Fracasó la negociación entre las fuerzas de oposición en Taiwán para establecer una coalición unida que pudiera competir con garantías en las elecciones del próximo 13 de enero. Los devaneos de los últimos días hacían presagiar el fiasco final. El acuerdo se venía negociando desde agosto. Las disputas sobre cómo interpretar los datos de las encuestas para determinar quien debía ir en cabeza provocaron el colapso. Ni siquiera la intervención personal del ex presidente Ma Ying-jeou consiguió desatascar el entuerto.
Lo caótico de la puesta en escena en una reunión que se transmitió en vivo por insistencia del KMT, con acalorados enfrentamientos verbales, no dejaba dudas de la incapacidad de la oposición para unirse en la forma que fuese. Aunque sabían bien que en cualquiera de ellas saldría victoriosa en enero con casi plena seguridad. Las secuelas de este desenlace en la cooperación acordada en los comicios legislativos podrían resultar funestas.
El amago de la candidatura de Terry Gou y Tammy Lai se resumió en su retirada en el último momento cuando también había fracasado el entendimiento del fundador de Foxconn con Ko Wen-je, con el que llegó a especularse en las últimas horas.
El Partido Popular de Taiwán (PPT) de Ko Wen-je registró oficialmente su candidatura para las elecciones a las pocas horas de nombrar a la legisladora Wu Hsin-ying como su compañero de fórmula. Wu, hija del ex presidente de Hsin Kong Financial Holding Co., Eugene Wu, fue nombrada en noviembre de 2022 y anteriormente se había desempeñado como vicepresidenta de Shin Kong Life Insurance Co. Con este apoyo- y el muy probable de Gou-, Ko podría tener asegurada una buena financiación de su campaña.
El KMT se inclinó por el presidente de la Corporación de Radiodifusión de China de Taiwán, Jaw Shau-kong, como su candidato a vicepresidente. Jaw, de 73 años, personalidad de los medios y ex legislador del Partido Nuevo, se presentará junto a Hou Yu-ih, quien encabeza la fórmula. A Jaw se le considera un representante del ala más procontinental del partido y ha servido en tres términos como legislador y dos términos como concejal de Taipéi. En 1992, renunció a su cargo como director de la Agencia de Protección Ambiental y se postuló como independiente para las elecciones legislativas del condado de Taipéi, obteniendo la mayor cantidad de votos. El tándem “Hou-Jaw” puede interpretarse como un apelo a la unidad entre las dos almas principales del KMT y es un toque a rebato para reagruparse a fin de garantizar, al menos, la segunda posición en la carrera. Una victoria del PDP con el PPT en segunda posición sería un resultado indigerible para el KMT.
Ajeno a todo ello, el Minjindang o PDP anunció con anterioridad su ticket presidencial. El vicepresidente Lai Ching-te tendrá como número dos a la representante en EEUU, Hsiao Bi-khim. La fórmula “Lai-Hsiao” evidencia el continuismo de las políticas de Tsai Ing-wen tanto en la política interior como exterior. Su victoria, prácticamente asegurada, supondrá la reafirmación del statu quo y de la orientación anti-China y pro-EEUU de Taipéi.
El vicepresidente Lai Ching-te ha estado liderando las encuestas durante meses con una tasa del orden del 30 por ciento, con el candidato presidencial del KMT, Hou Yu-ih, y Ko Wen-je del PPT instalados en el 20 por ciento, y el magnate empresarial Terry Gou por debajo del 10 por ciento.
La carrera presidencial de 2000, en la que Chen Shui-bian, del PDP, fue elegido con el 39,3 por ciento de los votos, derrotando a Lien Chan del KMT y a James Soong del Partido el Pueblo Primero, sirve como recordatorio de que los votos pueden ser divididos bastante equitativamente en una carrera a tres bandas y que las fracturas se pagan a tocateja.
Que la oposición no haya logrado ponerse de acuerdo para una candidatura conjunta no solo lastra sus expectativas electorales sino que pone también en solfa su narrativa basada en lo crucial del momento para garantizar la prosperidad y la paz de Taiwán. Ese discurso se ha evaporado en paralelo al supuesto deseo de cambio del 60 por ciento de la población tras dos mandatos en el poder del PDP. Una expectativa que le permite albergar cierta esperanza residual de un milagro electoral.
La previsible victoria de Lai tras 8 años de gobierno del PDP supondrá igualmente el agravamiento de la crisis de los principios que promueve China continental para solventar la cuestión taiwanesa, desde el Consenso de 1992 al principio “un país dos sistemas”. La esperanza de que las relaciones a través del Estrecho vuelvan al “camino correcto” será difícil de materializar en un contexto en que el sentimiento de buena parte de la población taiwanesa, especialmente entre las generaciones más jóvenes, se aleja cada día más del continente.