En pos de un futuro más luminoso

In Noticias, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Li Keqiang, viceprimer ministro de China, reflexiona en este artículo sobre las posibilidades para las relaciones sino-españolas de cara al futuro.


Estoy a punto iniciar una gira por Europa al frente de una delegación china, en medio de la atmósfera embriagadora que propicia el inicio de una nueva década. Comenzaré mi viaje por España, un país al que admiro por su larga historia y moderno desarrollo, un país que siento cerca del corazón, aunque quede lejos de China. Aprovecharé esta oportunidad de traer al pueblo español la amistad del pueblo chino y el deseo sincero de China de aumentar la cooperación con España.


China, el mayor país en vías de desarrollo del mundo, con una población de 1.300 millones de habitantes personas, ha alcanzado un desarrollo económico y social notable después de más de 30 años de reforma y de apertura. Su producto interno bruto, PIB, ha crecido a un promedio anual de 9,9 por ciento, colocándose a la cabeza del mundo por su volumen económico; la continua expansión al exterior lo ha situado en el segundo lugar mundial en cuanto al volumen comercial total, además de conseguir el primer lugar entre los países en desarrollo en lo relativo a la captación de inversión extranjera, y el quinto lugar entre los países inversores a nivel global. China ha experimentado asimismo una notable mejora en el nivel de vida de su población, al transitar de la mera subsistencia a una vida modestamente acomodada en términos generales, lo que ha traído aparejado una multiplicación por ocho del ingreso per cápita. Además, se ha conformado básicamente el sistema de garantía del nivel mínimo de vida, con cobertura en las ciudades y el campo, permitiendo a más de 200 millones de hombres y mujeres salir de la pobreza, a lo cual se suma el enriquecimiento continuo de la vida espiritual y cultural del pueblo.



Aunque se siente orgulloso de estos logros, el pueblo chino también es consciente de los problemas que pueden suscitarse en su desarrollo futuro. Cualquier éxito de China, país que tiene la más compleja realidad del mundo, empequeñece frente a su descomunal población, de 1.300 millones de ciudadanos. En la actualidad, más de 700 millones de chinos todavía viven en las zonas rurales y el PIB per cápita de China se sitúa aproximadamente en el 100º lugar del mundo. En contraste con la pujanza económica de las ciudades costeras del país, algunas regiones centrales y occidentales siguen padeciendo de un gran atraso en infraestructura, salud, cultura y educación, y en ella residen personas que aún no tienen acceso al agua potable y viven en chozas, en tanto que cerca de 150 millones de personas aún sobreviven por debajo del umbral de pobreza de un dólar por día.



En la China de hoy coexisten lo avanzado y lo rezagado, las antiguas y actuales contradicciones, lo que significa múltiples desafíos y riesgos en su avance.



Al hacer un recuento del desarrollo chino de los pasados 30 años, podemos concluir que resulta imprescindible seguir una senda de desarrollo acorde a la propia realidad nacional, a la vez que abrimos las puertas a los intercambios y la cooperación con el resto del mundo, con miras a nutrirnos de los más espléndidos frutos del progreso de las civilizaciones humanas. En el mundo actual, ningún país llegará a conseguir su desarrollo con las puertas cerradas, y China no es excepción en ese sentido. Su desarrollo no puede desvincularse del mundo, a la vez que éste necesita a China para desarrollarse.



Recientemente, China formuló su modelo de desarrollo económico y social para el próximo quinquenio, a través del cual deja definidas las líneas para la aceleración de la transformación del modelo de crecimiento económico, en tanto que pone de manifiesto su voluntad de unirse al resto de la comunidad internacional para hacer frente a los desafíos y compartir las oportunidades. El desarrollo de China en el quinquenio recién iniciado supondrá una inserción internacional aún más profunda.



En primer lugar, China se adherirá a la estrategia que procura aumentar del consumo doméstico. En pleno proceso de aceleración de la industrialización y urbanización, China asiste cada año a la emigración de más de 10 millones de campesinos hacia las ciudades, tendencia que se mantendrá durante muchos años y servirá para incentivar ingentes demandas de inversión y consumo, de modo que China pase a ser uno de los mayores mercados emergentes del mundo.



En segundo lugar, China está acelerando la reestructuración sectorial, con esfuerzos dirigidos a la elevación del nivel de la industria manufacturera, la gestación y el desarrollo de los sectores emergentes de valor estratégico y el desenvolvimiento con mayor celeridad del sector de servicios. En consecuencia, la persistencia en la apertura al exterior y la protección de la propiedad intelectual se sumarán a la continua introducción de tecnologías y experiencias de administración avanzadas de otros países y al incremento de la aportación del capital humano al crecimiento económico, las cuales se constituirán en medidas de gran relevancia para promover el desarrollo.



En tercer lugar, China es un enérgico impulsor del desarrollo de la economía verde. Los conceptos y tecnologías originados en los países desarrollados, tales como la economía circular, energía limpia, tecnología baja en carbono y desarrollo sostenible, encuentran cada vez mayor aceptación entre las empresas y ciudadanos chinos, y han sido aplicados en los más diversos aspectos de la producción y la vida.



Para materializar el plan mencionado, China seguirá profundizando la reforma e insistiendo en su dirección orientada al mercado, en aras de la constitución de un sistema institucionalizado favorable a la transformación económica. La puerta de China siempre permanecerá abierta al mundo, en tanto que su desarrollo brindará enormes oportunidades de colaboración para todos los países europeos, incluida España, así como al resto del mundo.



Situados en los extremos del continente euroasiático, nuestros países están unidos, sin embargo, por el afecto que se profesan mutuamente sus pueblos y la complementariedad económica, a los cuales se suma la larga y magnífica tradición del intercambio amistoso. A raíz del establecimiento de relaciones diplomáticas, los lazos sino-españoles han cosechado resultados alentadores, arraigando profundamnente en el corazón de los pueblos. España goza de un alto nivel de desarrollo socioeconómico y mantiene el liderazgo mundial en materia de informática, turismo, servicios financieros, energía renovable y agricultura moderna, cuyas experiencias y prácticas en muchos casos le valdrán a China como referencia en su propio desarrollo. Mientras tanto, China, con su numerosa población e inmenso mercado, también ofrecerá colosales oportunidades de negocios a España. Y de ahí la cooperación sino-española tendrá tanto una mayor amplitud como profundidad en el futuro.



Si bien es cierto que dividir cualquier cosa entre 1.300 millones de personas resulta poco menos que frustrante, no es menor la satisfacción que supone multiplicar algo por igual cifra. Si cada uno de los 1.300 millones de chinos consume una botella de aceite de oliva y disfruta de unas copas de vino, probablemente no alcanzarían toda la producción anual de España en ambos rubros. Si cada año, tan solo un por ciento de los chinos hicieran un viaje turístico a este país ibérico, todos sus hoteles estarían llenos hasta el tope todos los días. Asimismo, los chinos formarán parte de los clientes de mayor peso para los sectores españoles de transporte, telecomunicaciones, banca y seguros.



China apoya las medidas adoptadas por España para el reajuste económico y financiero, con la firme convicción de que esta conseguirá la recuperación económica total. La parte china está dispuesta a explorar junto con su contraparte española cuantas modalidades de cooperación sean positivas y efectivas. China, como país inversor responsable a largo plazo en el mercado financiero europeo, y particularmente en el español, tiene confianza en el mercado financiero de España, donde China ha comprado bonos de Hacienda, adquisición que proseguirá en el futuro.



China y España siempre han sido amigos y socios. Durante la Exposición Mundial de Shanghai, el año pasado, acudieron al Pabellón de España, uno de los más visitados, más de siete millones de personas, de las cuales la mayoría era de nacionalidad china. Cada día hay más chinos que tienen el vehemente deseo de conocer más sobre España. También esperamos que, en la segunda década del nuevo siglo, un creciente número de españoles dirijan su mirada amistosa a China y se sumen a los intercambios bilaterales, de modo que juntos podamos acoger un futuro más luminoso para la humanidad.(Pueblo en Línea)




04/01/2011