Multilateralismo con características chinas César de Prado (凯撒•德•普拉多), autor del libro "Global Multi-level Governance"

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

En una Europa ocupada en chapotear en el agua y apagar fuegos, y algo preocupada por el Covid y Ucrania, un tema crucial pasa desapercibido: el creciente intento de la República Popular China (RPC) de liderar o conducir (引领) un cambio o revisión en las relaciones internacionales a través de más, y más densos y más globales, procesos sinocéntricos. Pero empecemos recordando sus primeros pasos en su larga marcha.

En 1971 la RPC sustituyó a la República de China (ROC o Taiwán) en las Naciones Unidas, aunque tuvieron que pasar muchos años para que la RPC se mostrara particularmente activa en el multilateralismo.  En una segunda fase, tras la Guerra Fría, la RPC se incorporó a procesos de diálogo y cooperación blandos con diferentes partes del mundo (APEC, ASEM, ASEAN+ CICA, ACD…) y a más instituciones y actividades del sistema de las Naciones Unidas.  Ya en el nuevo siglo, en una tercera fase, la RPC comienza a crear sus propios procesos centrados en Beijing (llamémosles 1+N): el FOCAC con África, y más tarde el CEEC con Europa Central y Oriental.  Todavía este incipiente multilateralismo sinocéntrico no se veía como un riesgo importante para el multilateralismo de corte occidental ya que generalmente se enfocaba a temas de desarrollo. Además, la RPC ingresó en 2001 en la OMC, y al poco lo hacía la ROC con el nombre de Taipéi Chino.  La RPC también empezó a tratar temas de seguridad de una manera plurilateral: a través del SCO coordinaba con Rusia atajar la expansión del terrorismo, extremismo y separatismo en Asia Central; y el asunto del terrorismo igualmente preocupaba mucho a occidente.

En la última década, en una cuarta fase, el gobierno de Xi Jinping promueve multilateralismos sinocéntricos cada vez más amplios no sólo en temas de desarrollo económico, sino también en temas de seguridad. A través de la Franja y Ruta de la Seda, desde 2013 la RPC impulsa corredores terrestres y marítimos, principalmente centrados en sus socios de la vecindad, pero con lazos con un creciente número de países amigables de todo el mundo. Y poco después establece bancos de desarrollo e infraestructuras plurilaterales (BRICS-NDB) y regionales (AIIB) con grandes capitales.  Pero en 2014 en la CICA, el presidente Xi ya instaba a los países asiáticos a construir una nueva seguridad común y cooperativa basada en sobre el diálogo: “Corresponde a los pueblos de Asia dirigir los asuntos de Asia, resolver los problemas de Asia y defender la seguridad de Asia”.  No obstante, muchos países de la ASEAN, contando con el apoyo legal de las Naciones Unidas, recelan del comportamiento de la RPC respecto a las disputas territoriales en el mar del sur de China.

En la actual y convulsiva década, la RPC aún no está atacando el multilateralismo occidental que en parte le conviene , pero lo critica y relega mientras potencia rápidamente nuevos procesos con características propias y mayor alcance geográfico y temático. Ante el AUKUS, en mayo de este año la RPC propuso un acuerdo multifacético, incluyendo temas de seguridad, con diez países del pacífico. En junio convocó en Addis Ababa una conferencia de paz, buena gobernanza y desarrollo en la comisión-secretariado de la Unión Africana para intentar resolver conflictos en el Cuerno de África con un enfoque alternativo a occidente.  En América Latina, la RPC aún no parece buscar mecanismos 1+N , pero sus jugosos acuerdos bilaterales aceleran el desmoronamiento de los procesos de cooperación regional que España y la Unión Europea llevan décadas apoyando. A finales de julio, Uruguay anunció un plan de acuerdo comercial con China mientras se enfrentaba a otros miembros de Mercosur en desbandada.

Mientras tanto, la RPC crea procesos 1+N cada vez más densos y globales. El pasado septiembre, el presidente Xi anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas una Iniciativa de Desarrollo Global que pretende ser una ampliación de la Franja y la Ruta de la Seda, pero enfocada en el desarrollo sostenible. Aunque aún no se han concretado medidas prácticas, ya hay más de cien países que han mostrado un cierto interés. China no está contenta con la actuación de Rusia en Ucrania, por lo que busca nuevas vías para reconfigurar su partenariado con una Rusia bajo iniciativas de seguridad global. En abril de este año, el presidente Xi Jinping lanzó una vaga, pero pro-rusa Iniciativa de Seguridad Global. Y en mayo se celebró una reunión conjunta en el CSTO (una agrupación controlada por Rusia) y una SCO en rápido crecimiento  para buscar una cooperación de seguridad posiblemente más allá de Asia Central.

Los efectos del nuevo multilateralismo con rasgos chinos (centralizado, sin contar con Taiwán, multinivel, oportunista y flexible) ya están empezando a ser un revulsivo en la Unión Europea. Esta, que aboga renovar el multilateralismo, pero manteniendo la centralidad de las Naciones Unidas, y que considera a China un rival sistémico, tendrá que aprender más del enfoque de la RPC y buscar maneras de colaborar o competir selectivamente con él. Obviar o atacar ciegamente el multilateralismo sinocéntrico serían estrategias poco razonables. Pero si se espera demasiado sin actuar, no habrá más remedio que afrontar un mundo multilateral con características chinas compitiendo con propuestas público-privadas occidentales que no acaban de despegar.

NOTA.- El libro «Global Multi-level Governance», de César de Prado puede consultarse aquí: https://archive.unu.edu/unupress/2007/multilevelGovernance.html