Año de España en China

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

El pasado abril se inauguró el Año de España en China y del 24 al 29 de junio los Reyes visitarán el gigante asiático. El ministro Moratinos ha señalado que esta visita de Estado debe servir para propiciar un “salto cualitativo” en las relaciones bilaterales, mejoradas, a pesar de algunos pequeños desentendimientos (en relación con Falungong o Tibet) desde la visita que Hu Jintao, el presidente chino, realizó a Madrid en 2005 para sellar una alianza estratégica.

La presencia española en China ha mejorado en los últimos años, pero sigue siendo deficiente a todos los niveles. En lo económico, el monto de las inversiones (54,2 millones de euros en 2006) y el número de empresas (450) está muy por debajo de las hipotéticas aspiraciones y posibilidades de la octava economía del mundo. El déficit comercial bilateral supera los 12.000 millones de euros. España no alcanza a representar siquiera el medio punto de las importaciones chinas o de la inversión extranjera directa que recibe. En lo cultural y educativo, queda mucho por hacer. En aspectos de imagen, aunque no negativa, es manifiestamente mejorable. Todo ello exige un mayor esfuerzo de las autoridades y el conjunto de la sociedad para impulsar la presencia española y lograr ese objetivo de doblar la presencia empresarial en un par de años. 

En las relaciones con China, el factor institucional y político es de extrema importancia. Estas visitas contribuyen de modo decisivo a fortalecer las relaciones bilaterales y a identificar y promover oportunidades para estrechar lazos a todos los niveles, no solo empresarial. El diálogo con las autoridades chinas, del que no debe excluirse la problemática de los derechos humanos, debe incorporar elementos hasta ahora ausentes y que pueden resultar de extremo interés para Beijing a corto y medio plazo. El Estado autonómico español es objeto de estudio por parte de los académicos chinos, preocupados, al igual que la dirigencia política, por la modernización del estado y el fomento de una descentralización leal que impida el agravamiento de las tensiones nacionalistas (principalmente en Tibet y Xingjiang). China tiene cinco regiones autónomas que no cuentan ni con Estatuto. Con todas sus limitaciones, la experiencia española, que será objeto de análisis en un Congreso a celebrar en la ciudad de Kunming en 2008, puede fijar más la atención de China en nuestras autonomías y fortalecer así las relaciones bilaterales a otros niveles.