La mayoría de los estudiosos del proceso de reformas políticas en la China contemporánea, suscribieron la tesis del “fin de la historia” cuando Occidente se autoproclamó vencedor de la guerra fría entre 1989-1991. En la euforia que siguió a la caída del muro de Berlín, el consenso en Occidente fue que la implosión de la Unión Soviética demostraba concluyentemente que el comunismo no podía competir contra los campeones del “mundo libre”. De modo que se pronosticaba que China se convertiría en una democracia liberal o también fracasaría. Pero la China del presidente Xi parece estar demostrando que esa teorización es errónea. Su ascenso económico y tecnológico pilotado por el partido comunista así lo sugiere. Por otra parte, los analistas más sensibles a las influencias de los procesos de larga duración sobre las reformas actuales, están detectando la configuración de una “trampa de Tucídides” por el temor occidental a que el dominio tecnológico chino doten al comunismo de una nueva tracción histórica para volver a desafiar la democracia liberal, pero ahora en su propio terreno: la eficiencia económica y la innovación. Este trabajo intenta presentar la lógica y pertinencia implícita de dicho desafío: la idea del ciber-comunismo y su implicación geopolítica desde el enfoque de la economía-política global.
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