China-Taiwán: la breve guerra postal

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

La petición que las autoridades taiwanesas han realizado a la compañía de correos de la isla para que pongan en cartas y paquetes destinados a todo el mundo un matasellos reivindicando la entrada de Taiwán en la ONU, ha motivado en Beijing la devolución a su remitente de todos y cada uno de los envíos recibidos.

 El Kuomintang (KMT), a instancias de su candidato a la presidencia de la República, Ma Ying-jeou, criticó la actitud del gobierno taiwanés, yendo más allá al anunciar que de ganar en marzo próximo, anulará la política de rectificación de nombres impulsada por el Partido Democrático Progresista (PDP). Desde primeros de año, los sellos postales emitidos en Taiwán no hacen mención de la República de China, por el momento el nombre oficial de la isla, lo que, según Ma, contradice los reglamentos de la Unión Postal Internacional. El cambio de nombre se viene operando por la vía de hecho sin respaldo legal válido.

En menos de 48 horas después del anuncio de devolución continental, las autoridades taiwanesas “han aceptado” la decisión del servicio de correos de no estampar los envíos dirigidos al continente, disponiéndose a reclamar compensaciones a Beijing por no llevar el correo a su destino. En el continente pasaron página echando arena al asunto anunciando, precisamente, la posible reanudación de la exportación de arena natural a Taiwán, un bien escaso en la isla, con el objeto de ganarse más simpatías contribuyendo a resolver un problema que preocupa en fuentes empresariales de Taipei. Una vez más, palo y zanahoria.

En paralelo, Robert Tsao, presidente honorario de United Microelectronics Corp., el número dos mundial en la fabricación de semiconductores por encargo, ha exigido de los partidos políticos que renuncien a sus proyectos de plebiscito sobre el ingreso en Naciones Unidas, proponiendo, a cambio, la elaboración de una legislación sobre la coexistencia pacífica entre los dos lados del Estrecho, con el objetivo de superar la fase actual de confrontación interna y de impasse político en que se encuentran las relaciones entre Taiwán y el continente. Tsao sugiere, además, la organización de un referéndum pero sobre la cuestión de la reunificación.

Sin embargo, su petición, como era de esperar, no ha gozado de muy buena acogida. Mientras el presidente Chen rechazó de plano las propuestas, exigiéndole que reivindique la retirada de los misiles continentales que apuntan a Taiwán y que no se “rinda”, el KMT ha anunciado su intención de presentar ante la Comisión Electoral Central el millón y medio de firmas recogidas en demanda de una consulta sobre el ingreso de la República de China en Naciones Unidas. En Beijing, la portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, Fan Liqing, dio la bienvenida a todos los esfuerzos positivos para promover la paz a través del Estrecho, pero, si nadie lo evita, en marzo de 2008 habrá dos consultas sobre el regreso a la ONU: la del KMT, que reivindica el ingreso como República de China, y la del PDP, que lo reclama bajo la denominación de Taiwán.

Abundando en la salida del escenario de tensión, el ex presidente Lee Teng-hui ha apelado a la formación de una nueva fuerza política aglutinadora de las posiciones moderadas e indecisas que sea capaz de romper la bipolaridad actual y de promover una reforma de la ley electoral con vistas a establecer un sistema más parlamentario y menos presidencialista. Lee, quien abandonó el KMT para crear una fuerza política, la Unión Solidaria de Taiwán (UST) que se aproximó al PDP, se ubica hoy en posiciones de centro. El Partido de la Tercera Sociedad (PTS), creado en el pasado septiembre a partir de desencantados del PDP, ha rechazado fusionarse con la UST, pero cabe imaginar una alianza entre ambas formaciones y otros movimientos en torno a ambas exigencias. Lee aspira ahora a liderar espiritualmente el proceso.