Contra natura Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

Es un hecho conocido que ideología y geopolítica no casan de forma lineal y pueden incluso manifestar hilarantes contradicciones. Un claro ejemplo lo encontramos en los detalles de la breve visita que realizó el presidente de EE.UU., Joe Biden, a Hanoi, que se sumó a la de otros altos miembros del gobierno americano en los últimos meses. Mirando de reojo a China, Biden espera elevar sus relaciones diplomáticas con el antiguo adversario al más alto nivel para asegurar aún más esa tenaza estratégica sobre Beijing que ha ido construyendo desde el inicio de su mandato. La intención del presidente estadounidense es elevar repentinamente en dos peldaños la importancia de Vietnam en la jerarquía diplomática de la Casa Blanca. Y Hanoi convierte a EEUU en un socio estratégico integral.

Los dirigentes vietnamitas actúan con cautela, sin negar el coqueteo pero reafirmando a la vez el carácter independiente de su política exterior. El frenesí diplomático entre ambos estados continuará en las próximas semanas con misiones exploratorias ya anunciadas. En Hanoi son conscientes de lo delicado del asunto, pero creen que si hay que dar el paso, el momento es ahora, dado que las relaciones entre EE.UU. y China tenderán a empeorar en el futuro.

Biden anuncia una ofensiva económica hacia Vietnam con promesas de un impulso bilateral en capital, tecnología y acceso a mercados; también se está negociando el aumento de los suministros militares. Hanoi sueña con convertirse en un centro de la industria de semiconductores con hipotéticos incentivos de Washington, aunque la Ley CHIPS no se lo pondrá fácil. La cooperación también podría aumentar en el ámbito energético, con el objetivo de convertir a Vietnam en un actor en el ámbito del gas natural licuado y de la energía eólica marina. Por otro lado, las multinacionales americanas multiplican sus planes en Vietnam. El fabricante de aviones Boeing y la empresa energética AES encabezan los anuncios. ¿Cuánto de esto se hará realidad?….

En la reciente cumbre de los países de la ASEAN, el primer ministro de Vietnam, Pham Minh Chinh, certificó junto a la vicepresidenta Kamala Harris que si bien todavía está en agenda la superación de las consecuencias de la dura guerra que los enfrentó en el siglo XX, los avances en la relación bilateral ofrecen una importante solidez y avances a buen ritmo. Biden quiere acelerarlo.

A nivel partidista, es bien conocida la cercanía entre los partidos comunistas de China y Vietnam, con un intercambio regular que viene de lejos, si bien discurre por otro carril.

El secretario general Nguyen Phu Trong ha destacado, al igual que Xi Jinping, «la camaradería y la hermandad» como un tesoro común compartido, alentando recíprocamente la tenacidad en la exploración para la construcción de países socialistas modernos con una perspectiva estratégica y de largo plazo.Esta guía ha servido de base en los últimos años para que Vietnam priorice los vínculos con China en su política exterior. «Hermanos y vecinos», ambos partidos también han establecido un consenso básico entre los respectivos estados con modelos y políticas de gobernanza similares.

Sin embargo, el corto plazo amenaza con hacer tambalear los «ideales» y perforar las «misiones históricas» que siempre han nutrido su cooperación y también han servido de orientación para resolver las diferencias.

La sensibilidad geopolítica muestra una agenda preocupante, con reflejos en el ámbito tecnológico, quizás el mejor indicador de la situación, en forma de restricciones a las empresas chinas. Este procedimiento revelaría un nivel importante de desconfianza. Básicamente, las fricciones marítimas por las disputas en el Mar de China Meridional (donde está en juego la soberanía pero también la explotación de recursos energéticos o pesqueros), que Beijing reivindica en su práctica totalidad, promueven de facto el acercamiento con los EE.UU. Los principios e iniciativas diplomáticas desplegadas por China son claramente insuficientes tanto para atemperar las críticas de los países ribereños como para truncar ese intervencionismo estadounidense en la zona.

La desconfianza en Vietnam y en otros países de la región se ve acentuada por hechos como el «mapa estándar» publicado recientemente por el Ministerio de Recursos Naturales de China que incide en las controversias fronterizas con el aval de algunos «hechos históricos» que otros niegan. Poco ayuda a serenar los ánimos Es más, refuerza el malestar ante las ambiciones de una China más poderosa que interesa a todos como socio económico pero de la que se distancian como referente en materia de seguridad.

Y de la misma manera que un acercamiento Hanoi-Washington a despecho de China, que podríamos consagrar como expresión de la imposición objetiva de la geopolítica como marco inevitable para satisfacer los respectivos intereses nacionales por encima incluso de la hermandad ideológica, podría resultar contra natura, lo mismo podría decirse de cualquier tic imperial, cualquiera que sea la razón en la que se base.

Sería, claro está, un error pensar que Vietnam se distancia ideológicamente de China. En los últimos años también ha concertado asociaciones estratégicas con Corea del Sur, Australia y Singapur. China sigue siendo su mayor socio comercial y también ha invertido mucho en el país, pero la falta de avances en la solución de las disputas en el Mar de China Meridional alarga una poderosa y permanente sombra sobre sus vínculos.

(Para Nós Diario)