, mayoritaria, que matiza y mucho el tono soberanista de los mensajes políticos de Lai. Cómo se decantará: ¿se acercará o se distanciará de Lai? ¿Más crítica o más elogiosa?

Lo cierto es que, conceptualmente, para KMT y PPT, China continental no es un país extranjero, los continentales tampoco son extranjeros ni los taiwaneses han dejado de ser chinos. Esa es, además, la realidad jurídica que proyecta la Constitución vigente en la isla. La paradoja es que cualquier expresión de “constitucionalidad” es hoy considerada una disensión que se remite a la consideración de “especticismo colaborativo” con Beijing y el PCCh, favorecedora de sus planes. De agravarse, este maniqueísmo recurrente puede complicar más el diálogo interno, cuyo afianzamiento debiera ser una prioridad para Lai.

Reacción en Beijing

La reacción continental se puede imaginar. En su discurso por el 75 aniversario de la fundación de la RPCh, Xi Jinping dio esta vez más importancia al énfasis en Taiwán. Este año le dedicó un párrafo entero (casi el 10 por ciento del discurso) al tema. No incluyó ninguna referencia a la “paz” en las relaciones entre ambos lados del estrecho y  optó en cambio por una línea más dura que resaltaba los lazos biológicos que unen inexorablemente a Taiwán con la República Popular China. Afirmó que “los pueblos de ambos lados del estrecho de Taiwán están conectados por la sangre” y presentó la reunificación como inevitable, admitiendo que “nadie puede detener la rueda de la historia”.

La reiteración a uno y otro lado de mensajes políticos cada vez más contundentes, se acompaña de mayor exhibición militar por parte del EPL que presagia un incremento progresivo del control de facto de la isla y su perímetro. Y cuanto más insista Lai en su narrativa, acompañada de crecientes esfuerzos en materia de defensa, es previsible que más anudará Xi su política hacia la isla.

Con Ucrania y Oriente Medio en la recámara, esta evolución apunta a nuevos desarrollos críticos que la comunidad internacional debiera afrontar de forma preventiva apelando a la moderación para evitar palabras -y quizá no solo- mayores. Se necesitan enfoques menos radicales que propicien vías de apaciguamiento en lugar de seguir sumando ingredientes para un conflicto abierto.