A propósito de la evolución del régimen político vigente en la República Popular China (RPCh), generalmente, se arbitran tres grandes posibilidades. La primera, contempla una evolución a la taiwanesa, es decir, confía en que la consolidación del proceso de crecimiento económico del país conlleve, más tarde o más temprano, una reforma política profunda que incluiría el abandono del actual sistema para adoptar el pluralismo y las reglas de juego propias de las democracias occidentales. En el ámbito económico, la experiencia de Taiwán ha estado siempre muy presente en la visión de la reforma de las autoridades continentales, quienes comparten la idea (recuérdese la teoría de las tres bolsas: estómago, bolsillo y cerebro) de que solo a partir de la adquisición de un determinado nivel de riqueza y bienestar (un nivel de vida modestamente acomodado, según la terminología oficial) podría pensarse en iniciar la “quinta modernización”. El proceso seguido en Taiwán, favorecido ahora por el entendimiento entre el Partido Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang (KMT), después del histórico encuentro entre Hu Jintao y Lien Chan el pasado 29 de abril, bien pudiera inspirar y facilitar esta hipótesis.