China no entiende la actitud de la Unión Europea. Alcanza a comprender que EEUU se revuelva ante la verosimilitud de la hipótesis de perder su condición hegemónica y que desate mil y una formas de intimidación (desde la guerra comercial a la presión militar y estratégica) sobre China para impedirlo. Pero Beijing cree que a Europa esto no le va ni le viene y que la defensa realista de sus intereses le distanciaría de EEUU para acercarle más a China. ¿Acierta o se equivoca?
En resumidas cuentas, así podríamos resumir la esencia del mensaje que el primer ministro Li Keqiang ha querido transmitir durante su última visita al Viejo Continente. En Sofía, en la cumbre con los PECO (en la que participan 11 países de la UE de un total de 16), Li pudo constatar la atención y receptividad dispuestas por sus interlocutores. Paradójicamente, en buena parte de estas capitales se simpatiza ideológicamente mucho más con los postulados de Trump que con los defendidos por Bruselas en más de un aspecto relevante. Pero los intereses económicos y comerciales imponen una agenda consensuada con China, dando muestras de su vigor. Este foro China-PECO fue instituido en 2012 y el año pasado el volumen del comercio bilateral sumó 68.000 millones de dólares, con un incremento del 15,9 por ciento, superior al registrado con la UE. Para Beijing, los PECO son pieza clave en su Iniciativa de la Franja y la Ruta para estrechar la conectividad en Eurasia y sus inversiones en infraestructura seguirán en aumento en los próximos años. Brazos abiertos, pues.
En Berlín y ante la canciller Merkel, Li Keqiang reiteró que China no pretende utilizar esta plataforma con los PECO para dividir a la UE. Muy al contrario, se trataría de contribuir a mejorar y complementar los equilibrios continentales. Para certificar esa voluntad constructiva, se buscó la presencia de altos funcionarios comunitarios, del Banco Mundial o del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Li revalidó su compromiso con la unidad e integración europea. Ni una duda al respecto.
Con los primeros disparos de la guerra comercial con EEUU planeando sobre sus cabezas, Li Keqiang enfatizó la cercanía China-UE en asuntos clave como el cambio climático o la defensa del orden comercial vigente, confiando en la proximidad de acuerdos largamente dilatados como el tratado de inversión bilateral.
De ahí pasó a lo más importante. China ansía que la UE suscriba una declaración conjunta contra las políticas proteccionistas y unilaterales de la Casa Blanca pero Bruselas se resiste porque es consciente del significado político de un pronunciamiento de tal naturaleza. Además, en el fondo, aunque no en la forma, la UE comparte las críticas de Washington a las políticas comerciales e inversoras de China. Oportunamente, Beijing lanzó sus dardos anunciando disminuciones de aranceles o la reducción de la lista negativa sobre inversión extranjera y extendió el llamado a la participación en la feria mundial de importaciones que se celebrará en noviembre en China, una especie de inédito gran bazar global con el cual pretende reafirmarse como líder del comercio multilateral y abierto.
Li Keqiang transmitió a las autoridades comunitarias el interés de China en que la colaboración con la UE sea un ejemplo de entendimiento y cooperación inclusiva, mostrándose dispuesto a consensuar posturas para recabar su apoyo. Para lograrlo, Beijing tendrá que ponderar en mayor medida las reclamaciones que le transmitió la líder alemana, en especial, facilitar el acceso de las empresas europeas a su mercado y la participación en igualdad de condiciones en concursos y licitaciones públicas. Las reticencias europeas ante el apetito chino por su sector tecnológico e industrial tampoco se esfumarán de la noche a la mañana.
Las economías de China y la UE representan el 40 por ciento de la economía global. El comercio bilateral ha tenido un rápido desarrollo y en 2017 superó los 610.000 millones de dólares. Sus acuerdos pueden tener consecuencias globales relevantes. El próximo 16 de julio, Beijing acogerá una cumbre de líderes de ambas partes. Cabe esperar que China multiplique sus gestos de buena voluntad. Veremos si entonces la UE modera o no aquella certeza resistente de su adscripción como sólido pilar de la hegemonía occidental que defiende Trump o se abona al pragmatismo que le sugiere China y que pavimentaría un poco más el camino de su ascenso.