El pasado día 7 de diciembre, Hu Jintao reclamaba la profundización de las relaciones bilaterales entre China y Japón. Lo hacía en el transcurso de una reunión con Ichiro Ozawa, presidente del Partido Democrático, de visita en China, al frente de una delegación de 450 miembros, entre los cuales figuraban 47 integrantes de la Dieta y personalidades de la vida pública nipona, formando parte del programa Gran Muralla, que desde 1989 ha permitido la visita a China de unos 200 representantes legislativos y unos 2.000 japoneses de diversos círculos sociales. Hu tiene previsto visitar Japón en 2008, una década después de que lo hiciera Jiang Zemin, entonces jefe de Estado chino.
Desde la normalización de las visitas mutuas al máximo nivel, suspendidas durante el mandato de Junichiro Koizumi (2001-2006) a causa de las visitas al santuario Yasukuni, las relaciones bilaterales se han ido recuperando de forma gradual. En octubre de 2006, el entonces primer ministro Shinzo Abe visitó China y en abril de este año, Wen Jiabao, primer ministro chino, visitó Japón. En la cumbre de la ANSEA (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), celebrada el mes pasado en Singapur, Wen se reunió con el nuevo primer ministro, Yasuo Fukuda. La confianza política entre ambos gobiernos ha mejorado de forma ostensible, poniendo en marcha diferentes iniciativas de intercambio, ya sea en materia cultural, deportiva, comunicación, juvenil, etc, en lo que se adivina un esfuerzo por recuperar el tiempo perdido.
El primer diálogo económico de alto nivel se celebró el día 1 de diciembre en Beijing. Se trata de un mecanismo anunciado durante la visita de abril de Wen a Japón y que debe servir para aproximar posiciones entre estos dos actores, ambos sustanciales en el mercado asiático e internacional. El diálogo abarca tanto temas bilaterales como multilaterales (cambio climático, cooperación regional y multilateral) y en esta primera edición se habló mucho de África (el próximo año, Japón celebrará una Conferencia Internacional sobre el Desarrollo de dicho continente). A finales del próximo año debe celebrarse la segunda sesión del diálogo y China espera que pueda ayudar a que Japón reconozca pronto su estatus de economía de mercado, algo que, por el momento, difícilmente Tokio no abordará en coordinación con las principales economías.
Japón es el tercer mayor socio comercial y la segunda mayor fuente de inversión extranjera de China. El volumen del comercio bilateral en 2006 excedió los 200.000 millones de dólares. China es el mayor socio comercial y el mercado de exportación con el crecimiento más rápido de Japón. Es su mayor socio desde enero de 2005, por primera vez desde 1947. China ha pasado de significar el 3,4% en el comercio exterior de Japón en 1990, al 17,2% en 2006. En 2007 el ritmo medio de crecimiento del comercio bilateral asciende al 14%.
En ambas partes se evidencia la renovada voluntad política de cimentar una relación sólida y con expectativas en el área económica y comercial, poniendo coto a la espiral de desentendimientos entre ambos países, lo cual no significa que puedan desaparecer los contenciosos. En vísperas del diálogo económico de alto nivel, China reclamaba a Tokio el reembolso de los bonos en marcos alemanes propiedad de taiwaneses, emitidos en 1923. El gobierno colonial de entonces obligó a los residentes en Taiwán a comprar dichos bonos con el compromiso de reembolsar capital e intereses en un período de 50 años. A los ya conocidos litigios históricos en diferentes versiones (desde los libros de texto a los restos de armas químicas en la antigua Manchuria) se suman las diferencias respecto a la soberanía y explotación de los yacimientos de gas natural del mar Amarillo.
También lo es el manejo más cuidadoso de la relación con Taiwán en momentos especialmente delicados para Beijing. A la reciente visita del candidato presidencial del Kuomintang (KMT), Ma Ying-jeou, se sumará la de su principal rival, Frank Hsieh, del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP). Beijing espera de Tokio una reafirmación de la política de “una China” y la condena del referéndum sobre el ingreso de Taiwán en Naciones Unidas, a celebrar el próximo marzo.
Un síntoma final del nuevo clima que preside las relaciones bilaterales ha sido la escala de cuatro días del Shenzhen, uno de los destructores lanza-misiles más modernos de la flota china. Se trata de la primera visita de un barco de guerra chino a puerto japonés desde el final de la guerra. Próximamente le será devuelto el gesto a China, aunque la visita de sus marinos a un navío de guerra japonés equipado con el sistema de combate americano Aegis ha debido suspenderse por temor al “espionaje” chino. El motivo fue esgrimido por Estados Unidos después de que no fuera autorizado el atraque en Hong Kong del portaaviones estadounidense Kitty Hawk.
¿Quién fijará los límites del entendimiento sino-japonés?