En la última década, el peso económico y político de China ha crecido a una velocidad vertiginosa, que admite pocas comparaciones. La nueva situación internacional surgida del fin de la bipolaridad, su política de reforma y apertura en el orden interno, y la próxima reunificación del país crean las condiciones óptimas para que ese gigante asiático sea una de las grandes potencias del siglo XXI.