La significativa reacción social en Hong Kong a la propuesta de reforma electoral que contempla la introducción del sufragio universal en 2017 para la elección del Jefe Ejecutivo de la Región Administrativa Especial, abre un horizonte de incertidumbre sobre la viabilidad última del proyecto promovido por la APN.
1. ¿Qué valoración le merece la propuesta de Beijing y la reacción registrada en Hong Kong?
2. ¿Qué salidas puede tener el actual conflicto?
3. ¿Qué impactos podría tener la presente crisis en relación al resto del continente y Taiwán?
Colaboran en este Especial del OPCh, Andrés Herrera Feligreras (España) y Eduardo Daniel Oviedo (Argentina).
Respuestas de Andrés Herrera Feligreras, Historiador y Editor de Yuanfang Magazine.
1. ¿Qué valoración le merece la propuesta de Beijing y la reacción registrada en Hong Kong?
Creo antes de valorar la propuesta de Pekín es necesario tener en cuenta algunos detalles de contexto. En primer lugar que durante la ocupación británica el territorio fue administrado por el Reino Unido a través de gobernadores nombrados por la corte de St. James. De hecho fue en la Basic Law of the Hong Kong, aprobada en 1990 por la VII Asamblea Popular Nacional (APN) de la República Popular de China (prevista para su entrada en vigor en 1997), donde aparecen las primeras referencias a elecciones directas y al sufragio universal. Es más, las reformas que en 1994 introdujo el último gobernador británico, Chris Patten, estaban más orientadas a molestar a Pekín que a dar verdadera voz a los hongkoneses. De hecho, fueran cuales fueran los resultados electorales el gobernador controlaba la conformación de los tres poderes.
Otro elemento importante que suele olvidarse es que, en buena parte, Hong Kong es lo que es hoy gracias a China. Primero, durante las décadas de los cincuenta y sesenta fueron la exportaciones y reexportaciones con destino a China las que impulsaron la industrialización de Hong Kong; en segundo lugar, y producto del programa reformas iniciado por Deng Xiaoping en 1978, Hong Kong inició un periodo de esplendor durante dos décadas que llevó a convertirla en la Perla de Oriente y en uno de los tres centros financieros mundiales (junto a Nueva York y Londres). Hong Kong era la puerta a China, el territorio frontera que atrajo capitales, multinacionales y barcos de todo el mundo. Esta riqueza elevó el nivel de vida de los hongkoneses que optaron por ligar su imaginario al Reino Unido, a Occidente, no por una democracia que nunca habían disfrutado sino por cierto glamour y estatus que se fueron con el HM Britannia.
Y es que ayer la República Popular era un territorio atrasado y campesino, pero hoy la economía y el nivel de vida del continente han crecido considerablemente desde 1997. Todavía tiene muchos problemas que solucionar, pero desde luego no el de su puerta de entrada. Hoy los negocios se pueden hacer directamente en Pekín, o en cualquier parte de China. Hong Kong ha perdido su lugar como intermediario y Shanghái compite seriamente por recuperar su pasado como centro económico, portuario, financiero y cultural de Asia. Y no es la única ciudad china que pugna por tener un papel relevante como el que Hong Kong tenía antes en exclusividad.
Por último no debe olvidarse la presencia abrumadora de continentales en las calles de Hong Kong. Unos sustituyen al turismo europeo que antes era el que principalmente lo recorría, otros son hombres de negocios o simplemente trabajadores que llegan para buscarse la vida, muchas veces emprendiendo. En cualquier caso se trata de una fuente de conflicto, en ocasiones por tratarse de un recordatorio a los hongkoneses que ya no son lo que eran, de otras por ser chivo expiatorio de los problemas económicos de la excolonia, fuertemente afectada por la crisis de 2008 y con una fuerza laboral con frágil cobertura.
Volviendo a la pregunta, creo que la propuesta de Pekín bebe directamente de la Ley aprobada en 1990, que ya incluía el compromiso de que el responsable Jefe Ejecutivo sería elegido en 2017 por sufragio universal y también que los candidatos sería un asunto de un comité de nominaciones. En este sentido, la propuesta se enmarca en el compromiso de la República Popular de respetar el principio de “un país, dos sistemas” como lo ha venido haciendo hasta ahora. Por otra parte, respecto a la calidad democrática de la propuesta, lo cierto es que de la democracia hay tantas ideas como cabezas hay en el mundo; tal y como prueba el hecho de que, los mismos medios que censuran a quienes se manifiestan en Occidente reivindicando una democracia más participativa, dan una cobertura positiva a las propuestas en las calles de Hong Kong.
En mi opinión, creo que las protestas contra la propuesta realizada para la elección del Jefe Ejecutivo de la Región Administrativa Especial, son una compleja manifestación de problemas que tienen raíces sociales, de distribución de la riqueza, de pérdida de importancia geoestratégica y, naturalmente, de identidad. Esta transversalidad explica también la heterogeneidad y amplitud de la base social de la protesta, pero en ella está también su propia fragilidad pues conviven en ella intereses y visiones de muy distinto tipo.
2. ¿Qué salidas puede tener el actual conflicto?
Las cuestiones mencionadas más arriban forman, de una manera u otra, parte del debate que en estos momentos se da en Hong Kong. Huelga decir que la propuesta tiene importantes detractores. Entre estos es fácilmente identificable una minoría de significativas voces que nunca han aceptado la soberanía china (por ejemplo Anson Chan, la Chief Secretary en tiempos del gobernador Patten) y que tienen un fuerte eco en los medios de comunicación; y por supuesto, un importante sector de los estudiantes y población joven que se opone a la propuesta con una sincera vocación democrática y han sido la columna vertebral de las movilizaciones. Pero quizás resulte menos obvio que, a pesar de lo efectista de las manifestaciones y la resistencia civil de la población hongkonesa, la propuesta realizada por Pekín parece contar con un importante respaldo. Apoyos que nacen ya sea de quienes creen que la propuesta es un paso hacia adelante o de los pragmáticos que piensan que, pasé lo que pasé, finalmente se adoptará.
En todo caso, entrando ya en las posibles salidas del conflicto, un escenario que puede descartarse es la aceptación por parte de Pekín de un sistema que abra la posibilidad a elegir un Jefe Ejecutivo hostil. Si las negociaciones no progresan y las protestas continúan una posibilidad es la de que el gobierno chino opte por el estatus quo. Esto desde cualquier punto de vista sería un paso atrás.
El escenario que creo que debe esperarse es uno protagonizado por Pekín con su propuesta encima de la mesa, quizás haciendo alguna concesión menor y a la espera de que la oposición se fragmente y la protesta disminuya hasta dejar de ser importante.
3. ¿Qué impactos podría tener la presente crisis en relación al resto del continente y Taiwán?
El principio de “un país, dos sistemas” se pensó inicialmente como una vía facilitadora de la unificación entre la República Popular China y la República de China (Taiwán), pero eran los tiempos en los que Deng Xiaoping y Chiang Ching Kuo (CCK), viejos compañeros de universidad en Moscú, dirigían los Estados a ambos lados del Estrecho de Formosa. Tras la muerte de CCK, Lee Teng-hui aceleró el proceso de transición política hasta convertir la República de China (Taiwán) en una democracia liberal. Este hecho, el que los taiwaneses hayan sido protagonistas de su propia evolución política, supone una diferencia clave con el proceso histórico hongkonés de, en el mejor caso, libertades tuteladas.
En ese sentido, y a efectos estratégicos, la realidad taiwanesa es netamente distinta a la hongkonesa y eso lo saben en Taipéi y en Pekín. Ahora bien, a efectos tácticos y teniendo en cuenta la debilidad política en la que se encuentra el KMT, es de esperar que el PDP trate de buscar una conexión simbólica entre hitos como por ejemplo el “Movimiento Girasol” o la cuestión identitaria taiwanesa con las preocupaciones manifestadas por los hongkoneses hacia el continente creando así un discurso solidario propicio en el ciclo electoral. En este contexto, una represión violenta de las protestas en Hong Kong complicaría la agenda doméstica del KMT.
En cualquier caso, y esto es algo que puede aplicarse tanto a la cuestión taiwanesa como al resto de los problemas periféricos en el interior de la República Popular China, la gobernanza de un país con la diversidad de China ha sido históricamente un problema/característica de este Estado-Civilización. A lo largo de los siglos, las dificultades para gobernar las particularidades de cada región o territorio han traído consigo conflictividad pero también la búsqueda de soluciones imaginativas –como la propia de “un país, dos sistemas”, impensable en Occidente por ejemplo- Esto nos lleva a algo que, eclipsada por el esplendor de su economía, suele olvidarse con relativa facilidad: la evolución política que, desde 1978, se ha producido en la República Popular China, demostrando ser un Estado que piensa estratégicamente y que es capaz, al mismo tiempo, de ser pragmático y experimental.
Respuestas de Eduardo Daniel Oviedo, Investigador del CONICET, Profesor titular de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina).
1. ¿Qué valoración le merece la propuesta de Beijing y la reacción registrada en Hong Kong?
En primer lugar debemos recordar que el estatuto actual de Hong Kong fue establecido en la Declaración Conjunta chino-británica de 1985. Ésta fijó el “nuevo periodo”, comprendido entre 1997 y 2047, que es conducido por el gobierno chino y el cual debe respetar los compromisos asumidos en su artículo tercero, cuyos efectos jurídicos tienen vigencia hasta el año 2047. Dicho artículo enuncia que China realizará una política especial con alto grado de autonomía, con excepción de los asuntos diplomáticos y de defensa. En tal sentido, China posee una soberanía limitada sobre Hong Kong, por lo menos hasta el traspaso definitivo del enclave a China.
Dentro de este marco general, China promulgó en 1990 la “Ley Básica de la Región Administrativa Especial de Hong Kong”, conocida como “mini-constitución” de Hong Kong. Asimismo, está en condiciones de modificar la misma, siempre y cuando cumpla con los principios básicos de la declaración conjunta, por lo menos hasta el 2047, fecha en la cual China podrá ejercer plena soberanía sobre Hong Kong. Por supuesto que estamos hablando en términos jurídicos, no políticos, pues en este ámbito China ha abruptamente ampliado la asimetría con el Reino Unido de aquella que mantenía al momento de la visita de Margaret Thatcher a China.
La decisión de la Asamblea Popular Nacional (APN) sobre el problema de la elección universal, aprobada el 31 de agosto pasado, representa, al mismo tiempo, un avance respecto al contenido anterior de la Ley Básica y mantiene distancia importante respecto a las demandas de los grupos que lideran la “revolución de los paraguas”. Por supuesto que la decisión garantiza el sufragio universal pero sobre la base del control chino de la nominación de candidatos que pueden participar en el proceso electoral. Es decir, el derecho de la población a elegir entre dos o tres candidatos, pero restringiendo el derecho a ser candidato por un cuerpo colegiado de 1.200 miembros. A diferencia de las democracias restringidas, con participación limitada, al estilo que las sociedades del siglo XIX sufrieron con el voto censitario, clasista u otras verdaderas limitantes del carácter universal del sufragio, la propuesta china cercena el derecho universal a ser postulante, limitándolo a dos o tres candidatos. Estas restricciones ya estaban prescriptas en la Ley Básica y esto había sido consensuado entre China y el Reino Unido antes de 1997.
Esta propuesta está lejos de las demandas de “sufragio universal” pero es más amplia que las limitantes internas que impone el Partido Comunista Chino en la República Popular China, aunque el Consejo de Nominación constituye un verdadero “filtro” para asegurar la idea de “amar al país, amar a Hong Kong” que deberían tener los nominados. Como ya habíamos expresado en 2005, en el libro China en Expansión, al igual que sucede en China continental, el régimen chino teme al pluralismo, que es un concepto más amplio que el de democracia y es la esencia de todos los pueblos.
2. ¿Qué salidas puede tener el actual conflicto?
La situación aún mantiene un final abierto. El gobierno chino contrarresta a los manifestantes con el armado de grupos opositores que actúan facilitados por la parálisis de la policía. Apuesta a desactivar la protesta a medida que pase el tiempo y busca el apoyo de los ciudadanos que ven perturbada su vida y tranquilidad. La represión es el último medio político, que el PCCh utilizaría en caso de agravarse la situación. Por lo cual las alternativas son: 1) desactivar el movimiento; 2) la represión. Una tercera alternativa, que modifique la mini-constitución de Hong Kong dando plena libertad y garantías de que se permitirá el pluralismo, sería una propuesta revolucionaria para China, demostrando que el Partido Comunista no le teme al pluralismo, llegando a un acuerdo real con los manifestantes. Sin embargo, esta alternativa probablemente no está en el pensamiento de los líderes chinos.
3. ¿Qué impactos podría tener la presente crisis en relación al resto del continente y Taiwán?
El problema para China es la posibilidad de la “contaminación local”, es decir, que similares demandas puedan surgir en China continental, las cuales unidas a los problemas de nacionalidades oprimidas y demás cuestiones de política interna pueda provocar una situación inestable para el régimen comunista. En cuanto a la relación con el Reino Unido, con quien ha firmado la declaración conjunta y con derecho a plantear cuestionamientos al accionar chino, no se observa que se hayan violado los contenidos del acuerdo ni la ley básica. Por lo tanto, internacionalmente debería ser visto como un asunto interno de China, a menos que China realice acciones que contradigan los principios establecidos en ambos documentos. Respecto a Taiwan, por supuesto la situación en Hong Kong abriga esperanzas de cambio en China continental, pero al mismo tiempo despierta inquietud, dado que puede reactivar el “movimiento girasol” en la isla.