Entre crestas y valles Raquel León de la Rosa, directora del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Director OPCh

Como se ha venido debatiendo en este espacio, la relación entre Estados Unidos y China vive desde hace algunos años una inestabilidad, conforme a la ambigüedad de sus políticas y de la conjugación de intereses nacionales y búsqueda de posicionamiento internacional. La visita de Anthony Blinken generaba muchas expectativas hacia una nueva fase en la relación entre estas potencias. No obstante, las declaraciones del presidente Joseph Biden han puesto a la relación en un momento tenso.

 

Hacia la cresta

La visita del secretario de Estado, Anthony Blinken, a Beijing significó un hecho histórico en los recientes años de esta relación, ya que habían pasado cinco años desde que un político de este nivel fuera a China. Ya mucho se ha comentado sobre las expectativas que este viaje generaba respecto a subsanar varios temas entre estos dos países tras una serie de eventos que habían tensado la relación a un nivel alto.

La llegada de Blinken a Beijing contó con una agenda estipulada con reuniones con su homólogo, Qin Gang, y Wang Yi.  La reunión que no estaba considerada dentro del plan original fue la que sostuvo con el presidente Xi Jinping, un acto sorpresivo, pero que era importante para a Washington un mensaje claro, que es la importancia que tiene esta relación bilateral para Beijing. Junto con lo estratégica que es esta relación, existen otros puntos clave en la imagen que China buscó con este evento. Primero, mostrar la jerarquización en la elaboración de la política exterior china, a manera de hacer visible un solo frente respecto a lo que se dice y se hace desde esta latitud. Segundo, reuniones mediáticas, pero no pomposas, en donde siempre el lenguaje corporal fue un determinante, principalmente en lo que respecta a Xi y el saludo al secretario Blinken. Esto relativo a lo que comúnmente se le llama “jugar en tu cancha”, un tanto emulando las narrativas milenarias de las misiones extranjeras visitando al emperador. Tercero, mensajes altamente diplomáticos y contundentes. Si bien se el protocolo estuvo presente al ser una reunión de alto nivel, los mensajes y las posturas fueron claras. Por un lado, China buscando estas declaraciones de la contraparte respecto a los principios rectores de la relación, en donde reafirmar la idea de una sola China es vital frente al tema Taiwán. Por otro lado, la parte estadounidense buscando la voluntad del diálogo sin bajar de la mesa temas como Ucrania, derechos humanos y seguridad internacional.  Ante todo esto, la acción de coincidir en acercamiento de diálogo fue lo más importante con esta visita, además de las invitaciones para integrantes del gobierno para dialogar sobre otros temas. En este sentido, todo indicaba un enfriamiento/distensión de esta relación tan vital en la escena internacional.

 

El valle electoral

Hace un par de años, la revista Foreign Policy lanzó un artículo en donde la premisa era que las actuales potencias están enfocadas a su política interna y que ésta determina altamente la política exterior. Este postulado se encuentra palpable en la obra de Kenneth Waltz titulada “Man, the State and War: a theoretical analysis”. Esto es mencionado pues esta construcción teórica del siglo pasado sigue presente en la praxis de este tipo de potencias globales. En el caso de Estados Unidos, si bien desde un punto mediático, el expresidente Donald Trump rompió todo un paradigma de cómo hacer la política exterior de su país, caracterizada por una exacerbación del nacionalismo, pero desde una visión pasional y recelosa de la otredad; la llegada de Biden significó el retorno a la política del rational choice con un fuerte mensaje nacionalista haciendo oda a la grandeza del triunfalismo americano del fin de la Guerra Fría. En el caso chino, el camino en la consolidación al tercer mandato y la búsqueda de una China unida para el centenario de la fundación de la República Popular también refleja un fuerte mensaje de nacionalismo y de la grandeza histórica. En ambos casos, la necesidad de una cohesión social que permita a las élites continuar en el poder es algo imprescindible. En China la unificación territorial y la transición de los dos sistemas hacia la consolidación de uno es algo visible en los discursos políticos. Mientras que en Estados Unidos, las próximas elecciones son otro momento crucial por la segmentación de la población entre las distintas visiones entre demócratas y republicanos, en donde persiste en lista Trump.

 

En este contexto interno, se puede identificar que las declaraciones realizadas por el presidente Biden en el acto de recaudación en California responden a este canal electoral, en donde la dicotomía del posicionamiento político internacional, al parecer, sigue a través de discursos de buenos y malos, algo ya observado en la campaña Trump.  Llamar dictador a Xi Jinping y crear una mofa respecto a cómo el gobierno americano solucionó el tema del llamado “globo espía” es un discurso para el pueblo habido de historias de grandezas en medio de un contexto económico complejo y de una mayor brecha de desigualdad dentro y fuera de este país.

 

Obviamente este acto desató una controversia a nivel internacional, ya que la rapidez de la comunicación mediática no espera. Las reacciones chinas llegaron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y su vocera Mao, quien criticó fuertemente las declaraciones de Biden.

 

¿Un cuento de nunca acabar?

Lo sucedido pareciera que deshace lo realizado por la diplomacia, tal como ahora lo muestran las series de streaming, a veces las voluntades diplomáticas no necesariamente están alineadas a los jefes de Estado, en la diversidad de características de estos personajes políticos hay algunos jefes de Estado que gobiernan con una visión ajena a la realidad internacional y las implicaciones de sus actos, hay otros que tratan de mediar y quienes son altamente diplomáticos y cautelosos. Más allá de esto, últimamente se ha cuestionado mucho la cabida de las Relaciones Internacionales y la formación diplomática, esto frente a un mundo cada vez más capitalista y donde a veces pareciera que la vinculación estatal es más económica que diplomática. En este punto y ejemplo de relación bilateral, se espera que sean los aparatos diplomáticos los que logren estabilizar esta tormenta. Hay que recordar la humanidad de los propios jefes de Estado, en donde todos quieren ser reconocidos por la historia. No obstante, en la complejidad del escenario internacional, los temas que hoy hacen dialogar a China y Estados Unidos parecen agotarse, y cada vez son más los puntos críticos y de desacuerdo en ambos lados. Como se ha mencionado en otras entregas, estamos en un momento en donde ambos actores estatales actúan y reaccionan frente a declaraciones o acciones que puedan afectar sus intereses.