La reciente revuelta producida en la Región Autónoma del Tibet (RAT) y en zonas de población tibetana en provincias limítrofes como Sichuan, Gansu o Qinghai, así como la consiguiente represión estatal y la campaña internacional sin precedentes puesta en marcha en favor de la independencia del Tibet y en contra de la política del gobierno chino, han puesto inesperadamente de actualidad la problemática de la situación de las minorías étnicas en la República Popular China (RPC). Varias interpretaciones de la revuelta (empezando por la del propio gobierno de Pekín) han puesto el acento en la supuesta responsabilidad del Dalai Lama en la organización y promoción de la misma, enmarcando los disturbios en el delicado período que atraviesa China de cara a la celebración este verano de los Juegos Olímpicos; de acuerdo con estas interpretaciones, grupos “separatistas” internos intentan, con la ayuda de gobiernos extranjeros interesados en empañar la imagen internacional del gobierno de la RPC, ganar apoyos para sus causas aprovechando la atención desplegada actualmente desde el exterior sobre el país.