No lo tiene fácil China para dotar de un mínimo atractivo su vida parlamentaria. Los miles de diputados que se reúnen cada año en su capital por estas fechas ponen un toque de color en su monotonía, especialmente aquellos que provienen de las nacionalidades minoritarias y que acuden con sus trajes tradicionales. Pero de ahí a despertar el interés efectivo por el contenido de sus sesiones queda un largo estrecho. En los últimos años se han agitado las aguas promoviendo nuevas expresiones informativas más a tono con lo habitual en otros lares, pero cuando la confrontación de ideas está bajo mínimos, el interés acostumbra a decaer en la misma proporción. Este año la tarea es doblemente difícil por cuanto el auténtico evento político de 2012 es el XVIII Congreso del Partido Comunista que debe celebrarse en otoño.
Quizás para sacudirse el temido muermo y darle brillo, un grupo de treinta legisladoras y asesoras de la provincia de Zhejiang habían planeado ponerse el qipao, vestido tradicional de seda, generalmente hasta el tobillo y con una larga abertura lateral, en la ceremonia de inauguración de la sesión parlamentaria, pero una andanada de protestas de los internautas frustró su encomiable propósito. La polvareda creció al saber que los trajes habían sido hechos a medida y que algunas de las representantes aparecían en fotos exhibiendo lujosos accesorios y joyas, provocando mordaces comentarios muy alejados, como su iniciativa, de lo considerado políticamente correcto.
La anécdota es reflejo tanto de cierta inercia ingenua de quienes se saben partícipes de un ritual que se desarrolla con un guión preestablecido y difícil de alterar, como de la creciente incidencia de la Red en los procesos políticos con una permanente mayor exigencia a los gestores públicos. Hoy, frente a la parafernalia institucional se está conformando en Internet una sociedad alternativa que toma posiciones, a menudo con discursos y líderes propios, y que responden a impulsos autónomos que las autoridades no pueden obviar de buenas a primeras. Dicho cambio encierra un gran potencial transformador en un universo político donde impera la idea de que lo deseable es que las propuestas vengan de arriba.
Mayor discreción aun que a estas damas de Zhejiang le será exigida al personaje del momento en China, Bo Xilai, jefe del partido en la megalópolis de Chongqing cuya mano de derecha, el vicealcalde Wang Lijun, está siendo objeto de una investigación que pudiera salpicarle directamente y arruinar sus expectativas de confirmarse como uno de los próximos hombres fuertes del país. Bo, tan mediático como autoritario –según sus críticos-, deberá moderar su protagonismo a sabiendas de que el exhibicionismo no goza del favor de la jerarquía.
China aprovecha esta tribuna para lanzar mensajes hacia dentro y hacia afuera, para expresar sus tomas de posición en los asuntos principales de la agenda interna e internacional, cerrando filas en el plano institucional en torno a una política económica y social que afronta uno de los momentos más complejos del período histórico iniciado en 1978.
Las dos notas más sobresalientes del evento pudieran cifrarse en ese incremento del 11,2 por ciento en defensa, casi cuatro puntos por encima de la previsión de crecimiento del PIB (7,5 por ciento), indicativo de una preocupación que crece en Beijing ante el anunciado regreso de EEUU a Asia y su preocupante signo militarista, que pudiera conducir a una carrera de armamentos en la región. El aumento de la tensión en el Mar de China meridional, donde buena parte de sus vecinos reclaman derechos de dominio para acceder a la explotación de los importantes recursos energéticos que abundan en su subsuelo, y el incremento de la cooperación de Washington con Australia, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Singapur, etc., retratan un escenario complejo cuya principal respuesta, no obstante, debiera ser política.
Un segundo tema de cierta relevancia es el futuro político de Macao que tras la devolución a China en 1999 vive momentos de cierta reivindicación. Beijing las ha frenado en seco. La esencia del desacuerdo radica en una encuesta política realizada en dicha región de la que se desprende un estado de ánimo en el territorio antiguamente administrado por Portugal claramente a favor de un calendario para que los procesos electivos se desarrollen de forma plenamente democrática y prescindiendo de los actuales mecanismos de elección indirecta. La respuesta de Beijing, que no desea ver reproducido aquí un nuevo Hong Kong, abunda en la posibilidad de ampliar el número de miembros del selecto colegio electoral pero cualquier otra modificación exigiría alterar la Ley Básica de Macao y no está por la labor ni a corto ni a medio plazo y después ya se verá.
La demanda de Macao converge en el tiempo con un escenario interno en el continente que despierta esperanzas de un impulso a la reforma política pendiente, especialmente a la vista de algunas declaraciones del primer ministro Wen Jiabao y el impacto producido por los sucesos de Wukan, en la vecina Guangdong. Pero no habrá contagio. Seguro que a mayor velocidad avanzará la privatización de los monopolios públicos que ha reclamado el Banco Mundial.