Todo es breve en estas dos sesiones anuales chinas, anormales en primer lugar por celebrarse a mitad de ejercicio y por su duración, limitada a poco más de una semana. El discurso del primer ministro Li Keqiang ha sido el más corto en mucho tiempo y todas las previsiones han cotizado a la baja, incluso el gasto militar, que aumentará un 6,6 por ciento. Aun siendo la cifra más baja en años, el incremento se garantiza a pesar de la contracción del 6,8 por ciento en el primer trimestre del año. Una señal clara de la importancia que China otorga a la defensa en un contexto internacional crecientemente volátil.
El contenido del informe de Li, mediatizado de principio a fin por la epidemia del nuevo coronavirus, debiera preocuparnos. Las autoridades chinas no las tienen todas consigo y saben que el impacto será muy significativo. Habría que prestar oídos y prepararse en la medida de lo posible. Ellos van por delante, también en la fase de salida o semi-salida en que nos hallamos. Las expectativas generales que dibuja Beijing no son nada halagüeñas y esto pesará y mucho en el ánimo de la economía mundial. Si bien es verdad que no cifra objetivos de crecimiento (probablemente irrisorios en comparación con la dinámica tradicional y en esta hora difícilmente superior al 1 por ciento) si se han establecido en materia de empleo (9 millones frente a los 13,2 millones de 2019), de inflación (3,5 por ciento frente al 2,9 por ciento de 2019), de déficit público (por encima del 3,6 por ciento), etc. variables que cabe contextualizar en dos grandes constantes: la consecución de los objetivos generales de desarrollo y la preservación del nivel de vida alcanzado.
Parece improbable que China alcance algunos objetivos del XIII Plan Quinquenal, en concreto, la duplicación del PIB y del PIB per cápita en este año con respecto a los niveles de 2010. Menos dudas ofrece el objetivo de erradicación total de la pobreza extrema y la sociedad modestamente acomodada, dos prioridades que el PCCh estableció de cara a su primer centenario, a celebrar en 2021. En los últimos siete años, según datos oficiales, han salido de la pobreza en China un equivalente superior a toda la población de Alemania, restando todavía casi 6 millones en esa situación. Por otra parte, el mantenimiento del nivel de vida exigirá garantizar la continuidad de las inversiones en materia de vivienda, servicios públicos y similares a fin de corregir el bajo índice de desarrollo humano (posición 86 en el ranking global). Garantizar el nivel de ingresos de la población en su conjunto es fundamental también para compensar con el consumo interno los vaivenes del comercio exterior.
En lo político, la estabilidad tiene dos reflejos a consignar. Uno se deriva de la situación económica y pone el énfasis en el empleo. No solo se trata de recuperar el tejido laboral y empresarial afectado por la pandemia en sectores clave como la construcción, la industria o los servicios sino de proporcionar ocupación a los nuevos millones de graduados. La población desempleada puede representar una fuente de malestar de consecuencias siempre imprevisibles en un contexto de tal complejidad general. Desde el Ejército a las empresas estatales, la movilización de recursos públicos ayudará a paliar esta situación, acompañada de grandes inversiones en infraestructura así como de estímulos a las pymes en forma de reducciones fiscales.
El otro frente apunta a Hong Kong, con la previsible adopción de una legislación en materia de seguridad nacional con el evidente propósito de meter en cintura a la oposición y cercenar la capacidad de interferencia exterior. ¿Cuánto impactará esta ley en la autonomía y en las libertades civiles de Hong Kong? No está claro que este sea el mejor momento, con la pandemia a un lado y las dificultades económicas a otro, para añadir un tercer elemento de preocupación y seguro conflicto.
Pero también cabe esperar propuestas en materia de revisión de la legislación de salud pública, de protección de los animales silvestres, de mejora de la capacidad de gobierno de las autoridades locales, cuestiones todas ellas directa o indirectamente relacionadas con la epidemia, en un ejercicio de autoexamen inevitable.
Habrá mensajes en materia de política exterior, especialmente para fijar posición en un contexto de aumento de la tensión geopolítica. La apertura de la sesión del macroparlamento coincidió con el anuncio de retirada de EEUU del Tratado de Cielos Abiertos. El apego al sistema ONU y el multilateralismo seguirá representando la esencia de la apuesta china, mostrando su disposición a asumir una mayor responsabilidad global bajo su propio criterio. La agenda exterior china seguirá enturbiándose y está por ver en qué medida proyectos emblemáticos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta se verán afectados por el revés de la pandemia.
En suma, metas más flexibles y factibles en función de las incertidumbres internas y externas, pero cerrando filas y reafirmándose en las cuestiones de principio que definen su modelo en todos los ámbitos.