El diálogo entre EEUU y China no termina de cuajar. Los presidentes Biden y Xi hablaron por teléfono el 10 de septiembre, la segunda vez desde que el primero asumió la presidencia. Y todo indica que los marcos no se han movido ni tampoco cercenado la tendencia hacia una mayor tensión estratégica. Ello a pesar de que el pasado agosto, la Casa Blanca levantara algunas de las restricciones impuestas a Huawei, lo cual podría interpretarse como un tímido gesto hacia la distensión.
Biden aseguró a su interlocutor su propósito guía de que “la competencia no se convierta en un conflicto”. Y lo dijo unos días antes de anunciar la creación de la alianza militar AUKUS (con Reino Unido y Australia), que en China solo puede sonar a otra vuelta de tuerca para contrarrestar su emergencia.
La conversación entre ambos líderes se produjo una semana después de la visita a China del enviado para el clima John Kerry (ex Secretario de Estado con Barack Obama) que por segunda vez (el anterior viaje fue en abril) pisó suelo chino desde que está en el cargo. Más allá de las diferencias de ubicación de los encuentros (Shanghai antes y Tianjin ahora), la clave de su visita puede radicar en la identidad de sus interlocutores. En abril, Kerry se reunió con su homólogo chino para el clima, Xie Zhenhua, y con el viceprimer ministro Han Zheng. Pero en esta segunda ocasión intervino también Yang Jiechi, máximo responsable de los asuntos exteriores en el PCCh. Como en anteriores ocasiones, Xi rechazó la posibilidad de cualquier encuentro con el enviado estadounidense.
Desde el no-diálogo de Anchorage (Alaska) en marzo, ya conocemos la franqueza de Yang. Y es previsible que el tono de la conversación por su parte fuera un tanto exigente con el alto funcionario de Washington. Quizá ha habido algún mensaje y quizá eso provocara la llamada de Biden.
En un encuentro posterior entre el PCCh y los partidos demócrata y republicano, Yang ratificó esa impresión de escepticismo ante el diálogo en tanto no se descargue la atmosfera general bilateral regresando al “buen camino”.
El clima o el problema nuclear en la península coreana son asuntos que preocupan a ambos y en los que puede haber compromisos. No obstante, la insatisfacción mutua es la característica más sobresaliente y Wang Yi advirtió a Kerry que de seguir así, esto también podría afectar a la cooperación en las cuestiones que más les acercan.
En el corazón de las disputas estratégicas, el asunto de Taiwán despunta cada vez con más fuerza. Para China es una “línea roja”, circunstancia de la que ha advertido por activa y por pasiva. Sin embargo, Washington alarga cada día un poco más su implicación dejando entrever que bajo ningún concepto aceptará “perder” Taiwán”. La isla se ha convertido en el corazón de la estrategia estadounidense para el Indo-Pacífico y el acercamiento en materia económica y de seguridad avanza a pasos agigantados. Xi no puede permitirse ambigüedades en este asunto y en algún momento bien pudiera dar un peligroso golpe en la mesa.
En este contexto, no es de extrañar que el presidente chino rechazara la posibilidad de celebrar una cumbre cara a cara, tal como parece haberle sugerido Biden según indicó el Financial Times. Sin bajada de tono, no habrá foto. Y no es previsible que esto cambie de forma sustancial a corto plazo. No hay en el horizonte perspectivas de un cambio de rumbo significativo.