El rol de los voluntarios chinos durante la Guerra de Corea (1950-53) Fernando Prieto es historiador especializado en Asia Oriental y máster en Economía y Negocios de China e India.

In Estudios, Seguridad y defensa by Xulio Ríos

En la madrugada del 25 de junio de 1950 daba comienzo la Guerra de Corea. Las relaciones entre la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) y la República de Corea (Corea del Sur) habían sido muy tensas desde que en 1948 las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial decidieron dividir la península coreana de forma artificial tomando como referencia el paralelo 38: el norte estaría influenciado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el sur por los Estados Unidos de América.

¿Por qué empezó la guerra? Existen investigaciones enfrentadas al respecto, aunque la postura con mayor respaldo indica que fue una decisión unilateral de Corea del Norte para garantizar la reunificación nacional bajo un sistema comunista. Pyongyang, por el contrario, justifica su acción al señalar que comenzaron la guerra después de numerosas provocaciones e incursiones de las tropas surcoreanas desde 1948 y, más concretamente, desde 1949. El líder  surcoreano, Syngman Rhee, que gobernó de forma autoritaria entre 1948 y 1960, también buscaba un conflicto para reunificar la península coreana, por lo que era cuestión de tiempo que se prendiera la mecha que desencadenara una guerra de grandes dimensiones.

La República Popular China en 1950

El 1 de octubre de 1949 finalizaba la guerra civil china con la proclamación de la República Popular China. El Partido Comunista de China (PCCh) se enfrentó al Kuomintang de Chiang Kai-shek desde 1927, con un paréntesis entre 1937 y 1945 en el que formaron un frente común contra el invasor japonés (segunda guerra sino-japonesa).

China se encontraba en pleno proceso de reconstrucción en 1950: la agricultura, la industria y el sistema ferroviario habían quedado severamente dañados, el nivel de desempleo era elevado y ciudades tan relevantes como Shanghái o Tianjin habían sido muy castigadas por los bombardeos del Kuomintang. La inestabilidad político-económica y la sucesión de conflictos militares que habían sacudido al pueblo chino desde la caída de la dinastía Qing en 1912 mostraban un país empobrecido pero que había recuperado su orgullo nacional después de haber sido humillados desde la imposición de los Tratados Desiguales (tratados impuestos por la fuerza en los que China cedía su integridad territorial en beneficio de potencias extranjeras, convirtiéndose en un país semifeudal).

El final de la guerra, con apoyo financiero estadounidense al Kuomintang hasta los últimos compases del conflicto, obligó a Mao Zedong a buscar una alianza formal con la URSS, ya que las posibilidades de un enfrentamiento con Estados Unidos era una posibilidad real. Finalmente, y tras unas tensas negociaciones con su homólogo soviético, Iosif Stalin (Mao definió su relación por aquel entonces como “la existente entre un padre y un hijo, o entre un gato y un ratón”), en febrero de 1950 se firmó el Tratado de Amistad, Alianza y Asistencia Mutua, en el que podemos destacar la obligación de prestar ayuda a la otra parte en caso de ser atacada por Japón o alguna nación aliada, la intención de buscar una postura común con respecto a los problemas que pudieran surgir a nivel internacional y el estrechar lazos económicos y culturales entre ambos sin interferir en la política interior de cada una de las partes.

Con relación a la situación en la península coreana, en los meses previos al inicio del conflicto el dirigente norcoreano Kim Il Sung visitó Moscú para informar de una iniciativa militar para reunificar la península y solicitar su apoyo. Stalin, buscando involucrar a su vecino chino, derivó toda la responsabilidad a Mao, afirmando que apoyaría su plan si China lo respaldaba. Kim, después de visitar Pekín el 13 de mayo, logró el apoyo chino. Era la primavera de 1950 y Corea del Norte contaba con el apoyo necesario para lanzar un ataque total.

La creación de los voluntarios

Corea del Norte poseía un ejército más experimentado (habían combatido junto a las tropas chinas en Manchuria) y más numeroso (se considera que el norte contaba con 150.000 hombres y el sur con menos de 100.000), por lo que pretendían basar su estrategia en el factor sorpresa y en conquistar el sur en cuestión de días.

Pese a que Corea del Sur era de facto un protectorado estadounidense, la Administración Truman cometió el error de dejarles fuera en su conocido como perímetro de defensa americano en la región. Pyongyang, por tanto, contaba con una lenta reacción estadounidense que no llegaría hasta que el sur hubiese sido completamente invadido.

El 25 de junio comenzó la guerra y apenas un par de días después Seúl, la capital de Corea del Sur, había sido ocupada. Las tropas surcoreanas se encontraban en retirada hacia el sur de la península y las tropas del norte avanzaban sin grandes complicaciones, cercando a sus enemigos en la ciudad de Busan, ubicada en el sureste peninsular.

El 7 de julio el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció, después de haber exigido el cese de las hostilidades, que se formara un mando unificado bajo la autoridad de Estados Unidos, dirigido por el general Douglas MacArthur, para acudir en defensa de Corea del Sur. Este mando unificado contaba con la participación de 16 naciones, aunque su aportación fue irrelevante ya que todo el peso de la operación recaía en las tropas estadounidenses.

China, que en los primeros momentos del conflicto había desplazado efectivos militares a la frontera y unidades antiaéreas a la zona norcoreana de la frontera entre ambos para proteger los puentes que cruzaban el río Yalu, advirtió tanto a Stalin como a Kim del error de que el Ejército Popular de Corea avanzara hacia el sur estirando tanto las líneas, lo que podría dejarles en franca desventaja en caso de contraataque estadounidense. Sus advertencias fueron ignoradas. Pese a ello Mao entendió que la participación de su país era inevitable, ya que en caso de victoria estadounidense quedarían expuestos a sus ataques desde la península coreana y podrían impulsar al Kuomintang a atacar desde Taiwán.

El 15 de septiembre los estadounidenses desembarcaron en Incheon (ciudad cercana a Seúl), envolviendo a las tropas norcoreanas desde su retaguardia, tal y como había advertido Mao, lo que provocó el caos y la retirada hacia el norte peninsular. Beijing advirtió en diversas ocasiones que intervendrían en el conflicto en caso de que las tropas estadounidenses avanzaran hacia el norte en dirección al río Yalu, lo que fue ignorado por MacArthur a pesar de la voz de alarma de algunos de sus hombres.

Estados Unidos, modificando el mandato de la ONU que consistía en restablecer las fronteras en el paralelo 38, comenzó la conquista del norte, buscando la reunificación de la península  bajo el control de Corea del Sur.

Mao, con el fin de evitar represalias futuras por parte Washington, trató de maquillar la intervención militar china creando una fuerza expedicionaria conocida como los Voluntarios del Pueblo Chino.

Esta expedición fue creada el 8 de octubre de 1950 y estaría dirigida por el general Peng Dehuai. La propuesta inicial consistía en cruzar el río Yalu el 15 de octubre, pero la falta de respaldo soviético, que había prometido previamente cobertura aérea y suministros militares para los voluntarios chinos, provocó que se pospusiera hasta el día 19, cuando, pese a la falta de garantías soviéticas, los voluntarios comenzaron a penetrar en territorio norcoreano aprovechando la oscuridad de la noche.

Y los voluntarios cruzaron el Yalu

Desde finales de octubre se sucedieron diversas escaramuzas en territorio norcoreano. Entre el 25 de octubre y el 4 de noviembre tuvo lugar el primer gran enfrentamiento entre los voluntarios y las tropas estadounidenses, la batalla de Unsan, que se saldó con una gran victoria para los voluntarios chinos. Estos, pese a la victoria, retrocedieron, lo que hizo suponer al mando unificado que no era un ejército muy numeroso.

MacArthur, que dirigía las operaciones desde Tokio y que no pasó ni una noche sobre el terreno, seguía despreciando la presencia china, por lo que mantuvo el avance por las montañas en una ofensiva total a pesar de que se encontraban expuestas a un ataque enemigo.

El 25 noviembre se produjo el contraataque de los voluntarios chinos, que en apenas 10 días habían recuperado Pyongyang. Las tropas de Peng capturaron Seúl el 4 de enero de 1951, haciendo retroceder a Estados Unidos, pero no continuaron su marcha debido a la escasez de suministros. Los estadounidenses respondieron recuperando Seúl en marzo y haciendo retroceder a los voluntarios hasta la parte norcoreana del paralelo 38.

La guerra se estancó y el 15 de julio de 1951 comenzaron las negociaciones para lograr una tregua. Durante los dos años siguientes el conflicto se convirtió en una cruenta guerra de desgaste en busca de una posición de fuerza para que se diesen unas negociaciones que favorecieran los intereses de cada parte.

El 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio entre Corea del Norte y Estados Unidos, lo que ponía fin al conflicto a la espera de la firma de un tratado de paz que nunca se produjo.

Consecuencias de la guerra para China

La Guerra de Corea fue una cuestión de seguridad nacional y prestigio para la República Popular China. Mao pospuso la ansiada reunificación nacional (Tíbet y Taiwán) por impedir el avance de Estados Unidos en la península coreana, lo que supondría una amenaza de situarse la primera potencia militar al otro lado de su frontera.

Los voluntarios chinos, entre los que se encontraba Mao Anying, hijo mayor de Mao que falleció el 25 de noviembre de 1950, salvaron a Corea del Norte y pudieron detener a Estados Unidos, lo que hizo ganar a China un peso específico a nivel mundial, mostrándose como alternativa al comunismo soviético. A nivel regional su apoyo a los revolucionarios norcoreanos de Kim y los vietnamitas de Ho Chi Minh buscaba restablecer la relación histórica de vasallaje, aunque esta vez dentro de un marco de solidaridad internacionalista y camaradería comunista.

Mao, fortalecido a nivel interno y externo, se encontraba exultante, afirmando en otoño de 1953:

“Le hemos tomado la medida a las fuerzas armadas de Estados Unidos. Cuando no lo has hecho nunca, es normal sentirse asustado por estas… [Ahora sabemos] que el imperialismo de Estados Unidos no es tan terrible, nada de lo que tengamos que preocuparnos… El pueblo chino está ahora organizado, no permitirá que jueguen con el. Cuando provoquen su ira, las cosas se pondrán muy difíciles”.

La pospuesta reunificación nacional se vio truncada por la guerra. El presidente estadounidense Harry S.Truman dejó claro tras finalizar la guerra civil china que su país no intervendría en caso de que Pekín lanzara una ofensiva para recuperar Taiwán. Estaba previsto que dicha ofensiva se realizara en 1951, pero tuvo que retrasarse debido a la guerra en Corea. Con el nuevo escenario, agravado a ojos estadounidenses por la participación china por medio de voluntarios, se produjo un cambio en su política exterior, por lo que incluyeron a Taiwán dentro de su zona de seguridad, garantizando de este modo la supervivencia del gobierno de Chiang Kai-shek.

La Guerra de Corea fue el inicio de la cuestión de Taiwán, un conflicto que se ha prolongado hasta nuestros días y cuyo desenlace es aún una incógnita.