Tras la andanada dialéctica del primer ministro Wen Jiabao en la clausura de la sesión de la Asamblea Popular Nacional (APN) de este año, y a pesar de la rotundidad medida de sus palabras, pocos pasos concretos pueden esperarse en lo que queda de mandato. En verdad, su intervención, con un tono más enfático que en ocasiones anteriores, adquirió la dimensión más propia de un legado político que el anticipo de un programa de reformas.
Aunque Wen airee su compromiso con la modernización política, lo cierto es que durante todo su mandato, iniciado en 2002, no ha logrado pasar de las palabras a los hechos y en lo fundamental no se ha tocado el sistema en lo más mínimo, especialmente en lo que atañe a cuestiones medulares como la limitación de la autoridad y la extensión de los derechos cívicos. Cuando la reforma toca los interesas de quienes están en el poder es difícil proceder, reconocía hace poco el profesor Hu Xingdu del Instituto de Tecnología de Beijing.
Casi una década después del inicio del mandato Hu-Wen sería hora de que el gobierno avanzara líneas concretas de un plan general en este asunto que pudieran desarrollar sus sucesores. Pero no es previsible que esto ocurra a la vista de la falta de consenso en la dirección del país que se desprende del diferente tono de las intervenciones de unos y otros líderes. Por el contrario, las declaraciones de Wen pueden tener el efecto añadido de instar una gran movilización a la defensiva de los detractores de cualquier reforma política mínimamente profunda echando por tierra cualquier ambición por moderada que fuese.
Existe una probable coincidencia general en la necesidad de innovar el modelo de gestión social para facilitar un mayor control y participación pública en la conducción de los asuntos públicos, pero mientras unos plantean soluciones que no afecten a los procedimientos e instituciones básicas, otros quieren ir más allá, quizás ni siquiera planteando homologaciones con las democracias de Occidente -tema descartado- sino abundando en la generalización de experiencias como las llevadas a cabo con los comités de aldeanos en el medio rural. Wen apostó claramente por el traslado de esta experiencia a cantones y distritos, aunque Wu Bangguo, presidente de la APN, dijo todo lo contrario, equiparando la más mínima reforma con la ruta segura al caos.
Las declaraciones de Wen también contrastan con la nueva exigencia impuesta a los abogados para prestar juramente de lealtad al PCCh, lo cual equivale a una declaración de abierta hostilidad contra cualquier mención de independencia en la justicia. Dicha vuelta de tuerca se produce además tras una APN en la que se aprobó la modificación de la legislación criminal en materia de detenciones provisionales, lo que se interpretó como un paso positivo.
Será difícil contrariar las idas y venidas tan propias de la política china y vencer las resistencias en tanto no gane terreno en la mentalidad y conducta de los funcionarios la simple idea del pleno respeto a la ley. Bastaría con asumir este lógico principio para experimentar un salto de gigante en la China de hoy en materias como transparencia electoral, derechos humanos, etc. Wang Yang, el secretario del partido en Guangdong, lo explicitó al referirse a Wukan: solo hemos respetado la literalidad de la ley. Temiendo a la participación pública será imposible renovar la gobernanza y las crisis seguirán acechando, pudiendo agravarse a medida que el diferimiento de la armonía prometida agrave las tensiones sociales. La democracia es también una válvula de escape.
Tras más de treinta años de prioridad al reformismo económico, las dificultades que sugiere el tránsito al nuevo modelo de desarrollo y la ausencia de progresos significativos a lo largo de estos años en el área política pese a las expectativas despertadas en numerosas ocasiones, la democratización llama de nuevo a las puertas de China. Es comprensible que exista cautela y que todos apuesten por el gradualismo. Pero la parálisis representa una amenaza y ya no equivale a estabilidad sino todo lo contrario.
Avance o no la reforma, nos quedará la imagen de Wen Jiabao para la posteridad retratado en esta conferencia de prensa en la APN de marzo de 2012.