Su primera victoria, en las primarias del Kuomintang (KMT), fue un gran revulsivo y una sorpresa para muchos, aunque no agradable para todos. Ahora, en el tramo final de su “ilusión”, Hung Hsiu-chu, a la espera de una asamblea extraordinaria del partido que en las próximas semanas certifique su defenestración como candidata del KMT a la presidencia de Taiwan, vive los últimos estertores de una derrota que tiene nombres y apellidos.
Los pesos pesados del KMT nunca aceptaron de buena gana la nominación de Hung Hsiu-chu y, desde el primer momento, los rumores se desataron en torno a una supuesta estrategia de sustitución. Hung, que pareció ir por libre rompiendo una especie de pacto no escrito contra las primarias de los gerifaltes de la nomenklatura, recabó el apoyo del KMT y, en apariencia, figuras como el presidente Ma, Eric Chu, etc., guardaron las formas. No así el presidente del legislativo, Wang Jin-pyng.
Hung fue la única candidata que se atrevió a formalizar su apuesta en las primarias, un planteamiento que pretendía regenerar el partido, decían voces internas autorizadas. El 19 de julio, a la vista de los resultados que ofrecían las encuestas de opinión (con un índice de aprobación del 46 por ciento), contó con el beneplácito oficial. Aquella fue una victoria contra el aparato del KMT. La propia Hung reconoce haber sentido la “soledad” desde el día mismo en que se inscribió en las primarias.
En los tres últimos meses, la campaña de Hung abrió una brecha con el discurso oficial del KMT. Sus mensajes a favor de precipitar la unificación o la defensa del principio de “una China, una interpretación”, etc., aumentaron el nerviosismo en las filas del partido. Probablemente nada pasaría si las encuestas le sonrieran, pero ocurría todo lo contrario. El nivel de apoyo la venía situando, reiteradamente, hasta 20 puntos por detrás de la favorita Tsai Ing-wen, del PDP (Partido Democrático Progresista).
El KMT podía asumir perder las elecciones presidenciales. Las elecciones locales de noviembre último dejaban poco lugar a dudas. Pero dos frentes internos se abrían. Primero, el de muchos diputados que veían peligrar sus escaños por el efecto demoledor en sus expectativas electorales del discurso de Hung, acusada de falta de tacto, reclamando su neutralización para evitar males mayores. Segundo, el repunte de las voces internas a favor de la definitiva taiwanización del KMT, con riesgo de fractura, que podría añadirse a una hipotética fuga de votos y candidatos al Partido el Pueblo Primero (PPP) de James Soong.
Hung fue acusada de desviarse del mensaje del partido y de la corriente principal de la opinión pública. Sus ideas, que no entiende contradictorias con las de Ma, se basan en gran medida en las tesis del académico Chang Ya-chung, con puntos de vista pro-unificación que van más allá de Ma y de los tres noes (no unificación, no independencia, no uso de la fuerza). El statu quo debe imperar, más ahora que lo defiende hasta el PDP.
La sustitución de Hung parece encaminarse a lograr, más que una victoria, una “derrota digna”. Su resistencia frente al aparato tiene los días contados y todo el proceso empaña su imagen personal pero también y gravemente la del KMT. Los rumores acerca de negociaciones ocultas con la candidata (al parecer las negociaciones se habrían grabado), amenazas de acciones legales, etc., recrean una atmosfera de pesadilla a solo tres meses de la convocatoria electoral. Pero podría salvar los muebles si conserva un buen número de escaños en el legislativo.
El KMT decidió promover su sustitución “por unanimidad” de la dirección. Se diría que el partido llegó a una conciencia inesperada del colapso que se avecinaba. El alboroto se completa con la debilidad del liderazgo de Eric Chu, la decisión de saltarse a la torera los propios reglamentos internos y la incertidumbre general que reina en la formación.
La clave de la defenestración de Hung radica en su entusiasmo pro-unificación. La paradoja es que si algo cabe destacar en el balance de estos años de Ma Ying-jeou son sus logros en la política a través del Estrecho, circunstancia que le ofrecía una ventaja de partida a su partido. A la postre, las invocaciones de Hung a la reunificación destruyeron esta ventaja. Las prisas son malas consejeras.
Con su principal aliado quebrado y su política de acercamiento en entredicho por una sociedad taiwanesa claramente distanciada, el PCCh tiene en Taiwan un serio problema.