China e India: ¿enemistad irreconciliable? Bienvenido Tingyi Chen Weng es estudiante del Grado de Relaciones Internacionales en la UCM y realiza prácticas en el Observatorio de la Política China (OPCh)

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

En una mítica escena de la película El Padrino II, Michael Corleone le comenta a Frank Pentangeli: “Mi padre me enseñó muchas cosas aquí. En esta habitación, me dijo: mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos”. Algo así parecen haber hecho China y la India. Ambos han sido capaces de cooperar en proyectos multilaterales como los BRICS o la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), pero la enemistad ha prevalecido en sus relaciones bilaterales. Actualmente, las relaciones se encuentran en uno de sus puntos más bajos en décadas.

En junio de 2020, soldados chinos e indios se enfrentaron en un choque fronterizo en la región de Ladakh que dejó al menos 20 muertos por la parte india y 4 fallecidos por la parte china –al menos reconocidos oficialmente–, en lo que fue la peor escalada en más de medio siglo.

El conflicto fronterizo entre ambos es, sin duda, una de las mayores fuentes de desconfianza, el cual derivó en la guerra sino-india de 1962, que desde entonces enemistó a los dos países. La herencia colonial británica dejó sin resolver la cuestión de las fronteras. India defiende la línea McMahon, pero esta es rechazada por China debido a que fue una frontera acordada por el Imperio Británico y el Tíbet, a quien no reconoce soberanía y, por tanto, no poseía la capacidad para firmar tratados.

Otra de las fuentes de antagonismo es la rivalidad geopolítica derivada de la región del Océano Índico. Nueva Delhi teme que la creciente influencia china en la región y los proyectos en Sri Lanka (el puerto de Hambantota), Bangladesh (el puerto de Chittagong) o Pakistán (el puerto de Gwadar) puedan convertirse efectivamente en la creación de su temido “collar de perlas”, que tiene el supuesto objetivo de contener y cercar al subcontinente indio.

Es por ello que la región del Océano Índico se ha convertido en una prioridad bajo el mandato de Narendra Modi. Su iniciativa del Neighbourhood First (vecindad primero) y la Doctrina SAGAR (Security And Growth for All in the Region, Seguridad y crecimiento para todos en la región) buscan reorientar estratégicamente la política exterior india para aumentar la capacidad de poder en su esfera de influencia “natural”, centrando su mirada en los países que conforman su periferia más inmediata, y adoptando un papel proactivo como proveedor de seguridad neto en la región con el objetivo final de contrarrestar la creciente presencia china en la zona.

El gobierno de Modi también ha buscado un mayor papel en el Sudeste Asiático con la modificación de la política de los 90 del “Look East” hacia el “Act East”, con el propósito de adoptar también un papel más proactivo en esta región. No obstante, esta política ha tenido un efecto limitado, puesto que, en términos absolutos, la influencia china en la región es mucho mayor.

Asimismo, siguiendo la máxima del autor del Arthashastra, Kautilya, “mi vecino es mi enemigo natural y el vecino de mi amigo es mi amigo”, Nueva Delhi ha cultivado igualmente las relaciones con los países vecinos de China como Vietnam, Japón o Corea del Sur.

Finalmente, otro vector que contribuye a la animadversión es la amistad en “todos los climas” de China con Pakistán, el enemigo acérrimo indio con quienes también tienen conflictos fronterizos en la región de Cachemira. Aunque China no tiene formalmente aliados, Pakistán constituye algo muy cercano a ello. Para Nueva Delhi, esta asociación estratégica representa una amenaza directa, puesto que Beijing está ayudando a la modernización del ejército pakistaní, así como cooperando en materia nuclear.

El factor ruso

Rusia ha sido tradicionalmente el contrapeso en el antagonismo sino-indio y ha jugado un importante papel en la intermediación en el conflicto de Ladahk de 2020, contribuyendo al apaciguamiento de las tensiones y al impulso del diálogo entre ambos.

Moscú tiene una asociación estratégica con ambas naciones. Para India, Rusia es su principal proveedor de armamento, además de un importante apoyo político a nivel internacional, sobre todo en cuestiones relacionadas con el conflicto en Cachemira. El ámbito armamentístico también tiene un gran peso en las relaciones sino-rusas, pero el incipiente comercio entre ambas naciones también está adquiriendo una gran importancia en los vínculos entre el “oso” y el “dragón”.

La normalización de las relaciones bilaterales entre China y la India es fundamental para Moscú en su propósito de construir un orden internacional alternativo a la hegemonía occidental liderado por Estados Unidos. Así, ha sido un firme defensor de una coalición tripartita entre las tres naciones tras su primera aparición formal en un discurso del entonces primer ministro ruso Yevgeny Primakov en 1998 y ha propulsado la cumbre anual trilateral Rusia-India-China (RIC). La consecución de la visión formulada por Putin por primera vez en 2015 de la “Gran Eurasia” también dependen en gran medida de esta normalización.

¿La aparición del factor estadounidense y el Quad?

Durante los últimos años, la India de Modi se ha acercado a Estados Unidos en su afán por contrarrestar la creciente influencia china en Asia, tal como quedó patente en la reciente visita del secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, a Nueva Delhi justo después de la reunión del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (más conocido como Quad). El reciente entusiasmo indio ha sido el factor clave de la revitalización de este diálogo “Quad” ya que, a pesar de haber sido creado en 2007, no ha tenido excesiva importancia hasta el año 2017.

Estados Unidos se ha ido afianzando durante las últimas décadas como un importante proveedor armamentístico y ha proporcionado a India equipos militares por valor de unos 18.000 millones de dólares desde 2001. Sin embargo, la elevación en las relaciones en las que tanto empeño puso la administración de Donald Trump enfrenta  un gran problema.

La política exterior india, a pesar del giro estratégico de Modi, se ha caracterizado y sigue estando determinada por una “autonomía estratégica” y por el idealismo de Nehru. Sin embargo, diversos analistas consideran que esto es insostenible. El analista Mohamed Zeeshan, por ejemplo, señala que “la estrategia de alineación múltiple de Nueva Delhi podría socavar la voluntad del Quad de invertir en India”.

Algo parecido pasa con Rusia y China, que podrían ver limitado su interés en invertir en India. A pesar de las crecientes tensiones, China sigue siendo el principal socio comercial de la India, por lo que el gobierno de Modi, como señala Xulio Ríos, no puede ignorar que las crecientes inversiones chinas en el país puedan quedar limitadas por la vehemente estrategia de contención china, en especial respecto al Corredor Económico China-Bangladesh-India-Myanmar, que contribuiría a aumentar el flujo comercial en los empobrecidos estados norteños indios.

Aunque ha habido una desescalada y se han reducido las tensiones en la Línea de Control Real (LAC, en sus siglas en inglés), las relaciones bilaterales sino-indias están claramente constreñidas por el conflicto fronterizo y hasta que esto no se solucione, no cabe esperar una mayor cooperación entre las naciones más pobladas del mundo. No obstante, ambos deberían hacer un ejercicio de mutuo entendimiento para coexistir dentro del inminente cambio en el orden mundial y en las estructuras de poder en Asia.

Tal como señala Mao Siwei, ex cónsul general chino en Kolkata, India debe entender que China, si bien no es un estado del Océano Índico, tiene grandes intereses legítimos ahí para proteger la seguridad de su abastecimiento energético y sus rutas comerciales. Al mismo tiempo, Mao señala que China no debe actuar como si tuviera un gran poder o autoridad y reconocer que India domina la región y se sitúa en su centro. Por tanto, China debe darse cuenta de que India es una potencia regional y no debe pasarse por alto en la política exterior china, por lo que deben respetarse sus intereses y atender sus preocupaciones.