Con la mirada puesta en las decisivas elecciones presidenciales del 22 de marzo, el próximo sábado 12 de enero se celebrarán las elecciones legislativas en Taiwán. Algunas encuestas vaticinan un nuevo triunfo del Kuomintang (KMT), que podría obtener en torno a un 60% de los sufragios. No obstante, todos los cálculos políticos se establecen atendiendo al “duelo final” de marzo, respecto al cual, enero podría marcar algunas tendencias significativas.
Las últimas decisiones del Yuan legislativo han acreditado ese escenario. En su sesión de cierre, al aprobar el proyecto de presupuesto para 2008 congelando la disponibilidad de numerosas partidas, el KMT se ha cuidado de evitar que el gobierno del PDP (Partido Democrático Progresista), en minoría en el Parlamento, pudiera abordar una gestión electoralista hasta las presidenciales de marzo. Por otra parte, en un guiño a Washington, el KMT ha aceptado incluir, con un retraso de casi dos años, las partidas para adquirir tres baterías antimisiles del tipo Patriot III y submarinos diesel de fabricación estadounidense. Asimismo, nuevos ajustes “preventivos” se han introducido en la normativa sobre la elección presidencial para evitar la inestabilidad y la confusión vivida en 2004, facilitando un recuento rápido de los sufragios y estableciendo el recuento automático en caso de que la diferencia entre los principales contendientes sea inferior al 0,3% (en 2004 fue del 0,228%).
Las discrepancias en torno al desarrollo del escrutinio legislativo y los dos referéndums que se celebrarán el mismo día, se han saldado, por el momento, con el llamamiento del KMT al boicot de ambas consultas. Las autoridades electorales centrales están controladas por el PDP y han impuesto un sistema de voto simultáneo destinado a favorecer la participación en los plebiscitos, considerado el principal obstáculo para garantizar su validez, mientras que el KMT, que controla la mayoría de las comisiones locales, juega a la nulidad de ambos con el propósito de desactivar el principal de todos ellos, el propuesto por el PDP acerca del ingreso de Taiwán en Naciones Unidas que se llevará a cabo el 22 de marzo. La Comisión Electoral Central dispuso una serie de enmiendas que le confieren la capacidad para instar la sustitución de aquellas comisiones locales que desoigan sus instrucciones.
Mientras se aguarda una probable e inminente ruptura de los lazos diplomáticos con Malawi y aumentan las presiones externas para que el PDP renuncie a la convocatoria del citado referéndum (que también secunda el KMT pero manteniendo la denominación oficial de República de China), muy reforzadas después de las declaraciones al respecto de Condoleezza Rice, el canciller James Huang hace “campaña” entre sus aliados. En diciembre visitó Panamá, Haití y la República Dominicana, ante el temor de un serio revés diplomático en plena contienda electoral. Al día siguiente de las elecciones legislativas, Chen tiene previsto viajar a Guatemala para asistir a la investidura de Álvaro Colom.
El acoso contra el PDP también parte de su antiguo aliado, la UST (Unión Solidaria de Taiwán), alarmada por los llamamientos al voto útil en las legislativas y que amenazan con provocar su desaparición. Con la reducción del número de escaños en el Yuan a 113, las posibilidades de acceso de los pequeños partidos han minguado de forma considerable. Pese a los esfuerzos de diferentes sectores por evitar la consolidación del bipartidismo, el que la papeleta destinada a elegir los 34 diputados según el criterio proporcional revierta en el PDP liderando el bando de los “verdes” es una hipótesis “razonable” que sus dirigentes están promoviendo con lógico empeño.
Mientras, Ma, el candidato del KMT, declarado inocente en segunda instancia de las acusaciones de corrupción formuladas desde el PDP, afronta ahora, sin confiarse pero con más tranquilidad, el horizonte electoral de los próximos meses, acentuando a la par la defensa del statu quo con el que se identifican cada vez más taiwaneses y la intensificación de aquellos vínculos con el continente que pueden facilitar la mejora de la economía de la isla y una mayor estabilidad en el estrecho.