La larga campaña electoral que nos aguarda en Taiwan hasta enero próximo nos ofrece ya las primeras evidencias de una singular mutación en el discurso de las principales candidatas: Hung Hsiu-chu (KMT) y Tsai Ing-wen (PDP).
En efecto, en las últimas contiendas, el KMT se ha valido de la ambigüedad para asegurar sus posiciones político-electorales en torno a la defensa de los tres noes (no unificación, no independencia, no uso de la fuerza), es decir, la preservación del statu quo (Taiwan como Estado de hecho pero no de derecho) aderezado con el Consenso de 1992 (una China, dos interpretaciones). Esa ambigüedad calculada que permitió en los últimos años la plasmación de numerosos acuerdos con el otro lado del Estrecho, la intensificación del comercio, las inversiones y los contactos y hasta la diplomacia flexible, está volando por los aires con la escenificación de claras posiciones a favor de la unificación con China continental por parte de Hung.
Tanto es así que algunas voces en su propio partido sugieren estrategias diferenciadas para legislativas y presidenciales ante el temor de que un desastre en las segundas arrastre otro en las primeras. Así se puso de manifiesto en la visita cursada a los condados de Changhua y Yunlin, donde fue recibida fríamente por sus propios correligionarios. En Tainan, en un encuentro con agricultores, Hung abogó por aprovechar al máximo el mercado de China continental. Palabras lógicas si prescindimos del contexto pero que en función de él adquieren un significado añadido que alimenta las reservas de aquellos sectores de la sociedad taiwanesa que temen la aceleración del proceso de reunificación con una victoria de Hung. El KMT le instó abiertamente a adherirse a la plataforma del partido abandonando su propuesta de “Una China, una misma interpretación”.
Por su parte, el PDP de Tsai siempre se caracterizó por un discurso de corte soberanista que ahora intenta moderar en aras de evitar la multiplicación de tensiones con Beijing mostrándose como una candidata responsable y consciente del limitado margen de maniobra de que dispone. Sabido es que el credo independentista del PDP es objeto de duras críticas por parte del continente; en cambio, la moderación, aun si fuera de conveniencia, es bien recibida. El “beneplácito” recibido por Tsai en EEUU tras su gira de junio, al tiempo que pone en seria cuestión el discurso de neutralidad de Washington, refleja esa evolución en las respectivas posiciones de ambas lideresas. EEUU pudiera recelar de la candidata del KMT y, por el contrario, ver en Tsai a una candidata aceptable para preservar la estabilidad en el Estrecho, es decir, con Taipei haciendo negocios con China pero manteniendo la alianza de seguridad con EEUU, de crecida importancia en medio de las aguas turbulentas del Mar de China meridional.
Si esta evolución provoca grietas en la unidad del KMT, otro tanto podría ocurrir en las filas del PDP. En el congreso que sirvió de ceremonia de nominación de Hung, los pesos pesados del partido nacionalista hicieron lo posible por evitar la sangría, pero no será fácil. Entre los verdes, los independentistas más radicales de un lado y quienes reclaman un acomodo con Beijing previa renuncia a la independencia, amenazan con hacer zozobrar la nueva ambigüedad de Tsai.
Está por ver el efecto de terceros en esta fluida ecuación. Las abruptas y provocadoras declaraciones del ex presidente Lee Teng-hui, otrora líder del KMT y ahora reconocido independentista, señalando que las islas Diaoyu son japonesas generaron una enorme polémica. Hung exigió de Tsai un posicionamiento que esta no eludió. Como también el PDP exigió de Hung una clarificación respecto a la ideología sinocentrista que supuestamente inspira la reforma que enfrenta a la comunidad educativa con el gobierno del KMT. Las declaraciones de una y otra acentúan estas tendencias.
Otro tanto podríamos decir del alcalde de Taipei, Ko Wen-je, quien recibió recientemente a la vicealcaldesa de Shanghai, Weng Tiehui, sin que lograran un acuerdo para asegurar la continuidad del foro entre las dos ciudades. Frente a la exigencia continental de aceptación del Consenso de 1992 por el nuevo alcalde, este opone su “Consenso 2015”, con el que pretende pasar página y desvincularse de las bases que han asegurado el entendimiento PCCh-KMT desde 2005, la “tercera cooperación” entre ambos partidos. Ko, independiente pero próximo al PDP, pretende abrir una etapa nueva también en este tema centrada en la cooperación, la comprensión y el respeto mutuo. En suma, más ambigüedad.
Por el momento, los sondeos favorecen a Tsai con claridad. En eso no hay ambigüedad.