“Baches” en la carrera tecnológica Raquel León de la Rosa es directora del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Director OPCh

Durante los últimos días, los encabezados de distintos medios de comunicación hacen énfasis en una “guerra tecnológica” o “acoso tecnológico” por parte de Estados Unidos a China. Esto se agravó con las declaraciones realizadas por Joseph Biden y las decisiones tomadas por su gobierno para limitar la inversión estadounidense en empresas tecnológicas chinas. Logrando la restricción de tres sectores estratégicos: semiconductores y microelectrónica, tecnologías de información cuántica e inteligencia artificial. Esta decisión y petición al congreso ha sido etiquetada como una “emergencia nacional”.

Ante esto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió una declaración frente a esta decisión de Biden. El posicionamiento rescata lo siguiente:

“Restringir las inversiones de las empresas estadounidenses en China con la seguridad nacional como fachada es un claro acto de exagerar el concepto de seguridad y politizar el compromiso empresarial. El objetivo real de la medida es privar a China de su derecho a desarrollarse y buscar egoístamente la supremacía estadounidense a expensas de los demás. Se trata de una flagrante coerción económica y acoso tecnológico, un acto que viola gravemente los principios de la economía de mercado y la competencia leal, socava el orden económico y comercial internacional, desestabiliza las cadenas industriales y de suministro mundiales y daña los intereses tanto de China como de EE. UU. y del mundo de los negocios. Esto es desglobalización y un movimiento para eliminar a China”.

Bajo esta situación, la relación entre estas dos potencias se vuelve tensa de nuevo.

El contexto tecnológico, ¿quién es quién?

A lo largo de la historia, el liderazgo tecnológico ha sido un elemento clave dentro de la geoeconomía, en donde las potencias históricas han utilizado este factor como una herramienta suave o visible de dominio frente a otros. La innovación en los procesos productivos y en el ámbito militar ha sido parte de la narrativa de la historia de la humanidad.

Desde las últimas décadas del siglo pasado, los países del Este de Asia sentaron las bases hacia una mayor participación en la innovación tecnológica, esto motivado por las redes globales de producción y las cadenas globales de valor motivadas por una serie de políticas públicas que fomentaron el desarrollo de un expertise y de empresas nacionales.

Para este año, el ranking de Boston Consulting Group (BCG) de las 50 empresas más innovadoras identificaron a las siguientes:

  1. Apple
  2. Tesla
  3. Amazon
  4. Alphabet
  5. Microsoft
  6. Moderna
  7. Samsung
  8. Huawei
  9. BYD
  10. Siemens

Como se observa en el listado, los primeros seis lugares están liderados por empresas estadounidenses, mientras que el puesto 8 y 9 son para las empresas chinas. No obstante, de acuerdo con el reporte de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, en 2022 los países que solicitaron más número de registros de patentes fueron:

  1. China (70 015)
  2. Estados Unidos (59 056)
  3. Japón (50 345)
  4. Corea del Sur (22 012)
  5. Alemania (17 530)
  6. Francia (7764)
  7. Reino Unido (5739)
  8. Suiza (5367)
  9. Suecia (4471)
  10. Países Bajos (4092)

En este sentido, el bloque del Este de Asia es representativo frente al resto le mundo. No obstante, a nivel empresarial, Huawei fue la empresa que más patentes registró en el mundo el año pasado, 7689 solicitudes.

La China tecnológica

La administración de Xi Jinping ha impulsado la visión de convertir a China en la potencia global en inteligencia artificial para el 2030. Esto a partir de un plan establecido desde 2017.  Esto ha permitido la consolidación de un conjunto de empresas tecnológicas como lo son: Alibaba, Tencent, Baidu, Bytedance y Meituan.

Si bien la pandemia propició el cierre bajo la política del Cero COVID, con la finalización de esta medida, uno de los sectores que más se incentivó fue la llegada de la inversión en el sector tecnológico, principalmente de empresas estadounidenses. De acuerdo con QUICK- FastSet, estas empresas obtienen cuantiosas ganancias de sus ventas en China. A continuación, se presentan los resultados de este informe, en donde el porcentaje presentado la participación del mercado chino en las ventas globales de cada empresa:

  1. Qualcomm, 62.4%
  2. Texas instruments, 48.2%
  3. Broadcom, 34.3%
  4. Applied Materials, 27.6%
  5. Intel, 26.6%
  6. Tesla, 17.7 %
  7. Microsoft, 12.4%

Durante la primera mitad de este año, el lobbying de las empresas americanas se ha hecho presente en China, dejando ver a CEOs o personajes clave de estas empresas en reuniones y foros con integrantes del gobierno de este país. Tales son los casos de Elon Musk, Tim Cook, Cristiano Amon y Bill Gates. El caso de Qualcomm es el más importante debido a la fabricación de semiconductores, producto que se ha convertido en un commodity clave en la triangulación entre China, Taiwán y Estados Unidos, ya que ante las medidas que han tomado estos gobiernos, la innovación en la industria de los semiconductores es tal vez la carrera tecnológica más importante de estos tiempos.

China se ha convertido en el principal consumidor de semiconductores y, al mismo tiempo, ha incentivado el desarrollo de toda una industria con empresas nacionales, más allá de Qualcomm o TSMC. Esta estrategia se ha promovido desde 2014 a través del “Gran Fondo”, en donde participan 74 empresas. El objetivo es poder consolidarse con el 23% de la participación en el mercado mundial para 2030, esto bajo una perspectiva de una tendencia en donde las empresas manufactureras chinas de semiconductores comiencen a desplazar a las americanas.

Por lo que, ante esta tendencia, la única medida para frenar esto recae en las medidas de proteccionismo selectivo desde Washington. No obstante, no se puede determinar con exactitud el impacto económico que esto representa para las empresas de Estados Unidos, pero un punto importante a destacar es que la dinámica de redes globales es representativa y vital para ambos socios en términos de competitividad.