Un tercer pleno a destiempo Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Sistema político by Xulio Ríos

Con varios meses de retraso respecto a la fecha más habitual, en otoño, el Buró Político del PCCh ha convocado la tercera sesión plenaria del Comité Central para el próximo mes de julio. Esa fecha en sí no es un hecho extraordinario pero si poco común. Es por ello que se ha especulado mucho acerca de las razones de la demora de la convocatoria remitiéndose, en lo fundamental, a las dudas existentes a propósito de la marcha de la economía. Aplicando una lógica idéntica, el crecimiento del 5,3 por ciento en el primer trimestre del año habría favorecido ahora la adopción de la decisión.

En lo político, sería difícil de explicar para Xi en el recuperado encuentro de verano de Beidaihe que no se hubiera celebrado el tercer pleno.

Por lo general, el tercer pleno de cada mandato se centra en las cuestiones de índole económica. En este sentido, no se espera ningún cambio sustancial de guión, al contrario de la invectiva común, es decir, la insistencia en los riesgos y desafíos del momento como también en la persistencia en la actitud del Partido y del gobierno apelando a la profundización general de la reforma.

Según el comunicado oficial de la convocatoria, la sesión estudiará principalmente cuestiones relacionadas con la reforma y la modernización; también destaca el tema del desarrollo integrado de alta calidad del delta del río Yangtsé, señalado como uno de los principales motores del desarrollo en la actualidad, con apelaciones a Shanghai como vector de estructuración del desarrollo coordinado de las provincias de Jiangsu, Zhejiang y Anhui. En este sentido, la única duda relativa es si Xi Jinping, ahora en su tercer mandato, introduce algún matiz novedoso, es decir, si pone rumbo a una mayor confluencia con el denguismo o si, por el contrario, insiste en dotar de mayor contenido su “nueva era”.

En el orden social, cabe destacar la insistencia en la adhesión cívica a través del reparto justo de los beneficios de la modernización, esto es, la prosperidad común, la igualdad y la justicia social.

Cabe resaltar que la coyuntura económica, pese a su complejidad, no ofrece ningún tránsito existencial que sugiera un momento de especial preocupación inmediata. Por el contrario, la convicción de que la economía china ha dado muestras de un buen inicio este año y que la relación con EEUU ha entrado en una fase de búsqueda común de cierto apaciguamiento a pesar de las últimas polémicas sobre el “exceso de capacidad productiva” ofrece un contexto menos adverso que en meses anteriores muy marcados por las secuelas de la pandemia y el agravamiento de las tensiones geopolíticas. Por tanto, en lo económico, sobre la base de los buenos datos y desmintiendo los rumores de deterioro imparable, apelando al desarrollo de las “nuevas fuerzas productivas de calidad” que marcaron las “dos sesiones” de marzo, el tercer pleno se afanará en proyectar el mensaje de hallarse en la senda de recuperación de un crecimiento estable.

En lo político, es previsible que aun manteniendo el apego a las directrices fundamentales de la nueva era, el PCCh apueste por cierto aflojamiento interno que, de una parte, sin merma de asegurar la seguridad política manteniendo con firmeza la trayectoria de la lucha contra la corrupción y el reforzamiento mayúsculo del Partido, de otra, ofrecerá más apoyo a la inversión privada, interna y externa, con garantías de no afectación de una atmósfera más transigente con sus intereses. El avance de la economía es la prioridad número uno.

En la lucha contra la corrupción, los casos del exministro de exteriores Qin Gang y de defensa Li Shangfu bien pudieran ser cerrados alentando el relevo definitivo en las respectivas carteras, lo que podría suponer en confirmar el ascenso de Liu Jianchao, actual jefe del departamento de enlace internacional del PCCh, y del actual ministro de defensa Dong Jun, que se integraría en la Comisión Militar Central.

En el momento presente, para Xi lo más importante es contrariar con éxito la narrativa occidental de que la economía china, con serios problemas estructurales, ha entrado en fase de declive; y que, por el contrario, prosigue su impulso habilitando capacidades añadidas para gestionar la nueva ronda de la revolución tecnológica y los cambios industriales en curso.

Asimismo, que la nueva dinámica ofrece margen suficiente de actuación para reiniciar las relaciones con algunos países clave y relanzar los grandes proyectos internacionales del xiísmo, particularmente, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en un contexto particularmente complejo, con un nuevo mapa político en la UE, cuyo perfil ya entonces conoceremos, y a escasos meses de las elecciones estadounidenses.