XVII Congreso del PCCh

In Especiales by PSTBS12378sxedeOPCH

El próximo 15 de octubre se inaugura en Beijing el XVII Congreso del Partido Comunista de China. Fuentes oficiales destacan que el evento debe marcar el inicio de una “nueva etapa” en el proceso de reforma y apertura al exterior, apostando por un desarrollo científico y la armonía social. A mayores, en la nueva dirección que salga elegida de este congreso deben figurar las piezas clave llamadas a asegurar la transición de la cuarta a la quinta generación.

Al respecto, quisiéramos compartir con algunos amigos y colaboradores del OPCh, reconocidos expertos en temas chinos, algunas cuestiones de interés.

En este Especial han colaborado: Yang Enrui, Francisco Javier Haro Navejas, Julio A. Díaz Vázquez, Seán Golden.

 

Respuestas de Yang Enrui (Observatorio de la Política China)

 

1. ¿Qué resultados principales cabe esperar de este XVII Congreso del PCCh?

 

El Congreso dará el último toque para completar formalmente toda una elaboración de un rumbo político, presentado como continuidad de lo anterior pero que tiene su columna vertebral en unas ideas muy novedosas sobre el desarrollo científico y la sociedad armónica, y para anunciar la lista definitiva de la nueva dirección suprema del PCCh, lista más menos aprobada tras un difícil consenso. Pueden esperarse consecuentes cambios paulatinos en los mecanismos del PCCh que vayan teniendo lugar en función de la conveniencia conyuntural, pero no un impacto repentino. La cúpula actual del PCCh no suele proceder con grandes aspavientos. Menos aún cuando el número uno seguirá siéndolo en adelante, aunque el segundo mandato de Hu Jintao puede suponer una fase cualitativamente más importante que la anterior. 2. ¿Qué retos más significativos afronta el PCCh para no ver peligrar su posición central en el sistema político chino?

Los peligros tendrían su origen en: ( 1 ) Discordia en el interior de la dirección colectiva sobre el proceso democratizador; ( 2 ) Resistencia a la reforma por parte de dirigentes locales, obstinados en la defensa de propios intereses; ( 3 ) Agotamiento de la paciencia por parte de amplios sectores desfavorecidos que están a la expectativa de las mejoras prometidas, y ( 4 ) Exacerbación drástica de los estragos ecológicos, motor importante del descontento del pueblo.

 

3. ¿Qué contenidos u orientaciones destacaría de la “nueva etapa” anunciada por las autoridades chinas?

 

Calar en el pueblo el mensaje de armonía social, prestando una atención mayor para sus necesidades de subsistencia. Adoptar reajustes en la estrategia económica para corregir los dramáticos desequilibrios sociales y ecológicos. Y presentarse al exterior como un gobierno responsable en la comunidad internacional.

 

Respuestas de Francisco Javier Haro Navejas (Universidad Autónoma de México).

 

1. ¿Qué resultados principales cabe esperar de este XVII Congreso del PCCh?

 

Los más evidentes, de varias formas anunciados, serán el fortalecimiento del liderazgo de Hu y los cambios a documentos claves del organismo partidario. Por supuesto, habrá que esperar la profundidad de los mismos. Respecto a lo primero, ya a estas alturas Jiang Zemin habrá entendido, además de sus limitadas opciones, la necesidad de hacerse a un lado en aras, entre otros aspectos, del proceso imparable de fortalecimiento institucional del que él mismo se benefició a la muerte de Deng Xiaoping. Humano, político y formado en acres luchas políticas durante décadas, tiene que negociar parcelas de poder y, faltaba más, su ascenso al panteón teórico con su triple representatividad. En relación a lo segundo, más relevante, por lo menos a largo plazo, será ver la capacidad del Congreso para “reflejar los últimos desarrollos del marxismo en China”, pero sobre todo cristalizar programáticamente las transformaciones políticas de las últimas décadas.

 

2. ¿Qué retos más significativos afronta el PCCh para no ver peligrar su posición central en el sistema político chino?

 

El reto esencial es aceitar la relativamente pequeña, con apenas alrededor de 70 millones de miembros formales, pero poderosa maquinaria partidaria ya que es el sustento político del sistema; además, claro, de ser la fuente en la cual se originan y negocian temas vitales para todo el país, lo que quiere decir poder político y económico. La pregunta es muy relevante, pero no debe inducir a pensar que el partido está en peligro, si bien ya existen planteamientos en el sentido de que cambie de nombre y de ideología, éstos son minoritarios y con escasa fuerza. El PCCh no es el Partido Comunista Italiano, pero tampoco es el Partido del Trabajo Coreano.El organismo fortalecerá dos funciones que ha venido realizando con intensidad en los últimos años: primero, es un instrumento de creciente importancia en política exterior, sirve como una “falange” de la misma, la cual permite atraer y acercarse, lo mismo en China como fuera de ella, a partidos de las más variada índole ideológica. En la internacional de la diversidad política, el gobierno chino consigue más ganancias políticas que aquellas corrientes ancladas en las ideologías del siglo XIX. Quién lo fuera decir, los comunistas chinos son abiertos en sus opciones políticas lejanas a las alianzas políticas de los años sesenta.

El segundo, trascendental, es el partido como alentador de la reforma, a través de la politización y control de las masas. Lo cual quiere decir tener células o comités del partido inclusive dentro de las grandes compañías extranjeras, las cuales vacilaron al principio pero ahora tienden a aceptarlo como algo que podría redundar en su beneficio.Los lados menos amables los localizamos en la renovación del corporativismo, expresado en el control limitado que se ejerce sobre la sociedad; la muy incompleta separación del partido y del gobierno, apreciable en muchos aspectos, sobre todo en el poder acumulado por el presidente de la república-secretario general del partido; finalmente, en el fortalecimiento de los militantes-empresarios y empresarios-militantes, que algo de positivo habrá tenido, pero que fortalece la corrupción.

 

2. ¿Qué contenidos u orientaciones destacaría de la “nueva etapa” anunciada por las autoridades chinas?

 

Hay un reforzado énfasis en la sinidad de los procesos político-económicos, las famosas características chinas; pero al mismo tiempo, se aprecia una mayor apertura en casi todos los frentes. En lo político, creo que sin mucho éxito, se inyectará energía a algo que prácticamente nunca la tuvo: la cooperación multipartidaria. Partidos, dicen en China, que no sean oposición, pero que tampoco gobiernen.En todo caso, en lo político cabría espera un paulatino y consistente fortalecimiento de los procesos electorales, los cuales crecerán espacialmente, pero también en importancia en el proceso de toma de decisiones; e igualmente importante, cambios institucionales a diferentes niveles y a veces negociados con instituciones internacionales que llevarán a una mayor flexibilidad y eficiencia del Estado.

Se podrían mencionar muchos elementos, pero el más importante es la síntesis que partes de la elite han hecho de la historia, sobre todo la de la terrible década iniciada en 1839. En ese sentido, el PCCH tiene ante sí dos enormes retos: primero, impedir que la moral se convierta en el punto débil que lleva al país y al mismo partido a la bancarrota histórica; segundo, hacer del mundo su espacio “natural” para convertirse en potencia indiscutible que obtiene de innumerables lugares lo que necesita, a la vez que invierte e instala procesos productivos allende sus fronteras.

 

Respuestas de Julio A. Díaz Vázquez (Centro de Investigaciones de Economía Internacional, Universidad de La Habana).

 

1.¿Qué resultados principales cabe esperar de este XVII Congreso del PCCh?

 

Ante todo, nos parece útil destacar que la preparación del XVII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), a iniciarse el próximo 15 de octubre, ha estado rodeado de hechos muy particulares. Uno, la “discreción asiática” en que la prensa oficial y el PCCh han venido reflejando los trabajos preparatorios de eventos tan significativos como los Congresos de los Partidos Comunistas en el poder. Otro, el carácter “cerrado” del Cónclave”: no habrá invitados externos. El congreso, como evento político es una herencia “bolchevique”; salvo anormalidades, se efectúan cada cinco años. Al surgir la República Popular China (RPCh) siguió esta “tradición”.

Sin embargo, la “experiencia” china marcó, desde el VIII Congreso (1957) este acontecimiento, de momento en que medían sus “sables” las cabezas visibles de la cúpula dirigente, o plataformas políticas subyacentes en el interior del Partido. Este es uno de los “síndromes” que le imprimió la etapa de Mao, en tanto conductor indiscutido del PCCh. El tránsito a la dirección que tomó las riendas del PCCh, a la muerte del “fundador”, con Deng Xioaping de líder más prominente, no estuvo ausente de los enfrentamientos entre “reformadores” e “inmovilistas”, manifestada con intensidad desde el XII Congreso.

Precisamente, lo interesante del anterior XVI Congreso consistió en que el Cónclave, transcurrió sin sismos en la cúpula y la salida de Jiang Zemin, dio paso a la llamada “cuarta generación” en el poder. También, relevante fue que a más de un lustro de la muerte de Deng, el Secretario General, Hu Jintao, provenía de la “selección” previa de aquel liderazgo. En resumen, ahora las expectativas del XVII Congreso del PCCh giran sobre dos puntos básicos. Uno, la composición del Comité Central (CCPCCh), la formación del Buró Político y dentro de éste, su Comité Permanente, de donde saldrá la llamada “quinta generación”. El otro, incluye el avance o retroceso de las tendencias del rumbo capitalista en que, la visión de una parte de la izquierda y los enfoques (neo) liberales avizoran el futuro económico-social del país.

Vale una puntualización. Si bien en la “Nueva China”, Mao inicia la “primera generación” en el poder, Deng Xiaoping la “segunda”, Jiang Zeming la “tercera” y Hu Jintao, la “cuarta”; en la historia no puede separarse a Deng, y otros que aprobaron las “cuatro modernizaciones” de creadores, junto a Mao de la RPCh. Así, son “fundadores” los que en la cronología, inauguran el legado de “reforma y apertura”, que terminó dando al traste con la universalidad del “modelo clásico socialista soviético” y el intentado establecer por Mao. Jiang Zeming, al continuar la renovación económica, marcó su mandato con el aporte de la “triple representatividad” (TR). Mientras, la impronta de Hu Jintao, parece estar en integrar el desarrollo económico-social, impulsar el avance de la ciencia-tecnología y fundirlo en el surgir de una “sociedad armoniosa”.

En síntesis, entre otros, el XVII Congreso del PCCh integrará al CCPCCh a los “herederos o hijos de la revolución”. De esta cantera saldrá el relevo o “cuarta generación” (“quinta”) que formará la cúpula dirigente en el 2012. Proceso que abrirá una nueva etapa o “relevo del baton” en las esferas políticas y gubernamentales del país. Aunque, sin dudas, dará continuidad a la profundización de los perfiles que encierra el “desarrollo social armonioso”. El promedio de edad oscilará entre los 50-55 años, con mayoría absoluta de profesionales; y la composición de la estructura en la cúpula del PCCh buscará equilibrar el peso de histórico de Shanghai y Beijing en el Buró Político, incorporando más cuadros de las regiones menos favorecidas.

 

2. ¿Qué retos más significativos afronta el PCCh para no ver peligrar su posición central en el sistema político chino?

 

Es conveniente señalar que, el lugar central que ocupa el PCCh en la China actual, debe abordarse desde una óptica abarcadora, integrando la política, lo económico-social y, quizás, una esfera que, a veces, solo aparece, en la lejanía y es distintivo de China: la cultura. No es una exageración afirmar que lo cultural permea todos los intersticios de esta milenaria sociedad.

En otra acepción, la senda socialista de China implicó, en más de un sentido, una “herejía”. En una original sociedad campesina, llega al poder el PCCh inspirado en la ideología de la clase obrera, producto neto del desarrollo capitalista en el occidente europeo. Entre otros, este Partido acumula en su haber la unificación del país en el área continental; puso fin al caudillismo militar; logró anhelos de cientos años al establecer un gobierno centralizado. Retomó y fundió los sentimientos nacionales, imprimiéndoles nuevo contenido. Ahora transita de una economía centralizada a otra que incorpora el “mercado”.

En tanto, si repasamos el curso de la “Nueva China”, tenemos “herejías” de “izquierdas” (Gran Salto y Revolución Cultural); y en relación con el “socialismo real”, la “reforma y apertura” cae en la “derecha”. Sin embargo, desde nuestra óptica, las “cuatro modernizaciones”, al llevarse a la práctica a través de la renovación económica y abrirse al exterior hicieron que, hoy China, se asemeje a un especial e inmenso “laboratorio” de experimentación social.

En este “laboratorio”, el mercado satanizado por lo más radical de la izquierda, cumple con su papel dinamizador, la inserción en la economía globalizada rinde frutos, es “locomotora” económica internacional. Constituye la tercera potencia de la economía mundial y segunda por el monto del comercio exterior.

Recordemos que después de la Revolución Industrial sólo se registró un caso que combinó una escala económica gigantesca con vertiginosas tasas de crecimiento: la “conversión” de los Estados Unidos de América en potencia industrial. Proceso de transformación económico-social no repetido –en límite y rapidez — hasta casi un siglo después, con el “despertar del dragón” chino.

En otras palabras, la RPCh es el “otro” único caso -después de los EEUU — de formación de un coloso económico global en los doscientos años transcurridos desde que la Inglaterra de Jorge III, pusiera fin a milenios de predominio de la agricultura como fundamento material de las sociedades modernas. Sin pasar por alto que aún el “coloso asiático” enfrenta gigantescos retos para culminar el ascenso hasta las cumbres de “potencia global”.

China cuenta con el potencial para modificar por sí misma su malograda historia de desarrollo económico-social, y volver a ocupar el lugar puntero que ostentó hasta finales del siglo XVIII. Las mutaciones en curso dan fundamento a las expectativas para que acceda a la expansión de la economía un país que cobija un quinto de la humanidad. Impronta que rebasa el impacto que ha tenido su vuelco en la economía internacional. Además, abre una oportunidad para examinar los cambios en la acumulación capitalista contemporánea y sus contradicciones. Prueba al canto: los efectos del factor “precio chino”, la reversión de los “términos de intercambio”, se erigen en otro “laboratorio”.

En lo social, cierto, si escrutamos bajo la “lupa de los derechos humanos”, – fuera del sesgo político que toma hoy este objetivo supremo de la humanidad -, es largo lo que debe andar China y otros muchos pueblos que habitan la “aldea tierra”. Sin embargo, una ojeada a lo acaecido en los últimos 25 años, hace de lo alcanzado un hito en la milenaria historia del país. Desaparecieron las recurrentes hambrunas, cientos de millones de personas dejaron atrás la secular miseria, la “democracia” desconocida en los símbolos del lenguaje, forma parte de la pendiente “quinta modernización”, aunque llegará acompañada del “toque cultural”. Tal vez, la mayor conquista de la “reforma” radicó en liberar las fuerzas de la “creatividad” contenidas en el pueblo chino.

En la esfera política, si bien lo apuntado más arriba, constituyen logros indudables del PCCh – sin olvidar las manchas oscuras que también carga en el ejercicio del poder – hoy está llamado a enfrentar desafíos que esperan respuestas, ante todo, en el orden externo e interno del propio Partido. Entre otros, comenzaríamos por señalar, separar en la práctica, la fusión Partido-Estado. Proceso que tampoco puede desconocer la existencia de factores legados por el “modelo bolchevique”. Una cuestión fue organizar al PCCh para la toma del poder; y otra demanda muy distinta resultó al convertirse en “gobernante” de todos los chinos. Asignatura que aún está pendiente.

Diseñar un “Estado de Derecho” que incluya la obligación de someterse a la Ley para todos los ciudadanos, incluidos los miembros del Partido, está lejos de la “cultura histórica”; el “autoritarismo” está “embotellado” en más de dos milenios en China. No admitir fueros ni privilegios en el orden legislativo, requiere de la “formación de una cultura legal” que no se crea solo con aprobar una legislación. Intervenir con voz y votos en las cuestiones que atañen a los intereses de todo el pueblo – independiente de lo logrado por la sociedad humana bajo la “democracia ateniense” y la “ciudadanía” en la Francia de 1789 – sigue siendo un ideal real por alcanzar. Este es un reto que el PCCh tendrá que resolver “ladrillo a ladrillo”, en los próximos 10-20 años. He aquí otro “laboratorio”, para superar lo aportado por el socialismo conocido; y lo de aquel que el “viejo topo” condenó para siempre.

En lo interno, el PCCh resulta otra “herejía”. De los más de 71 millones de militantes (2006), un 32% eran campesinos y un 12% obreros. Además, con la “reforma y apertura” ha emergido un “nuevo estrato social” (NES), cuyos miembros (empresarios), junto a obreros, agricultores, intelectuales, cuadros al servicio del Estado-PCCh y miembros del Ejército Popular de Liberación (EPL), se dice, contribuyen de manera importante con su trabajo honesto y negocios al desarrollo económico-social del país. La TR da cobertura a los NES fuera de la teoría de las clases” – relación de los hombres respecto a los medios de producción y modo de participar en la distribución del producto social -; para la “ortodoxia socialista” la TR no encajaría en la esencia de un partido proletario.

Tampoco debemos soslayar que, dentro del canon centralizador, político y económico que se tejió en la “Nueva China”, el PCCh instrumentó aparatos político-sociales-militares singulares. Uno de ellos, la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh); por la formación de su membresía y funciones va más allá de los Frentes Populares que el “socialismo real” instauró en Europa. Hoy, a despecho del formalismo en que pudo funcionar en el pasado, adquiere un mayor peso en la discusión de las cuestiones político-sociales de la nación. El otro órgano, es aporte de China, la Comisión Militar Central (CMC), e integrada a la estructura estatal. Aquí se analizan y toman las decisiones cruciales en lo político-militar que afectan al país.

Así, al trazar un sondeo de lo que puede especularse o “cocinar” entretelones acerca del XVII Congreso del PCCh, nos parece que lo esencial trasciende el natural “forcejeo” entre las plazas de poder “tradicionales” y la “nueva generación”, salida, en particular, de la cantera natural del Partido, los dirigentes de la juventud. El Cónclave sacará a la palestra pública la “hornada”, de los “herederos” de la Revolución. Lo nuevo, ya no están presentes figuras “históricas” que inclinen la balanza del poder para una u otra corriente. Tendrán que ganar el aval público haciendo que la política económica seguida, reciba en lo social aprobación práctica: la elevación del nivel de vida de la población.

Resumiendo, la verdadera interrogante radicará en sí se verifica en el cercano futuro la profecía: “Los herederos suelen dilapidar la herencia”. ¿Sucederá en el experimento socialista de China? La tarea central de la nueva dirigencia consistirá, entonces, en solucionar las contradicciones propias de las “herejías”, así como superar los desafíos creados por la propia marcha de la renovación económico-social-política.

 

3. ¿Qué contenidos u orientaciones destacaría de la “nueva etapa” anunciada por las autoridades chinas?

 

Ante la China del XVII Congreso (2007-2012) se abre un amplio abanico de opciones y desafíos, todos ellos, de alcance histórico. En la economía, consolidar un “modelo” económico que consolide el “desarrollo pacífico”, mediante el incremento sostenido del consumo. Mientras, revertir la tendencia permanente de altas tasas de ahorro de la población, choca con la percepción, cada vez, más acentuada de las incertidumbres que crea la propia difusión del “mercado”. Hacer manejable la dirección de la economía y su control a través del instrumental “macroeconómico” exigirá superar grandes barreras. Citemos solo tres: alcanzar en la operación de la esfera bancario-financiera parámetros internacionales; ajustar la tasa de cambio suavemente; y lograr la plena convertibilidad del yuan reduciendo al mínimo el riesgo de la especulación.

Estabilizar el crecimiento de la economía en tasas oscilantes alrededor del 8-9% anual, dependiendo más del factor gasto de la población, que de las inversiones. Valga la salvedad, China demandará por largo tiempo de cuantiosos desembolsos para crear una infraestructura moderna, que sostenga la estabilidad del auge económico. Poner freno a las amenazas del “calentamiento” de la economía, haciendo del “crédito duro” y otras herramientas financieras, palancas efectivas para limitar las inversiones, en particular, en ramas con exceso de capacidades y en el área inmobiliaria.

El tránsito de “taller del mundo” (Hecho en China) a la fase de “creado en China” exige perfeccionar las modalidades a través de las cuales el país, de manera acelerada, busca instrumentos que potencien la asimilación de tecnologías más progresistas, así como elevar el rendimiento de las inversiones en I + D. China ocupa el segundo lugar mundial, por el número de patentes registradas – muchas corresponden a corporaciones extranjeras – e igual índice por los recursos destinados a investigaciones, aunque muy por detrás de los Estados Unidos.

Los objetivos de diseñar una “sociedad armoniosa” lanzados por Hu Jintao- Wen Jiabao, requieren precisiones de más alcance, es decir, que rebasen las buenas intenciones de “eslogan” para movilizar a las masas. Cabe entonces la interrogante ¿Es factible que China pueda repetir el patrón de desarrollo de los EE.UU.? Definir el uso más rentable de las enormes reservas de divisas (un billón 400 mil millones), para invertir, en particular, en el exterior, está en el horizonte con la fundación de la Corporación China de Inversiones (CChI), que dispone de un fondo inicial de 200 mil millones de dólares.

En lo social, los retos no dejan de ser menos apabullantes. Detener la brecha en la diferenciación de los ingresos entre el campo y la ciudad sería el primero de ellos. Si bien, hay en marcha medidas tendentes a la eliminación de las cargas impositivas a los campesinos, ayudas para la educación y elevar la calidad de la salud pública en las áreas rurales – y se notan mejoras – , todavía no se producen variaciones sensibles en las disparidades heredadas y las creadas por la “reforma”. Igualmente, las áreas costeras siguen marcando el dinamismo económico del país. El Centro y el Occidente crecen, pero lo hacen de modo más lento. Cantón, ya puntea dentro de las áreas desarrolladas.

En tanto, no podemos olvidar el fariseísmo sobre la contaminación ambiental que ha prevalecido en los países desarrollados; es bien sabido que está lleno de injusticias y mentiras intolerables. Pero, la RPCh muestra que el desarrollo económico sin parangón alcanzado en solo 28 años, ha venido acompañado de la destrucción del ambiente y de la naturaleza. De las 10 ciudades más contaminadas del mundo, 5 están en China; 300 millones de personas no disponen de agua potable; es el primer emisor de gases invernaderos.

El panorama nacional se caracteriza, en general, por la contaminación de ríos y mares, la disminución del agua potable para la población, el incremento de la polución del aire, los ruidos, el aumento de los desperdicios sólidos, la degradación de los suelos y la reducción de las tierras de laboreo (1-3 millones de ha. al año), los cambios climáticos y los efectos de los desastres naturales.

La modernización de las explotaciones de carbón – primer productor mundial–, junto con la introducción de tecnologías más avanzadas para su utilización, demandará ingentes recursos; mejorar las condiciones de seguridad y de ambiente en las minas – mueren miles de mineros todos los años – es una cuestión social de vital importancia. Crear una legislación para el trabajo fabril – con independencia de las leyes aprobadas – y hacer efectiva su aplicación, a lo que se agrega que, el sistema de seguridad social, presenta visibles lagunas y está lejos de responder a las verdaderas exigencias sociales, son tareas urgentes. Generan disturbios y protestas que no pueden ignorarse.

Por otra parte, China, en los próximos 15 años deberá construir alojamiento para no menos de 300 millones de personas. Esfuerzo que requiere recursos materiales, ampliar la red de servicios (transporte, salud, educación, etc.); también presenta un aspecto no menos importante. Serán desplazados, en lo fundamental, del campo; en lo sociológico, tal cambio de vida, nos hace recordar la frase: “por encima de Moscú se nota la mano del mujik”. ¿Qué tiempo exigirá esta masa humana en llegar a citadina? ¿La historia se repetirá?

Sin embargo, uno de los temas recurrentes cuando se trata de visualizar toda la conmoción en el entramado social que la modernización económica acarreó tiene que ver con dos fenómenos. Uno, los grandes desplazamientos humanos. El flujo migratorio sigue las pautas del mercado, son grupos formados por jóvenes, con predominio de varones; las mujeres cuentan con ventajas para emplearse en las esferas doméstica, servicios e industria ligera, etc. En general, posee un bajo nivel educativo; están fácilmente disponibles, aceptan condiciones más duras de trabajo; y quizás, uno de sus rasgos más peculiares es su carácter estacional.

El otro, la marejada migratoria tiene impactos positivos en los lugares de origen. Disminuye la densidad de población y reduce el contingente de desocupados o subempleados. Cuando envían dinero a los familiares originan fines de doble carácter; mejora el nivel de vida de los parientes y contribuyen al fomento de actividades de tipo artesanal o semindustrial. Lo negativo, de abandonar de forma permanente el cultivo de la tierra, afecta la producción agrícola.

Además, hay otras aristas. Los inmigrantes son una mano de obra primordial para el desarrollo de las zonas urbanas en crecimiento y progreso económico y social del país. Ofertan trabajo manual, barato y, casi siempre sin seguridad social, lo que significa menores costes para las empresas. Se emplean, en su mayoría, en el sector privado y no en el público, “reservado” para los habitantes locales, y son factor de competencia para los ocupados en el sector estatal.

Otro elemento que no escapa al escrutinio de lo acaecido en la esfera social incluye un fenómeno desconocido dentro del funcionamiento de la economía. La generalización del mercado ha conformado un “ejército industrial de reserva”, que algunas fuentes oficiosas fijan en unos 30-50 millones de personas. Esto, con independencia que las estadísticas oficiales hacen oscilar el desempleo en las zonas urbanas en un 4-5% (el 8-10% para otras fuentes) y donde quedan excluidas las áreas rurales.

También, de modo negativo pesa en los avances económicos que éstos hayan venido acompañados, en el aspecto social, de una galopante corrupción que en la práctica toca todas las esferas de la sociedad, incluyendo la política El comercio de influencias, las malversaciones, la participación en redes de tráfico, el nepotismo, la evasión de impuestos, las construcciones ilegales, la desviación de fondos del presupuesto, el establecimiento de negocios ilícitos, contabilizan entre las más habituales formas de prácticas corruptoras.

Además, se difunden otras formas de delitos y violaciones penadas por la Ley. La elaboración, distribución y venta de drogas alcanzan considerables niveles, junto a la prostitución, el juego y las actividades de tipo criminal. A este flagelo se une el creciente secuestro y comercio de mujeres y niños y el contrabando interno e internacional de personas. Aunque las penas para estas y las anteriores infracciones son duras, su proliferación causa alarma entre las autoridades gubernamentales y partidarias, que ponen en práctica severas medidas de seguridad e intensifican su persecución.

En lo político, de una parte, el XVII Congreso del PCCh, confirmará el afianzamiento de las rumbos que le han impreso al país, el dueto Hu Jintao-Wen Jiabao. De otro, sin cismas ni rupturas traumáticas se estructurará la “nueva cúpula” dirigente del país. Lo nuevo radicará en la irrupción en el Partido-Estado de la generación nacida con la Revolución. Un paso importante para afianzarse lo constituirá la lucha contra la corrupción dentro de las filas del Partido y el Estado. Sin embargo, esto no será fácil, ni tampoco de poca monta. La corrupción dio al traste con más de una dinastía imperial; no fue desdeñable en la caída del gobierno nacionalista del “Guomindang”. Forma parte de la “cultura” del país.

De otro lado, puede desempeñar un lugar central en la afirmación de la “nueva dirigencia”; además, por esta vía puede capitalizar y construirse una plataforma para fortalecer la continuidad en el control político del país. Aunque, vale la observación, todos los que siguen lo que acontece en China, reconocen que hoy no hay fuerzas políticas estructuradas que pongan en duda la supremacía del PCCh. No obstante, el CCPCCh a salir del XVII Cónclave, necesitará mantener tasas de crecimiento elevadas, afincar su liderazgo nacional, ausencia de con- flictos políticos internos, disciplina y orden social en el interior, mantener altas tasas de ahorro, afluencia de inversión extranjera, y estabilidad regional y mundial. Combinación feliz e inusual de conseguir en el largo plazo.

Finalmente, una conclusión parece obvia, la remodelación de la economía que significaron la “cuatro modernizaciones” tiran de la sociedad china en todas sus vertientes: económicas, sociales y políticas. Sus variopintos y contradictorios efectos han hecho más diversificada y dinámica la estructura social – piénsese en la NES y su corolario -, la formación de una “clase capitalista” y con ella, una “clase media” que, en los parámetros de China, puede oscilar entre 80 millones para unos, y para otros, entre 150-180 millones. Si retrocedemos a los “experimentos” que condujeron a las “Comunas” o la “Revolución Cultural”, cabe la interrogante: es una ¿Reforma? , ¿Revolución?, o vuelta al ¿Capitalismo?, lo que acontece en China. El primer cuarto de del siglo XXI definirá el rumbo del “laboratorio” chino.

 

Respuestas de Seán Golden (Universidad Autónoma de Barcelona)

 

1. Qué resultados principales cabe esperar de este XVII Congreso del PCCh?

 

Creo que lo más importante que podemos esperar de este congreso es:

– la consagración del liderazgo de Hu Jintao y alguna aclaración de su visión ideológica, una visión que parece ser más ortodoxa y de izquierdas al viejo estilo del Partido;

– la marginación de los líderes del Partido que no dan un apoyo suficiente a las estrategias de Hu Jintao;

– una idea más clara del cambio de rumbo de “crecimiento sostenido” a “crecimiento sostenible”;

– una idea más clara de cómo se pretende construir una “sociedad armoniosa” que aspira a ser “moderadamente acomodada”;

– una idea más clara de qué representa el giro hacia la construcción de un “campo socialista” o de llevar la modernidad al campo, y si estos procesos representarían un rechazo a la política de urbanización de la población que se está llevando a cabo actualmente;

– una idea más clara del grado de compromiso del Partido con una decidida política mediambiental;

– una idea más claro del grado de tolerancia de la libertad de expresión que quiere permitir el Partido;

– el perfil de la quinta generación de líderes del Partido a tracés de la renovación del Comité Central y del Politburo.

 

2. Qué retos más significativos afronta el PCCh para no ver peligrar su posición central en el sistema político chino?

 

Mejorar la distribución de la riqueza; mejorar el nivel de vida del campo y del interior del país; crear y consolidar un mercado doméstico capaz de sustituir su dependencia de las exportaciones; frenar e invertir la degradación medioambiental; formar talentos, expertos y gestores capaces de mantener el valor añadido de la producción china en casa; asumir un grado de responsabilidad en la política internacional que corresponda a su grado de importancia el la economía mundial; consolidar el estado de derecho; abrir la toma de decisiones a procesos más democráticos e inclusivos.

 

3. Qué contenidos u orientaciones destacaría de la “nueva etapa” anunciada por las autoridades chinas?

 

Creo que la armonización social incluirá esfuerzos para mejorar el nivel de vida del campo, ya que es este problema el problema clave que frena la consolidación de un mercado doméstico. China no puede depender indefinidamente de su capacidad de producción de productos baratos para la exportación, y necesita un mercado de consumo doméstico. La mayor parte de la población es rural. Si el poder adquisitivo no llega al campo, no se puede consolidar el mercado doméstico. Al mismo tiempo la armonización representa un tipo de pacto social: el Partido promete establilidad y mejora del nivel de vida y de poder adquisitivo a cambio de la no exigencia de cambios políticos que podrían desestabilizar el país y poner en peligro el creciemiento económico.