El reiterado argumento de la seguridad nacional para acorralar a la tecnológica Huawei parece un cuento chino. Da la impresión que con cualquier tecnología en la que China destaque habrá un problema de esta naturaleza. ¿Dónde están las pruebas? ¿De los casi 200.000 empleados de la compañía no han podido sobornar a alguno cualificado que suelte prenda? No hay evidencias, solo sospechas interesadas. Y cabe imaginar que las habrán buscado intensamente. Y paradójicamente, esto ocurre después de que en 2012, Edward Snowden confirmara la presencia de intrusos adosados a los equipos estadounidenses destinados a China o la existencia de un programa de vigilancia masiva de la NSA. Esto sí está probado. Lo único realmente evidente es que la tecnología de Huawei es altamente competitiva y sitúa a China por delante. Y eso es lo que se trata de frustrar catalogándola como una amenaza “a la seguridad”.
Los antecedentes de EEUU en la represión de cualquier empresa extranjera que desafíe su liderazgo tecnológico advierten de la contundencia de su presión. Pero es política comercial y no de seguridad. En este contexto, la detención en Canadá de Meng Wanzhou, la directora financiera de la firma china, recuerda al caso de Frederic Pierucci, ex directivo de la compañía francesa Alstom, un gigante de la electricidad y el transporte. Pierucci fue detenido en EEUU en 2012 por su relación con un caso de corrupción en Indonesia (no en EEUU). Fue el detonante de una cadena de litigios que culminó con la adquisición parcial de Alstom por la estadounidense General Electric, bloqueando la posibilidad de fusión entre la empresa gala y la Shanghai Electric Company. Al hacerse con Alstom, EEUU obtuvo el control del mantenimiento de todas las centrales nucleares francesas… Y no se dijo ni pío. La detención de Meng Wanzhou no tiene nada de inocente, y es parte de esa misma política. En su momento, Trump llegó a poner sobre la mesa el intervenir en su proceso de extradición si China mejoraba su oferta para lograr un acuerdo comercial. Pierucci, que cuenta su experiencia en “La trampa estadounidense”, reconocía hace unos meses que EEUU está utilizando contra Huawei una estrategia similar, comportándose como un auténtico sicario ante firmas rivales.
La gravedad del caso nos remite a la imposición de un bloqueo científico y tecnológico creciente para obstaculizar el desarrollo de la industria china de tecnología punta. De persistirse en esta vía, el desacoplamiento y desdoblamiento tecnológicos podrían convertirse en una realidad difícilmente evitable. Consciente del riesgo y la amenaza que supone para la pervivencia de la empresa, Huawei se “desamericaniza” a pasos agigantados. China ya está invirtiendo fuertemente para producir chips de última generación que eviten la dependencia actual de los fabricantes estadounidenses (el pasado abril, la unidad de chips Hisilicon de Huawei superó a Qualcomm para convertirse por primera vez en la principal proveedora de chips de teléfonos móviles en China y para 2025 el 70 por ciento de los microprocesadores utilizados en China serán producidos localmente).
EEUU ha mantenido su posición tecnológica dominante durante décadas y acusa a China de intentar desbancarle con prácticas abusivas. Pero lo cierto es que China ha realizado enormes inversiones y desarrollado políticas audaces que han contribuido significativamente al salto del que hoy somos testigos. Es por eso que ha eclipsado o está a punto de hacerlo, a EEUU en el despliegue rápido de ciertas tecnologías como es el caso del 5G. A finales de 2019, China contaba ya con 150.000 estaciones de base 5G (160.000 a finales de febrero de este año) frente a solo 10.000 en EEUU. El uso comercial del 5G a gran escala dentro de la red de telecomunicaciones de 50 ciudades ha fidelizado ya cerca de 13 millones de usuarios.
La estrategia de China para hacer crecer su talento en ciencia y tecnología se ha basado en la mejora de la educación, la atracción de talento chino del extranjero, y de talento propiamente extranjero. La reforma educativa en este campo se manifiesta en la cuadruplicación del número de ingenieros licenciados, que pasó de 360.000 en 2000 a 1,7 millones en 2015. No es simple pirateo. Hay una política sostenida claramente reconocible.
La decisión de la UE
Pese a ello, las coacciones estadounidenses funcionan. ¿Qué hará la UE? Nos lo podemos imaginar tras la decisión del Reino Unido de dar marcha atrás a su aceptación de la participación parcial de Huawei en el despliegue de su red 5G. Si el ex director de la CIA Mike Pompeo se lo pide, Boris Johnson hasta podría peinarse. La decisión de Londres tendrá amplias implicaciones en las relaciones con Beijing. No se trata solo de los millones de libras y el coste añadido del retraso en el lanzamiento de la red 5G sino de la brecha abierta en la confianza entre ambas partes, afectada también por la crisis de Hong Kong. La caída de una ficha tras otra afectará a las decisiones finales de Alemania y Francia.
Y sin embargo, la “autonomía estratégica” que reivindica ahora para sí la UE debiera traducirse en la toma de decisiones independiente al margen de las coerciones. ¿Se imaginan que fuera al revés, que fuera China quien estuviera presionando como lo hace EEUU? Pero nadie califica a los diplomáticos estadounidenses como “wolf warrior”….Si EEUU quiere embarcar a Europa en su estrategia anti-china porque no consiente que nadie amenace su hegemonía, la UE debe tener bien presente que China no es una amenaza a su seguridad y que su estabilidad depende de la preservación de su modelo sociopolítico y económico. Y en ese orden, la cooperación económica con China es tan vital como el distanciamiento transatlántico en algunas estrategias. Es la única forma de fortalecerse si aspira a evitar su declive.
Numerosos grupos europeos continúan fabricando sus productos en China para el mercado internacional, incluyendo los competidores de Huawei, como Nokia o Ericsson. Huawei sugirió construir una fábrica en Europa que serviría para minimizar las preocupaciones de seguridad de los europeos y ayudaría a relativizar esa idea de representar un peligro. Para todos, la seguridad nacional es una prioridad. Pero no hay evidencias que sustenten una prohibición de los equipos de Huawei. Hay que recordar que Huawei ya dispone de un laboratorio de ciberseguridad en Alemania cuyo fin es demostrar que sus equipos no tienen “puertas traseras”. Hay otro en Reino Unido y está proyectado otro en Polonia.
Puede que simbólicamente derrotar a Huawei equivalga a derrotar a China. Pero también someter, una vez más, a Europa.