La transición entre la presidencia de Hugo Chávez, fallecido en marzo de 2013, y la actual en manos de su sucesor designado Nicolás Maduro, no define a grandes rasgos la articulación de una nueva estrategia de política exterior para la República Bolivariana de Venezuela. Caracas sigue apostando por la configuración de un mundo multipolar y multilateral no hegemónico, perspectiva en la cual sigue manteniendo un tenso pulso con respecto a EEUU, a pesar de los tímidos intentos por reacomodar la relación bilateral. No obstante, y mientras se prioriza en los esfuerzos por fortalecer la posición hemisférica venezolana a través de la integración regional, en especial dentro de la CELAC y del MERCOSUR, se observa cierta parálisis de actuación en torno al ALBA, matriz clave de la acción exterior de Chávez. Por el contrario, Maduro comienza a diseñar una asociación estratégica con China que se intuye como prioritaria a corto y mediano plazo, particularmente relevante ante la crisis financiera y económica actualmente existente en Venezuela.