La ley de seguridad nacional y el futuro de Hong Kong Al habla con Eduardo Regalado Florido, Investigador en el Centro de Investigaciones de Política Internacional de La Habana, Cuba.

In Autonomías, Entrevistas by Xulio Ríos

En las sesiones parlamentarias anuales de este año, China aprobó la elaboración de una ley para fortalecer la seguridad en Hong Kong, la región administrativa especial que en los últimos meses ha vivido importantes movilizaciones. La ley fue aprobada recientemente por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional.

Al respecto, interpelamos a Eduardo Regalado Florido, Investigador en el Centro de Investigaciones de Política Internacional de La Habana, Cuba.

Preguntas:

  1. ¿Cree que esta ley puede afectar de forma notoria al ejercicio de la autonomía local en Hong Kong o más bien incidirá en otros factores como la interferencia exterior?

No creo que la reciente ley de seguridad afecte esencialmente la autonomía de Hong Kong. La disposición jurídica no lastima lo pactado en el retorno de dicha territorialidad a China, el que se realizó bajo el principio de “un país, dos sistemas”. 

De conformidad con los acuerdos de 1997, no hay ejército en Hong Kong y la República Popular China es responsable de la seguridad del territorio. La ley ha sido creada en función de garantizar la integridad, unidad y poner fin a la injerencia extranjera, pero no lesiona la independencia económica ni los derechos humanos, las reuniones, manifestación, expresión, publicación y el pluralismo sindical de sus ciudadanos. 

Es de considerar que, con la ley, no se sustituye una vieja legislación, sino que se llena un vacío legal, ya que no se había promulgado una reglamentación con respecto a la seguridad en la zona desde la transición en 1997. 

La región administrativa y el Director Ejecutivo son los encargados de ocuparse de la aplicación de la ley que acaba se de ser votada por la Asamblea Popular Nacional, la que posee la soberanía sobre dicha territorialidad. Ni en los momentos de mayor agresión y tensión, ha habido una intervención militar por las autoridades centrales con el fin de restablecer el orden, por lo contrario, ha permanecido en sus cuarteles, mientras solo se movilizan para limpiar las calles después de las desastrosas manifestaciones y actos de vandalismo. 

La ley se ha creado, sobre todo, para frenar las ambiciones de contención y desmembramiento de la República Popular China. No son pocos los recursos materiales, financieros, diplomáticos, mediáticos, subversivos, organizacionales que Estados Unidos y los países que le secundan, han puesto en función de tales propósitos. De hecho, los diplomáticos estadounidenses asesoran sistemáticamente a los estudiantes hongkoneses, han convocado a los empresarios locales y estadounidenses a las movilizaciones, a la vez que se han distribuido un “manual de desobediencia” que fue realizado en Estados Unidos. 

La conflictividad en Hong Kong es un elemento dentro de la compleja estrategia de contención y agresión a China, la que está compuesta por elementos geoestratégicos, militares, económicos, tecnológicos, políticos, ideológicos, etc. Estados Unidos y sus súbditos realizan reiterados ataques sobre las localidades donde existen elementos de conflictividad, como son: el Tíbet, Xinjiang, Hong Kong y Taiwán. Trump, dentro de una actitud de plena prepotencia e injerencia, firmó una ley sobre Hong Kong. 

No se puede reducir los objetivos de la conflictividad de Hong Kong, a la desestabilización exclusiva de la localidad. Sus propósitos, dentro una estrategia de “caballo de troya”, transcienden a irradiarla la ingobernabilidad o la “revolución de color” al interior de la República Popular, dentro una “lucha por todos los trabajadores chinos”. 

Gran parte de la “dimensionalidad” de la conflictividad en de esta localidad, es un “producto” mediático “occidental”, con un sesgo profundamente antichino. 

Con respecto a Hong Kong, Estados Unidos y sus aliados han creado un “frente de indignación” burdamente hipócrita, de doble discurso, injerencista y transgresor de las leyes internacionales”. De hecho, tales países no tienen ningún reclamo con respecto a la violación de los derechos humanos y el racismo en Estados Unidos, no condenaron la represión a los miembros de los “chalecos amarillos” en Francia, ni la anexión de los territorios palestinos por el régimen criminal sionista. Además, tales países tampoco reconocen las agresiones y bloqueos a Cuba y Venezuela, ni acusan los derechos que se autoproclaman Estados Unidos con la doctrina Monroe en América Latina. 

  1. ¿Considera que puede suponer la quiebra irreversible del principio “un país, dos sistemas”?

Es sumamente importante para las autoridades de la República Popular China, demostrar la viabilidad del principio “un país, dos sistemas”, como una fórmula no traumática de reintegro de las regiones que les fueron ocupadas al país. 

No creo que se quiebre el principio, sino todo lo contrario. Con la nueva disposición legal, a la vez que se llena un vacío legal, se robustece la gobernabilidad y la seguridad del territorio, elementos imprescindibles para el funcionamiento de la economía, la sociedad y las instituciones. 

De ahora en adelante, los elementos mercenarios, transgresores y violentos, tendrán que enfrentarse a disposiciones legales. Las autoridades encargadas de velar por la seguridad, estarán respalda por el estado de derecho imperante. 

Las autoridades de la República Popular han manifestado su disposición al diálogo y al entendimiento, pero sin renunciar a la defensa de su soberanía del territorio. Además, no son pocos los sectores que aspiran a regresar a la normalidad, de recuperarse de grandes pérdidas económicas y rescatar la prosperidad territorial. 

  1. ¿Cree que la nueva ley ayudará a resolver esta crisis o, por el contrario, incrementará la tensión y la inestabilidad?

Estimo que la ley constituye un elemento necesario, para encausar la crisis por buen rumbo. 

La ley representa el fundamento legislativo necesario para resolver la crisis. Existen elementos que están a favor de la normalidad local. Por ejemplo: China tiene a su favor la legitimidad de su soberanía sobre Hong Kong; la legislación está amparada por el derecho internacional; las autoridades chinas han mantenido el respeto al principio de “un país, dos sistemas”; las autoridades china han mantenido una actitud de sensatez, discreción y paciencia en las grandes revueltas; y existen no pocos sectores que reclaman el regreso a la normalidad económica, política y social de la localidad.