El vicepresidente Lai Ching-te viajó a Paraguay, único aliado diplomático de Taiwán en Sudamérica, para asistir a la toma de posesión de su presidente, Santiago Peña. El viaje, como es costumbre, contempló dos escalas en EEUU, en Nueva York y en San Francisco. A solo cinco meses de las elecciones presidenciales, esta visita ha despertado curiosidad por su perfil. Peña visitó la isla en julio último. Taiwán fue un tema polémico en la reciente campaña presidencial de Paraguay, con su principal oponente, Efraín Alegre, prometiendo cortar los lazos formales de ser elegido.
En primer lugar, ha sido una misión globalmente discreta, en la que no hubo encuentros destacados en sus escalas en EEUU –a diferencia del viaje de primavera de Tsai Ing-wen a América Central cuando se reunió con el presidente de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy-. Sin duda, Lai ha querido transmitir cierta sensación de calma respecto a las preocupaciones en torno a su liderazgo y hoja de ruta en lo político mostrando capacidad de moderación y contención.
En segundo lugar, aunque China criticó, como es habitual, los arreglos de Washington y dispuso maniobras militares, estas también fueron de perfil bajo. Lai tampoco ha desarrollado una agenda que pudiera servir de argumento para que el EPL exhibiese músculo castrense.
En tercer lugar, la Administración Biden evitó fotos sobresalientes con Lai. Incluso en el almuerzo celebrado en nueva York, la presidenta de AIT (American Institute in Taiwan), Laura Rosenberger, se dirigió a los asistentes a través de un discurso pregrabado. Tampoco ha trascendido que tuviera reuniones o conversaciones privadas de cualquier tipo con altos cargos o políticos estadounidenses. Lai publicó una foto con Rosenberger a su regreso de Asunción, en San Francisco, donde también coincidiría con Janet Napolitano, exsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y Kate Gallego, alcaldesa de Phoenix. En la ocasión, Rosenberg reiteró que “Taiwán es un socio crucial para EEUU”.
Ello nos muestra lo que sin duda será el tono de buena parte de su campaña: calculada moderación, promesas de no propiciar cambios drásticos en el estatus de Taiwán en caso de resultar elegido, etc. En respuesta a una pregunta del editor de Bloomberg Businessweek, Joel Weber, Lai negó tener una hoja de ruta para la independencia formal de Taiwán. De esta manera, sus rivales y Beijing lo pueden tener más complicado para asustar con su figura y reaccionar de forma significativa o preocupante en una sociedad taiwanesa lógicamente temerosa de la guerra.
El que la visita se haya tratado con discreción, lo cual se queda muy lejos de la esperanza expresada por Lai de que el futuro presidente de Taiwán visite la Casa Blanca, es producto de un acuerdo con EEUU. No fue una visita degradada por rechazo de EEUU a su figura o la expresión de ciertas dudas sobre Lai en Washington sino pactada en su agenda de principio a fin y con el propósito de evitar la aparición de cualquier foco desestabilizador. Por el contrario, refuerza la idea de especial sintonía entre ambos gobiernos y la existencia de canales de comunicación muy trabados. Recuérdese que el Congreso de EEUU propuso casi 30 proyectos de ley o resoluciones favorables a Taiwán en los últimos seis meses y propició la aprobación del primer acuerdo bajo la Iniciativa EE UU-Taiwán sobre Comercio del Siglo XXI. Esa dinámica seguirá. Tampoco ha sido expresión de una concesión ante las habituales críticas continentales.
No sorprendió, por otra parte, la cercanía mostrada por Lai con la enviada de Taiwán a EEUU, Hsiao Bi-khim, de quien se rumorea ampliamente que será elegida como compañera de fórmula de Lai en las elecciones presidenciales.
Para Taiwán, estos viajes son importantes en la medida en que concretan cierto espacio internacional, limitado, que busca expandir. En Asunción reafirmó los lazos bilaterales, que datan de 1957 y no desaprovechó la oportunidad para intercambiar impresiones con las personalidades asistentes a la ceremonia, incluidos la secretaria del Interior de los Estados Unidos, Deb Haaland, o el rey de España, Felipe VI, así como con el presidente brasileño Lula da Silva, el presidente de Argentina, Alberto Fernández; el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, el presidente de Chile, Gabriel Boric; el presidente de Bolivia, Luis Arce; el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa;o el embajador de la Santa Sede en Argentina, Miroslaw Adamczyk; entre otros.
A su regreso a Taipéi, Lai fue recibido con los datos de una encuesta realizada por la Fundación de Opinión Pública de Taiwán según la cual el 57,6 % de los encuestados creen que ganará las elecciones. El 20 % confía en Ko Wen-je del Partido Popular de Taiwán, y el 12,4 % ve a Hou You-yi del Kuomintang como una opción viable.