La exhibición de musculatura diplomática por parte de China provoca inquietud en algunos medios taiwaneses. La preocupación alcanza, en especial, a la región centroamericana donde conserva aun importantes aliados (hasta doce de un total de 23 pertenecen a esta área geopolítica). La multiplicación de los vínculos económicos de los países de la región con China continental sugiere consecuencias adversas en lo político que solo una entente entre las dos capitales, Beijing y Taipéi, parece poder evitar.
A finales de mayo, el taiwanés United Daily News se hacía eco de las intenciones de Honduras de cambiar de aliado. Otro tanto podría especularse a propósito de Paraguay, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana o El Salvador… La razón inmediata sería lograr un mayor acercamiento a China continental. El canciller de Guatemala visitó China en mayo, formalmente invitado por la UNESCO….
El dique que parece impedir que este peculiar castillo de naipes se derrumbe es la tregua diplomática que puso fin a la vieja diplomacia de chequera generosamente practicada por una y otra parte. Tras Costa Rica, esto se acabó y difícilmente volverá. Lo cual no quiere decir que no se arbitren movimientos de calado en ciertas direcciones: tardío envío de embajadores a Taipéi por parte de los países aliados, el aumento de probabilidades de sustitución por altos representantes, apertura de oficinas económicas y comerciales en China continental o Hong Kong (caso de Haití, Panamá, Belice o República Dominicana), etc.
Esa misma tregua diplomática ha permitido un cierto desahogo a Taiwán en los organismos internacionales. A la participación en la OMS se podría sumar pronto su admisión en la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Recientemente, ha abierto una oficina permanente en la OMC, la primera de estas características en Europa.
Las motivaciones económicas, especialmente en orden a facilitar su participación en los procesos de integración con vistas a evitar su marginación, justifican igualmente otros impulsos. Así, cabe mencionar los procesos de negociación con países como Singapur o Nueva Zelanda para firmar TLCs en el marco de las reglas de la OMC o los llamamientos a participar en el TPP que lidera EEUU.
Esos pequeños pero significativos avances indican la dualidad, fragilidad y fluidez de la política exterior de Taipéi. Los intereses de terceros países, a salvo de contiendas particulares como la que llevó a Japón a firmar un acuerdo de pesca con Taiwán, buscan el cobijo de China continental. Un empeoramiento de las relaciones a través del Estrecho puede provocar un seísmo diplomático de terribles consecuencias para Taipéi cuyo único aliado seguro parece, a día de hoy, la Ciudad del Vaticano.
Es evidente que a ninguna de las dos partes interesaría actualmente una crisis de esas características. La permanencia del KMT al frente del gobierno de la isla es la hipótesis más deseable para las autoridades continentales y los retrocesos en su presencia internacional le debilitarían ante sus ciudadanos, favoreciendo las críticas de la oposición, el PDP, reticente al acercamiento. Por el contrario, la preservación de la formalidad, el aumento de la presencia en organismos sectoriales del sistema de Naciones Unidas y la normalización de las intenciones de sus aliados por desarrollar relaciones comerciales con Beijing sugiere un modus vivendi aceptable para ambas partes.
Taipéi ha mostrado su comprensión ante la voluntad expresada por sus aliados de impulsar los vínculos económicos con China sin objetar la oposición del pasado. Sería absurdo lo contrario teniendo en cuenta que más del 40% de su comercio exterior está dirigido al continente. Por otra parte, también procura reforzar sus lazos económicos y comerciales con terceros países, en especial las mayores economías del planeta, si bien este proceso no sugiere peligro alguno equivalente para el continente.
La flexibilidad conviene a ambas partes en tanto en cuanto no se ponga en cuestión el principio de “Una sola China”, la piedra angular de este proceso que también impide la hipótesis del doble reconocimiento, invocada por algunos como “solución”, aunque de facto pudiéramos acercarnos progresivamente a un escenario similar. A priori, podemos esperar un mayor desarrollo de las relaciones comerciales con China por parte de los aliados de Taiwán pero la propia China continental les disuadirá para que sigan manteniendo las relaciones diplomáticas con Taipéi. Eso sí, a sabiendas de que cada día que pasa tiene más ases en su manga.