La Sabiduría del Dragón, por Flor Romero y Rodrigo Querubín

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Si ponemos en la balanza las virtudes y los defectos de los príncipes que han reinado después de cien generaciones, ninguno de ellos escapará a nuestra apreciación: desde que el hombre existe sobre la tierra, ninguno ha igualado a Confucio. (Mencio)

 

La política de apertura de la China no necesariamente implica que la civilización china se haya tornado más comprensible para nosotros, ni siquiera más familiar.

Por el contrario, la aspiración del gobierno chino de ocupar el sitio que le corresponde en el concierto de las naciones y la de su población de adoptar un medio de vida occidentalizado tienden a enmascarar los trazos auténticos del mundo chino. Por eso, con el propósito de comprender los resortes y el movimiento de esta extraordinaria civilización, es importante considerar el momento  fundacional, en el que se esbozaron los trazos de su destino.

 De manera que el corazón de la cultura china y el espacio dentro del cual la China se hizo civilización, encuentran su origen en el pensamiento del más célebre de sus maestros de vida, Konkfuzi (maestro Kong) a quien los misioneros jesuitas le dieron el nombre de Confucio.

Fue el espíritu confuciano que siempre me ha seducido, el que me llevó a pensar en escribir un libro para divulgar las sabidurías del pensador Confucio, las de Mencio, y también las de la sabiduría popular china.

 La Sabiduría del Dragón, es un libro escrito por dos narradores colombianos: Flor Romero y Rodrigo Querubín,  que aparece justo al declinar (diciembre)  de 2012, el año del Dragón en el cual no solo  encontramos  los dragones de todas las épocas, y sus parientes que se incrustaron en el continente americano en forma de serpientes emplumadas, jaguares míticos, salamandras, peces alados, vampiros errantes, sino con la sabiduría de filósofos y pensadores como Confucio y Mencio, historias de la China Imperial, tan desconocidas entre nosotros, los orígenes de la música, la escultura, la literatura.

 Podría afirmarse que todo en China se hace en relación a Confucio (en pro o en contra). Su filosofía se basa en algo tan sencillo como aprender a ser humano, lo cual constituye para el maestro el deber sagrado de todo hombre.

 Las Analectas de Confucio que datan del siglo V A.C., son textos, que ejercen una  influencia considerable de manera durable sobre gran parte de la humanidad. Confucio seduce por su buen humor, su generosidad, su bonhomía. Logró conciliar el vigor de los principios morales y las debilidades de los humanos. Sus enseñanzas proponen el arte de vivir que es un modelo para el mundo moderno. Estas sabidurías, lo mismo que las de su discípulo Mencio, han sido seleccionadas para nuestra sociedad, y las tenemos en este libro al alcance del gran público, sobre el buen gobierno, valores morales y éticos, la prudencia, el conocimiento, la sencillez, el respeto, la responsabilidad, la tolerancia, la rectitud, la felicidad, la paciencia, la perseverancia, el amor, la generosidad, la honestidad , la cooperación, el optimismo, la equidad, la cortesía, la paz y la guerra.

Flor Romero y Rodrigo Querubín, lanzan la hipótesis de la llegada de los chinos a América, 74 años antes de Colón, cuando El emperador Zhu Di, (Dinastía Ming) envió por los mares del mundo una gran expedición comandada por el eunuco Zhen He, que quizá llegó a nuestras costas trayendo gallos, picante, pájaros-camello (avestruces) pavos reales, incienso, recorriendo más de mil países grandes y pequeños, porque –como anota el escritor e investigador francés Menzies- “el paisaje maya está plagado de evidencias directas de una antigua presencia china en sus comidas, el arte, la brujería, costumbres, picantes, tejidos, mitos y ritos.”

La portada del  libro, en donde campea un jaguar-dragón tairona encontrado por  el  guaquero samario Jorge, en predios de la Sierra Nevada de Santa Marta, trabajado en cerámica cocida al sol, con pinturas en negro y rojo, da testimonio de la llegada de los dragones a nuestro continente milenios atrás, lo mismo que las serpientes emplumadas mayas, talladas en piedra y el dragón-salamandra de la civilización Zenú que conserva tallado en oro el Museo del Banco de la República de Bogotá, y otros que reposan en los museos de Guatemala, Costa Rica, Panamá y México,

Vale la pena destacar en estos tiempos de tanta confusión y episodios violentos, la filosofía confuciana que nos enseña cómo ser verdaderamente  humanos, la piedad filial, el arte de servir y gobernar, el respeto de los ritos,  para llegar a  la vía confuciana al servicio del mundo moderno.

 Gobernar en armonía no es dirigir o dominar, sino equilibrar,  o sea, permanecer en la vía del centro del Estado, sostenerse justo en  el centro, no en la cúspide de la pirámide, sino en el pilar que sostiene el equilibrio de la estructura del mundo. Este rol requiere gran habilidad, sobretodo una virtud perfecta, y un sentido de lo justo –lo que Confucio llama la justicia (en chino yi), ideograma que significa a la vez  justicia y exactitud.

“Antes de servir a los dioses, preocúpate por servir a los hombres que te rodean, de hacerlos nobles, valerosos, honrados, justos y virtuosos; y una vez realizado lo anterior, dedícate a los dioses (Confucio).

Yo soy la medida de toda regla –dice el maestro. No porque soy yo quien la decreta, sino porque yo llevo en mí esta sensibilidad que me empuja a apreciar el equilibrio, la armonía, la exactitud de cada situación. El que cultiva esta maravillosa medida puede mantener el centro de su vida, del Estado y aún del Universo.

En este libro hemos recopilado algunos cuentos antiguos de la China, para realizar versiones que dan al lector una idea de los orígenes de la literatura china, de su poesía, de los comienzos de la música. Porque de todas las formas de arte que  tuvieron un desarrollo asombroso durante la historia imperial de China, sin lugar a dudas, la música ocupa un lugar especial. El amor y la devoción que el pueblo en general y los gobernantes  sintieron por la música, no ha sido igualada por ningún otro imperio sobre la tierra.

Según la mitología china, la música se inició cuando el Emperador Amarillo, Huang Di, envió al sabio Ling Lun a las provincias del Oeste para que hiciera una flauta de bambú cuyo sonido fuera capaz de igualar al canto de los pájaros. Este pasaje me recordó la historia de las flautas del Yurupary de nuestro Vaupés.

Confucio fue profesor y  músico, y recopiló la música existente en su Libro de las Odas o Shijing.  Para educar a alguien –decía- se debe empezar por la poesía, hacer énfasis en las ceremonias y terminar con la música. Eran los tiempos de la dinastía Zhou, y se atribuía a la música efectos mágicos, para llamar la lluvia, prevenir desgracias naturales, invocar los espíritus de lo antepasados. Pero sobre todo la música tenía un efecto reconfortante en el espíritu del hombre.

Lamentablemente, durante la dinastía Qin, el cruel emperador Quin Shi Huang –quien emprendió obras monumentales como la muralla china y los famosos caballos de terracota para su tumba, decidió denunciar que la música era un pasatiempo inútil y mandó destruir libros musicales, manuscritos sobre música y hasta instrumentos.

La música tuvo su mayor apogeo en China durante la dinastía Tang. Y fue Zhu Zaiyú el músico del canto real, quien está considerado como el mayor músico de la China, (Dinastía Ming). Su obra cambiaría el destino de la música no solo en China sino en el mundo, pues decidió la escala dodecafónica, en la cual se basan instrumentos modernos como el piano cincuenta años antes de que lo hiciera Marin Mersesse en Europa en l636.

Hoy subsisten alrededor de 600 instrumentos  musicales diferentes en China.

Pasamos luego por los cuentos chinos –como dice la jerga popular colombiana- y les contamos el periplo de Zhen He, el eunuco que llegaría comandando una poderosa flota, a nuestras costas, y sus peripecias, pues según un texto ignoto “El Emperador nos ha ordenado viajar en más de un centenar de barcos para tratar bondadosamente a las gentes distantes. Hemos ido a las regiones occidentales, más de mil países, grandes y pequeños. Hemos atravesado más de mil li (cuarenta mil millas marinas) de inmensos espacios de agua”

 

 

Flor Romero, Ciencias de la comunicación, Universidad Javeriana  Ciencias Políticas Universidad de La Sorbonne,  profesora de la U. Javeriana, escritora y periodista colombiana, ha publicado 52 libros, entre novelas, cuentos, ensayos, biografías. Su novela Triquitraques del Trópico figura en la Colección de Obras Representativas de UNESCO. Presidenta de UNEDA (Unión de Escritores de América). Trabaja sobre todo la línea mítica, la condición de la mujer y los problemas sociales.

 

Rodrigo Querubín, ingeniero eléctrico de la Universidad de Los Andes, MSC Universidad de Pittsburg, profesor de Uniandes,  ex embajador de Colombia ante la República Popular China, actual embajador en Malasia. Ha publicado varios libros, entre ellos El sorprendente despertar de China.

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