Taiwán: Las maletas de Ma

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

Ma Ying-jeou, el flamante presidente de Taiwán, se apresta a viajar en agosto a Paraguay y República Dominicana, dos países que han celebrado elecciones recientemente y en los que se avizoran cambios en las relaciones con la República de China. Fernando Lugo, el próximo presidente paraguayo, ya adelantó su intención de reconocer a la República Popular China, lo que, de confirmarse, supondrá un serio revés a la acción diplomática de Taipei, que perdería así un socio importante, el único que le queda en América del Sur. En la República Dominicana, los augurios no son mejores, aunque el reelegido presidente Leonel Fernández pudiera demorar un poco la decisión. Pero ambos están en la cuerda floja.

El periplo de Ma incluye una escala en EEUU, lo que ha provocado la inmediata reacción de Beijing: “Nos oponemos siempre a cualquier forma de contacto oficial por parte de Estados Unidos con las autoridades de Taiwan”, reiteraron fuentes de Zhonanghai. Por otra parte, mientras en Taipei, el líder taiwanés anunciaba que la política de adquisición de armamento en EEUU se mantenía invariable, un alto responsable militar estadounidense encargado de Asia, el almirante Timothy Keating, ha hecho saber que la Administración Bush ha decidido congelar las ventas de armas a Taiwán. Las adquisiciones de varias decenas de F16 y otros equipos por valor de varios miles de millones de dólares han sido paralizadas. Según el Washington Post, Condoleezza Rice y Stephen Hadley, secretaria de Estado y consejero de Seguridad Nacional, respectivamente, han congelado el proceso a fin de no entorpecer el diálogo con Beijing. La decisión queda en manos de la próxima Administración.

Tras la derrota de Chen Shui-bian y el PDP, los límites del cambio en las relaciones bilaterales se van perfilando. Este marco de tensión controlada no perjudica a nadie, forma parte del juego habitual, pero, no obstante, el problema que subsiste, especialmente para el continente, es cómo avanzar en la estrategia de unificación sin debilitar el liderazgo de Ma y del KMT, el “aliado” que le interesa potenciar en la isla, pese a que la comunión de proyectos no es, en absoluto, un dato incontestable. Abrir la mano en el diálogo y los intercambios, adoptando medidas largamente reclamadas por numerosos sectores influyentes de ambas sociedades, son gestos positivos, pero es imprescindible inventar nuevas políticas y no dejarse levar por los tics del pasado.

La única manera de fortalecer a Ma manteniendo al tiempo una estrategia firme y progresivamente intensa en la aproximación entre Taipei y Beijing consiste en permitirle disponer de un mayor espacio internacional. Es una cuestión delicada y que necesitará de muchos ajustes en los matices, ya que tampoco el continente puede dejar traslucir cualquier bajada de guardia en la afirmación de la existencia de una sola China. Pero si la política desarrollada por el continente llega a ser interpretada en Taipei como una “rendición” del KMT sin más compensación que los beneficios empresariales, el PDP, que no ha desaparecido del mapa político con las derrotas de enero y marzo últimos y que cuenta con una base social organizada que no se puede despreciar, volverá, una vez superada su crisis y regenerado, a contar con posibilidades de triunfo, lo que arruinaría las expectativas, políticas y económicas, de quienes apuestan por la aproximación.

Por ello, Beijing debiera, sin demorarse mucho, atreverse y asumir mayores riesgos. Sin abdicar de ningún principio básico pero sin olvidar que la unificación no será problema si logra vencer las resistencias no de quienes postulan la independencia, con un proyecto distinto que no surge del temor al continente, sino de aquellos que desconfían y ven más ventajas en la permanencia del statu quo, en peligro si a la vía de la independencia de hecho del PDP se contrapone ahora la vía de la unificación de hecho del KMT.

Y solo podrá lograrlo si actúa con las dos manos tendidas.