China y EEUU sostuvieron el Diálogo sobre Derechos Humanos los pasados miércoles y jueves. Con una historia de 21 años desde su establecimiento en 1990, este foro ha atestiguado el abordaje de las diferencias en valores y política bilaterales, convirtiéndose en plataforma donde encuentran cauce las fricciones por intereses nacionales.
EEUU ha sido agresivo. Según informaciones, antes de esta ronda de diálogo Washington solicitó a Beijing la excarcelación de una larga relación de presos. EEUU parecía más que dispuesto a hacer demandas y acusar a China de no cumplir con lo exigido.
Por su parte, China coloca su énfasis en la igualdad, esperanzada en que se establezca un “diálogo serio”, que pueda ayudar a que los dos lados se comuniquen sus visiones sobre derechos humanos y resuelvan los conflictos diplomáticos que germinan a la sombra de las diferencias de valores.
El diálogo bilateral sobre este tema es en cierto modo una negociación y el pragmatismo político ha substituido los intercambios francos. Siendo un estado soberano, es imposible que China permita que EEUU decida su proceso político. El diálogo no progresará bajo presión.
Eso sí, hay que admitir que las presiones de Occidente han tenido algunos efectos positivos. Sin embargo, sería absurdo afirmar que el progreso que China ha hecho en la esfera de derechos humanos se debe ante todo a la gestión occidental. Tales resultados son en primer lugar hijos del progreso social integral que ha acompñado a la reforma y apertura de China.
El Gobierno de EEUU a menudo se muestra ofensivo en el diálogo, lo que se deriva en gran medida de sus convicciones y valores nacionalistas. Por otra parte, la perspectiva occidental suele empañar las acusaciones que se elevan contra China en el campo de los derechos humanos, socavando el verdadero interés por entender los valores y condiciones de China.
El diálogo carecerá de sentido si Occidente insiste en adherirse a su actitud tradicional. De hecho, China espera comunicarse con Occidente en momentos en que la aplicación de las reglas de la economía de mercado están generando nuevos problemas en el tema de derechos humanos.
China es un país con la suficiente fuerza para aprender y absorber lo ajeno, manteniendo sus propias características. De no haber sido así, la cultura china no habría estado vigente por miles de años.
Occidente debe estar atento a cuánto disguta a la mayoría de los chinos que les presionen sobre derechos humanos. Con el avance de Internet, no tiene sentido atribuir esta manifestación a la “propaganda nacional de China.” La cautela en China es generada por Occidente.
Cabe esperar que el diálogo sobre Derechos Humanos entre China y EEUU se caracterice por ser una aproxiamción amistosa entre diversas civilizaciones. Si el diálogo puede promover la comprensión y el aprendizaje mutuos, estará haciendo una contribución inesperada a la historia.(Pueblo en Línea)
29/04/2011