Taiwán en las lianghui Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Las lianghui (dos sesiones parlamentarias anuales) son siempre una oportunidad para tomar el pulso a la visión continental de la cuestión taiwanesa. Probablemente más este año ante el próximo relevo en la presidencia taiwanesa tras los comicios del 13 de enero. E igualmente por el contexto general de las relaciones a través del Estrecho y la incapacidad de EEUU y China para alcanzar un acuerdo que acote los espacios de crisis en torno a esta disputa, igualmente determinante en sus relaciones.

En una reunión de dos días recientemente celebrada en Beijing sobre los asuntos de Taiwán, Wang Huning ha apelado a realizar firmes esfuerzos para impulsar la causa de la reunificación nacional. Wang, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del PCCh y presidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino,  subrayó la importancia de aplicar resueltamente la política general del Partido para resolver la cuestión de Taiwán en la nueva era y las decisiones y planes adoptados por el Comité Central del PCCh sobre la labor relacionada con la isla.

Dicha demanda resume una doble preocupación: de una parte, como gestionar la etapa de cohabitación que se abre en la isla entre el PDP (en la presidencia y gobierno) y el KMT (en la presidencia del legislativo) con una tercera fuerza (el PPT) que intentará hacer valer su condición de llave en muchos temas; y, por otra, como condicionar y alterar las tendencias generales que apuntan a un alejamiento progresivo de Taiwán de la esfera de influencia continental profundizando las políticas que Beijing denuncia como “desinizadoras”.

Vínculos económicos importantes pero más débiles

Las inversiones de los empresarios taiwaneses en China continental en 2023 alcanzaron un mínimo histórico del 11,4 por ciento de la inversión extranjera total, según fuentes del taiwanés Consejo de Asuntos del Continente. La cifra representó un enorme descenso respecto del 83,8 por ciento registrado en 2010, principalmente porque los empresarios taiwaneses han estado diversificando sus inversiones a nivel mundial durante los últimos años.

Esta reorientación obedece a varias razones (diversificación de riesgos, reducción del crecimiento económico en China, aumento de los costos laborales y de las exigencias ambientales, de los impuestos, etc.) pero afecta negativamente el propósito del PCCh de entrelazar cada vez más ambas economías.

Otra señal de la inversión de tendencia proviene del sector agrícola. Por primera vez el año pasado, Estados Unidos superó a China continental como principal comprador de productos taiwaneses. Lo mismo ocurre con la electrónica, ya que los fabricantes de chips de la isla estrechan lazos con Estados Unidos en detrimento de Beijing.

En medio de agitaciones geopolíticas y crecientes disputas comerciales y tecnológicas entre Estados Unidos y China, los empresarios taiwaneses ajustan su estrategia de diseño global de acuerdo con la reestructuración de las cadenas de suministro internacionales.

En el marco bilateral, las restricciones comerciales de Beijing plantean un riesgo significativo, considerando que China es el mayor mercado de exportación de Taiwán y una fuente principal de su superávit comercial. Tras la suspensión de los aranceles preferenciales sobre las importaciones de 12 productos petroquímicos taiwaneses desde el 1 de enero, la posible terminación por parte de Beijing de los tratamientos arancelarios preferenciales para los productos agrícolas, pesqueros, de maquinaria, de autopartes, textiles y otros productos de Taiwán implicaría incertidumbre a corto plazo, afectando al comercio e inversión. El AMCE (Acuerdo Marco de Cooperación Económica) suscrito por Ma Ying-jeou en 2010 está en el aire.

En 2023, el crecimiento económico de Taiwán fue del 1,4 por ciento frente al 5,2 continental. Este año, la previsión ronda el 3 por ciento y en Beijing, las lianghui podrían marcar el 5 por ciento como cifra orientativa. La atonía y la atmosfera conflictiva perjudica a ambos.

Dificultades en el intercambio entre personas

Otro pilar básico de la estrategia aplicada para avanzar hacia la reunificación pacífica radica en el fomento del intercambio entre las personas de ambos lados del estrecho.

Un rubro importante es el turismo, que no acaba de despegar, en parte por las tensiones bilaterales. Días atrás, el Ministerio de Transporte de Taiwán prohibió a las agencias de viajes organizar tours hacia China continental, un cambio de rumbo repentino justo antes del Año Nuevo chino. Fue muy cuestionado por la oposición.  El titular de la cartera se justificó en el perjuicio a los intereses taiwaneses de llevarse a cabo la apertura de tours de viaje desde Taiwán sin la llegada de grupos de turistas desde China continental, pues causaría un déficit turístico de 800.000 millones de dólares taiwaneses.

En el ámbito educativo y otros, las restricciones están al orden del día. Al mismo tiempo, el gobierno taiwanés tiene en cartera medidas para dificultar la captación de talento por parte de Beijing y yugular el atractivo que la Gran Tierra supone para su mano de obra.

Una encuesta realizada por la agencia laboral Yes123 reveló que más del 50 % de los trabajadores taiwaneses no han recibido un aumento salarial en más de tres años, y el 64% experimentó recortes salariales el año pasado, incluidas reducciones en bonificaciones y horas extras. Por otro lado, la misma encuesta ha mostrado que el 9 % de los empleados están insatisfechos con sus condiciones laborales actuales, con una satisfacción salarial promedio de 37,7 puntos, la más baja en 11 años. En este contsxto, para muchos taiwaneses, el continente puede ser atractivo.

La criminalización de los esfuerzos de entidades y activistas a favor de la unificación acusados de establecer redes del PCCh en Taiwan (el caso más reciente es el de Zhou Manzhi, jefe de la Asociación de Nuevos Inmigrantes de Taiwán, que ayuda a los cónyuges chinos en Taiwán) supone una traba adicional que ahonda en una equiparación progresiva de la simpatía con el continente con la traicion y el espionaje.

Una identidad más taiwanesa

Una reciente encuesta de la Universidad Chengchi rastreó los cambios registrados año tras año en la forma en que los taiwaneses se identifican (como taiwaneses o chinos) entre 1992 y 2023.

Sus datos muestran que el 61,7 por ciento de los taiwaneses en 2023 se identificaron como taiwaneses, un poco menos que el récord del 64,3 por ciento observado en 2020. Esa preferencia de autoidentificación se ha disparado del 17,6 por ciento en 1992 a más del triple el año pasado.

También alrededor de un tercio de los encuestados se consideraban tanto taiwaneses como chinos, continuando una tendencia general a la baja del 46,4 por ciento en 1992 al 32 por ciento en 2023. Pero el año pasado, aquellos que se consideraban taiwaneses y chinos aumentaron ligeramente desde el mínimo histórico de 29,9 por ciento en 2020.

En cambio, un número significativamente menor de personas se consideran simplemente chinos: la cifra ha caído del 25,5 por ciento al 2,4 por ciento en los últimos 30 años.

Una significativa mayoría favorable al mantenimiento del statu quo

Más del 80 por ciento de los taiwaneses quieren mantener el statu quo con China continental, y los que prefieren mantener el estatus actual de Taiwán indefinidamente han aumentado drásticamente, mientras que los que quieren la independencia han ido disminuyendo desde 2020, según los resultados de la encuesta «Cambios en las posturas de unificación-independencia de los taiwaneses», elaborada a instancias del Centro de Estudios Electorales de la Universidad Chengchi. Observando el periodo  comprendido entre 1994 y 2023, el apoyo es cada vez mayor a la continuación del statu quo a través del Estrecho.

Las tres opciones preferidas en 2023 fueron: «mantener el statu quo indefinidamente» (33,2 por ciento), «mantener el statu quo, decidir en una fecha posterior» (27,9 por ciento) y «mantener el statu quo, avanzar hacia la independencia» (21,5 por ciento), según el citado centro.

Sumadas, esas tres categorías de personas que quieren mantener el statu quo por ahora o indefinidamente representaron el 82,6 por ciento del total.

Una presencia internacional ambivalente

La muy reciente deserción de Nauru ha puesto al descubierto la fragilidad diplomática de Taiwán. Habrá más en los próximos meses. No obstante, frente a las pérdidas oficiales, lo cierto es que Taipéi ha logrado compensarlas con un acercamiento más intenso con las democracias liberales de Occidente.

La estrategia del Indo-Pacífico, que apunta a fraguar alianzas orientadas a la contención de China, tiene en Taiwán un referente irrenunciable.

Taiwán y EEUU, por ejemplo, nunca han estado tan cerca en las últimas décadas. Buena muestra de ello es la delegación de congresistas estadounidenses que llegó a la isla la pasada semana, integrada por сinco miembros del Congreso de EEUU y encabezado por Mike Gallagher, presidente del Comité Selecto sobre la Competencia Estratégica entre Estados Unidos y el Partido Comunista Chino de la Cámara de Representantes. Anteriormente, otra delegación de congresistas estadounidenses visitó Taiwán tras las elecciones en enero. Estaba encabezada por Ami Bera, el principal miembro demócrata en el subcomité de Asuntos Exteriores del Indo-Pacífico de la Cámara de Representantes y el republicano Mario Díaz-Balart, copresidente del grupo de Taiwán en el Congreso.

Beijing puede poner el contador a cero de los aliados diplomáticos de Taiwán poniendo fin a la existencia internacional formal de la República de China. Paradójicamente, esa “muerte” tiene el reverso de la existencia fáctica de un Taiwán como estado de hecho apenas sostenido en una constitución irreformable -por suponer casus belli- pero que incrementaría su obsolescencia y un espacio internacional asentado en la zona gris de las relaciones paradiplomáticas.

Una defensa siempre insuficiente

La insistencia en mejorar las capacidades de defensa ha sido una constante inalterable durante el mandato de la presidenta saliente Tsai Ing-wen. Previsiblemente, lo será también durante el de su sucesor Lai Ching-te.

La principal aspiración de Beijing es condicionar el rearme taiwanés, especialmente impidiendo el acceso países terceros, en concreto, EEUU. Esto hoy no está a su alcance. Sin ir más lejos, el pasado 22 de febrero, el  Departamento de Estado de Estados Unidos aprobaba la venta a Taiwán de una planificación de actualización del sistema de enlace de datos táctico avanzado por un valor de 75 millones de dólares.

La venta es la decimotercera bajo la administración del presidente estadounidense Joe Biden y la primera desde las elecciones del 13 de enero en Taiwán y se produce en medio de crecientes tensiones entre Taiwán y China continental en relación con las islas Kinmen controladas por Taiwán.

Cierto es que los anuncios son una cosa y la realidad va a otro ritmo. Los pedidos de armas atrasados de Estados Unidos suman unos 20 mil millones de dólares. Pero expresan un apoyo a Taipéi con el que Beijing debe contar.

Perspectivas

La reiteración de incidentes, en tendencia creciente, y la ausencia de diálogo oficial van a marcar las relaciones a través del Estrecho los próximos años. Cabe imaginar que Beijing acentuará las expresiones de dominio fáctico sobre la isla. Sin concesiones, como se ha demostrado en el reciente cambio de la ruta aérea M503 o en la reacción al incidente pesquero que derivó en la muerte de dos marineros continentales y va a permitir un paso más, afianzando su control de las aguas restringidas o prohibidas hasta ahora bajo control taiwanés.

La reiteración de globos, aviones y buques de guerra cruzando la línea media del estrecho afianza una nueva normalidad que desdibuja aquel escenario que durante decadas funcionó como delimitación de una frontera tácita entre los dos lados.

Las reacciones en cadena de crisis y respuesta son un presagio de que los problemas en el Estrecho de Taiwán están entrando en un período de inestabilidad y agitación. Lo más importante a evitar es que se produzca un efecto mariposa, acotando el alcance de los incidentes menores. Sin buena comunicación no será fácil de conseguir.

No cabe duda de que en los pequeños pasos -no por eso menos relevantes o significativos- la capacidad de China se hará notar cada vez más. No obstante, el problema sigue siendo como yugular las tendencias de fondo que alejan a la isla del continente, ya sea por causas estrictamente endógenas o exógenas. Y ahí, la “nueva era” del xiísmo debe avanzar con “nuevas ideas” que puedan resultar atractivas para disipar los temores de buena parte de la sociedad taiwanesa. Es dudoso que eso se pueda conseguir por la exclusiva vía de clamar a más viva voz las consignas conocidas.