El PDP ha constatado una vez más la imposibilidad de la cuadratura del círculo. En el congreso clausurado el pasado 20 de julio decidió trasladar al Comité Ejecutivo Central las propuestas relacionadas con la política hacia China continental, incluyendo la de “congelar” la cláusula a favor de la independencia de Taiwan. Su presidenta, Tsai Ing-wen, explicó que la decisión no implicaba la inexistencia de consenso en el partido acerca de este tema, pero las evidencias indican lo contrario. En resumen, mientras para unos la persistencia de esta cláusula impide al PDP administrar las relaciones a través del Estrecho, para otros, incluida la propia Tsai, no.
El PDP ha constatado una vez más la imposibilidad de la cuadratura del círculo. En el congreso clausurado el pasado 20 de julio decidió trasladar al Comité Ejecutivo Central las propuestas relacionadas con la política hacia China continental, incluyendo la de “congelar” la cláusula a favor de la independencia de Taiwan. Su presidenta, Tsai Ing-wen, explicó que la decisión no implicaba la inexistencia de consenso en el partido acerca de este tema, pero las evidencias indican lo contrario. En resumen, mientras para unos la persistencia de esta cláusula impide al PDP administrar las relaciones a través del Estrecho, para otros, incluida la propia Tsai, no. El PDP no descarta convocar un congreso nacional extraordinario para discutir el asunto, “tan controvertido e importante a la vez”, como reconoció la presidenta de la formación. Mantener, congelar o suprimir, son las opciones a tener en cuenta.
La cláusula tiene su origen en una resolución votada en 1991, en el V Congreso del partido, apelando al establecimiento de una República de Taiwan independiente y soberana. Desde entonces se han aprobado otras cuatro resoluciones similares. Destaca por su relevancia la adoptada en 1999, la cual considera a Taiwan como un Estado independiente y soberano señalando el referéndum como único mecanismo admisible para alterar el statu quo. Dicha resolución abrió el camino a la victoria de Chen Shui-bian en las elecciones presidenciales de 2000. Tanto dicha resolución como la adoptada en 2007 sobre la “Normalización nacional” –que aboga por el cambio de nombre de la República de China a Taiwan- constituyen los dos referentes esenciales de la declaración de principios del PDP.
Mientras la decisión de congelar la cláusula a favor de la independencia podría minimizar la interferencia del continental en las próximas contiendas electorales (locales y legislativas), lo cual facilitaría un hipotético triunfo del PDP, voces internas destacan el contrasentido de dicha decisión en un momento en que el apoyo a la independencia crece, sobre todo entre los jóvenes, según revelan las encuestas de opinión. Por otra parte, no hay garantías de que Beijing se conforme con dicha congelación cuando lo que exige realmente es la aceptación del principio de “Una sola China”.
Tsai afronta, pues, una cuestión decisiva y para la que no existe una fórmula mágica. Por una parte, debe calmar a los suyos; por otra, promover la cooperación con el KMT en materia de relaciones con el continente; por último, tranquilizar a Beijing. Es consciente de que solo un hábil manejo de esta cuestión evitando que se transforme en una trampa contra sí misma puede facilitar su victoria en 2016.
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