China ha declarado un incremento del 12,7 por ciento en su presupuesto militar para 2011, lo que ha generado cierta inquietud en el mundo occidental. El mundo observa atento el creciente poderío castrense de su segunda economía, un hecho ante el cual ninguna crítica de los aliados occidentales hará mella.
Este incremento se produce, ante todo, por su conveniencia para el país, que adopta esta decisión como resultado de sus avances económicos de la pasada década y por la necesidad derivada de los actuales desafíos globales.
Queda claro, por poner un caso, que sin portaaviones, China carecerá de la capacidad disuasiva militar y estratégica para mantener ciertos equilibrios geopolíticos.
No por ello, empero, debe pasarse por alto que, a diferencia de otras potencias, China ha emprendido su despegue adhiriéndose a un talante pacífico, sin procurar desafiar el orden internacional imperante para su beneficio. A pesar de sus aumentos presupuestarios consecutivos de los últimos años, los gastos para la defensa de China palidecen en comparación con los de Estados Unidos. Apegada a una trayectoria de autodefensa, China no intenta desatar una carrera armamentista.
De hecho, ya existen ciertos mecanismos entre China y otros países para disipar la desconfianza. El mundo está comenzando a adaptarse a los incrementos en el presupuesto militar chino.
China adopta una actitud sincera al tratar estos temas con EEUU, Japón, la India y Australia, buscando consolidar un mecanismo que redunde en reducción de tensiones. Por otra parte, la región de Asia y el Pacífico se podría beneficiar de una mayor presencia militar china para mantener la paz regional.
Clave en esa actitud es la necesidad de que China se muestre en extremo cauta al lidiar con conflictos en el área, especialmente con sus vecinos más pequeños, porque para la nación construcción de defensa y uso de la fuerza militar distan de ser sinónimos.(Pueblo en Línea)
07/03/2011