Nada más trascender la aprobación de la resolución de la Asamblea Popular Nacional de China que insta a elaborar una ley de seguridad nacional para Hong Kong, EEUU reaccionó anunciando un catálogo de posibles sanciones que podrían afectar a funcionarios chinos, a productos de Hong Kong que serían gravados con aranceles o a las ventas de tecnología sensible a la región, entre otros. El ex director de la CIA y secretario de Estado Mike Pompeo llegó a decir que ya no consideraba a Hong Kong como territorio autónomo de China continental.
Aunque tanto en Beijing como en Hong Kong las autoridades se afanan en aclarar que la ley, en fase de elaboración, no afectará al grado de autonomía de que goza la ex colonia británica ni tampoco a los derechos y libertades de los hongkoneses, el nivel de reserva es alto. Desde el sector financiero o los grupos empresariales locales se ha expresado preocupación y temor por cuanto esta dinámica podría afectar a la confianza y estabilidad de los negocios internacionales, esencia de la vitalidad económica de Hong Kong.
Por el momento, el camino hacia la retirada por parte de EEUU del estatuto comercial y financiero preferencial de que goza Hong Kong desde su retrocesión a China sigue su curso a la espera de que se confirme definitivamente. Hong Kong es miembro independiente de la OMC y en consecuencia podría recurrir a esta para contrariar la decisión de Washington. Pero aun logrando un dictamen favorable, serviría de bien poco a efectos prácticos.
El comercio directo de Hong Kong con los EEUU es más bien escaso. El 99 por ciento de las exportaciones hacia EEUU son reexportaciones de una tercera economía, principalmente de China continental, y tributan en EEUU en función de su origen, no como bienes de Hong Kong. Y como consecuencia de la guerra comercial ya se habían visto afectadas por los aranceles impuestos por Trump. El 1 por ciento que resta no tendría apenas impacto en la economía hongkonesa. Aún así, es bueno recordar que durante la última década, Estados Unidos ha obtenido en Hong Kong el mayor superávit comercial entre sus socios comerciales mundiales. De 2009 a 2018, el total acumulado alcanzó los 297.000 millones de dólares.
Cualquier medida que se adopte por parte de la Casa Blanca deberá afrontar el reto de gestionar su impacto en las propias empresas estadounidenses que operan en la región. De eliminar el régimen preferencial, los productos afectados serán más caros. Los intereses económicos y comerciales estadounidenses ligados a Hong Kong se verían condicionados. EEUU tiene en Hong Kong unos 85.000 ciudadanos, más de 1.300 compañías, cerca de 300 sedes regionales y más de 400 delegaciones regionales. Casi todas las compañías financieras estadounidenses, incluidas las más importantes, operan en Hong Kong.
Con fama de representar la economía más liberal del mundo, Hong Kong se ha desempeñado como el nexo financiero entre la economía china y las occidentales. Además de las estadounidenses, hay aquí también unas 2.200 empresas europeas y unas 1.400 japonesas. Cerca de la mitad de las inversiones exteriores dirigidas a China pasan por sus bancos. Son muchos los intereses en juego, y no solo de EEUU, y todos se verán afectados por la adopción de un enfoque basado en las sanciones. Hoy por hoy, más que determinar la economía china, afectarían a la de Hong Kong y, por tanto, al conjunto de empresas emplazadas en esta región.
Hasta ahora, esas amenazas no han surtido efecto alguno en Beijing. Ni realmente se espera que lo haga una vez se toma la decisión de primar la seguridad nacional. No es que China sea indiferente pero Beijing cree que el mundo de los negocios se decantará finalmente por arrimar el hombro a su causa y que, además, Occidente está igualmente interesado en evitar el hipotético colapso al completo de Hong Kong, al menos como centro financiero.
Mientras, a la espera de acontecimientos, China gesticula y tantea el terreno cancelando temporalmente compras agrícolas y cárnicas de EEUU dejando en el aire la viabilidad de la tregua comercial acordada en diciembre del pasado año. Que en vísperas de las elecciones presidenciales en EEUU, China afecte los intereses de un segmento nuclear del electorado de Trump, los estados agrícolas, puede representar un serio aviso. Por otra parte, aunque todas las comparaciones son odiosas, ahora está en condiciones de exhibir la destreza de su policía local en la gestión de los graves disturbios del pasado año, con una conducta mucho menos brutal que la desplegada por EEUU a consecuencia de la cólera cívica por la muerte de George Floyd.
Altos funcionarios de Hong Kong, incluida la presidenta Carrie Lam, debaten estos días en Beijing la redacción de la futura ley al máximo nivel, incluyendo encuentros con Han Zheng, miembro del Comité Permanente del Buró Político y jefe del grupo dirigente central sobre los asuntos de Hong Kong y Macau. En la excolonia portuguesa, por cierto, con importante implantación estadounidense en el sector del juego, ya evalúan el impacto de la nueva ley para Hong Kong en su propia norma de seguridad que en 2009 desarrolló el artículo 23 de la Ley Básica. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…