Desde su ingreso en la Organización Mundial del Comercio en el 2001, China se consolidó como el principal receptor de inversión extranjera directa (IED) del mundo en desarrollo: en la última década recibió un promedio de 50.000 millones de dólares al año. Sobre la base de un exiitoso modelo de apertura controlada, logró ubicarse en el centro de las estrategias de los inversores, mientras que los países latinoamericanos enfrentan dificultades para insertarse efizcazmente en la economía mundial.