Chile-China: itinerario de 50 años para vencer la distancia Fernando Reyes Matta, Director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China (CELAC) en la Universidad Andrés Bello.

In Estudios, Política exterior by Xulio Ríos

Al acercarse diciembre de 2020  se hizo nítido el medio siglo de relaciones diplomáticas entre Chile y la República Popular China (RPCh), con todos sus alcances y derivaciones. Cincuenta años marcados  por cambios profundos en ambos países, al comienzo bajo una concordancia en la matriz global del socialismo, para derivar hacia las coincidencias en ser parte de las tendencias del comercio mundial y la promoción de mercados abiertos. Ello ha determinado que los estudios sobre este período ponga casi toda la atención en los intercambios entre ambos países y las razones de su incremento, especialmente tras la crisis económica de 2008. Un análisis con actores públicos y privados, que – no obstante su calidad en la observación de estadísticas y cifras – deja en segundo o tercer plano las variables políticas subyacentes en esta relación. Este texto pretende rescatar los escenarios políticos construidos en ese devenir económico.

Junto con asumir el gobierno en noviembre de 1970, el presidente Salvador Allende instruyó al embajador de Chile en Francia, Enrique Bernstein, un diplomático de gran prestigio en la Cancillería chilena, que iniciara conversaciones con el embajador de la RPCh en ese país, para acordar el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Chile y China. Ello, obviamente, significaba terminar con el reconocimiento a Taiwan (República de China). Tal acuerdo, histórico por ser el segundo país latinoamericano en hacerlo y antes que la RPCh fuera reconocida como legítima representante de China en Naciones Unidas y miembro permanente del Consejo de Seguridad, se hizo público el 15 de diciembre de ese año. Si bien estaba presente la voluntad política de los gobiernos de la época para ello, la decisión era un reconocimiento de la realidad y visión de largo plazo: “Fue un imperativo político, una realidad histórica y un deber internacional. La República Popular China contaba a la sazón con todos los atributos de un Estado, era un interlocutor válido y adelantaba un proceso político que no se podía desconocer. Las relaciones desde entonces se han desarrollado conforme a los principios de respeto mutuo, no intervención, integridad territorial, igualdad y cooperación”.[1]

Si en 1970, cuando  Allende decidió establecer aquellos vínculos formales, el intercambio comercial entre ambos países era mínimo, al aproximarse al 2020, ahora con el  segundo gobierno de Sebastián Piñera, las cifras oficiales disponibles indicaron que entre exportaciones e importaciones se alcanzaron los US$42.791 millones, ratificando para China la categoría de primer socio comercial de Chile. En ese record estaban los US$25.287 millones correspondientes a exportaciones chilenas a China, integradas principalmente por cobre, pero donde también la presencia de US$ 1.497 en exportaciones agropecuarias constituyó otro dato clave, por la vinculación en puestos de trabajo que ese sector conlleva.[2] Entre ambos momentos hay una similitud: Estados Unidos no mira con buenos ojos ni entonces ni ahora  la forma autónoma y dinámica con que se han venido dando los vínculos entre Chile y China.

Es frecuente que en los contactos a nivel gubernamental, ya sean presidenciales o ministeriales, los representantes chinos señalen la secuencia de los “primeros” que han determinado el devenir de las vinculaciones entre ambos Estados en este período. Entre éstos aquí los más relevantes:

  • Chile el primer país en América del Sur en establecer relaciones diplomáticas con la RPCh.
  • Chile el primero en América Latina en apoyar a China en su ingreso a la Organización Mundial de Comercio.(1999)
  • También primero en reconocer a China como una economía de mercado.(2004)
  • Primero en el mundo, fuera del espacio ASEAN, en suscribir como país en forma individual, un Tratado de Libre Comercio con China. (2005). Se complementó con acuerdos en servicios en 2010 e inversiones en 2014.
  • Primera Cumbre Empresarial China-América Latina, en Santiago de Chile (2007)
  • Primer país de América Latina en participar en el Foro de Boao, donde líderes del gobierno, los negocios y la academia de Asia buscan profundizar el intercambio y la  cooperación económicos entre los países asiáticos.(2008)
  • Primero en concretar con China la modernización de un TLC, con nuevos capítulos sobre comercio de bienes, reglas de origen, como también de comercio electrónico y medio ambiente (2019)
  • Único país de América Latina en participar a nivel presidencial en los dos Foros de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Bachelet, 2017;Piñera 2019)

Ese medio siglo de relaciones diplomáticas tuvo el precedente de acercamientos previos importantes a lo largo de la historia. Allí está aquel apoyo que el mítico Batallón Chino dio a Chile en la etapa final de la Guerra del Pacífico[3], como también la Ley N° 3078, de 12 de abril de 1916, que aprobó el Tratado de Amistad entre la República de Chile y la República de China, suscrito en Londres en Febrero de 1915. Y también las visitas que figuras como Pablo Neruda y el propio Salvador Allende hicieron al país asiático tras la instauración de la RPCh y el gobierno encabezado por Mao Zedong.[4] Desde el espacio de la cultura construyeron relaciones especiales artistas como el escritor Luis Enrique Délano y el pintor José Venturelli, en los primeros años de la RPCh.

Pero en espacio concreto de las relaciones de Gobierno a Gobierno existe un capítulo poco conocido: la misión casi secreta que en abril de 1968 hace a China el gerente comercial y de operaciones de la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), Belisario Velasco, para comprar 1.000 toneladas de té, con el objeto de tener una alternativa frente al té argentino (abastecedor principal hasta entonces) y así obligar al gobierno de Onganía a que se cumplieran los contratos de compra de celulosa que estaban congelados. Ello era determinante para la Compañía de Papeles y Cartones, a cuya cabeza estaba entonces Jorge Alessandri, futuro presidente de Chile. Velasco, 32 años, cumple la misión, observa la China bajo la Revolución Cultural, suscribe el contrato. “Usted como ejecutivo de una empresa autónoma del Estado y responsable del debido abastecimiento del país, será invitado por la Oficina Comercial de China a visitar sus plantaciones de té…Estará un mes en ese país visitando  plantaciones en diversas regiones…Se le permitirá acceder a lugares y actividades de las cuales muy pocos pueden participar…Nada de oficios en esta operación, que es privada”, le había dicho  el Canciller Gabriel Valdés. Con todo, el programa también incluyó una cita con el presidente Mao Tse Tung. [5]

El sello dominante de las relaciones diplomáticas ha sido su continuidad. En enero de 1973 por primera vez un ministro de Relaciones Exteriores de Chile hacía una visita oficial a China, una delegación enfocada especialmente a los temas económicos encabezada por el canciller Clodomiro Almeyda. La China de entonces, en tensión extrema con la Unión Soviética, aparecía como alternativa que un sector político de la Unidad Popular creía podría derivar en apoyo al proceso en Chile. En primer ministro Zhou EnLai fue claro en su análisis: “Ustedes han ido demasiado rápido. ¿Tenían preparadas las condiciones para esos cambios?” [6]

Tras el golpe militar los vínculos se mantuvieron, si bien en un perfil bajo. Sin embargo, hubo aproximaciones sustentadas  en la política de “no injerencia de un país en los asuntos internos de otro”[7], donde confluían posiciones del régimen de Pinochet con la política exterior china. La concordancia estaba en aproximaciones pragmáticas. El gobierno militar chileno encontraba fuerte rechazo internacional y “ante el aislamiento en que vivía el país da prioridad a las relaciones con los países de Asia Pacífico, lo cual va a dar un carácter más proactivo a las acciones respecto de China”.  [8]

En 1976 el empresario Ricardo Claro, asesor de la Cancillería chilena en la primera etapa del régimen militar, viajó en calidad de embajador especial a Beijing, donde logró el apoyo del gobierno chino para evitar una condena de Naciones Unidas contra Chile por violaciones a los derechos humanos.  Ya entonces, Claro anticipaba, a oídos no siempre perceptivos, que China sería la gran potencia del siglo XXI. Con esas ideas tuvo fuerte influencia para que el canciller Hernán Cubillos realizara una visita a China en octubre de 1978, donde fueron recibidos por Deng Xiaoping, quién recién había logrado posicionarse como líder de China. Este, para sorpresa de sus interlocutores, les anticipó las ideas que determinarían la puesta en marcha de una nueva política económica en la RPCh, promotora del mercado y el comercio con apertura internacional. Con su propuesta de “reforma y apertura”, Deng dio el vamos a una triple transición: “de una economía cerrada a una abierta; de una economía planificada a una de mercado y de una sociedad rural a una urbana. Esta triple transición, realizada en el país más habitado del mundo, no pudo sino influir en el conjunto de la economía mundial”.[9]  Durante los años ochenta las relaciones con el país asiático fueron formales, aunque se firmaron algunos convenios de cooperación económico- comercial y de alcance técnico y cultural. Fueron vínculos marcados por las ventas de cobre, salitre y yodo de Chile a China en su ascendente proceso de industrialización.

Reactivaciones tras regreso a la democracia en Chile

Al regreso a la democracia los pasos se fueron dando con cautela – el escenario internacional tenía los ecos de los muertos caídos en Tiananmen (junio,1989) y las condenas a China generadas por aquello; la caída del muro de Berlín y los titubeos finales de la Unión Soviética – , mientras en Chile se iniciaba un complejo andar de transición democrática. No obstante, en mayo de 1990 se concretó la primera visita oficial de un Jefe de Estado chino al país, cuando el Presidente Yang Shangkun fue recibido por su homólogo nacional, Patricio Aylwin. En noviembre de 1992, Aylwin  se convertiría en el primer Jefe de Estado de Chile  en ser recibido en Beijing. Esa visita abriría un itinerario de vinculaciones presidenciales donde crecientemente el tema distancia fue quedando de lado. En declaraciones a los periodistas Aylwin dijo: «En principio, la tesis chilena es que nosotros mantenemos relaciones más allá de las diferencias políticas que puedan existir con los gobiernos de los distintos países, y China en eso sostiene permanentemente esa misma tesis». Aquello marcó una línea seguida por sus sucesores.

Eduardo Frei llegó al gobierno encontrándose con una herencia de perspectivas mayores que, de una u otra forma, han marcado su vida: Chile había sido invitado a ser miembro del Foro APEC (Asia Pacific Economic Cooperation). Chile ingresó al APEC como miembro pleno durante la Cumbre APEC de Jakarta, Indonesia, en noviembre de 1994 tras concurrir durante un año a los grupos de trabajo. La participación de Chile en APEC estuvo determinada por los objetivos de la política comercial del país y compatible con el principio de «regionalismo abierto», que inspiró la relación con el resto del continente. Una referencia orientadora también fue el creciente comercio que Chile venía desarrollando con el resto de los miembros del grupo, que representó durante buena parte de la década de los noventa alrededor del 50% del intercambio con el mundo. A esto se agregó que gran parte de los principales inversionistas extranjeros en Chile eran y son  miembros del APEC (Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón). Pero éste fue el marco para la decisión mayor del presidente Frei: crear las condiciones para suscribir un Tratado de Libre Comercio entre Chile y China.

Con incredulidad reaccionó el presidente Jiang Zemin cuando el presidente Frei le planteó dicho propósito en la entrevista bilateral sostenida en Jakarta. Según testigos, el mandatario chino pidió le repitieran la traducción porque no creía haber entendido bien, le sorprendió que un país de las dimensiones de Chile quisiera tener un TLC con China. Por lo demás, China no había suscrito un acuerdo de ese tipo con ningún país en el mundo y aún no era miembro de la Organización Mundial de Comercio, recién constituida. Pero Chile no dejaría de insistir en aquella propuesta, reforzada por los méritos de sus acercamientos al acuerdo de Canadá, Estados Unidos y México (NAFTA), que veían con interés la adhesión de Chile a ese tratado.

Con el cruce del 2000 se inició una nueva etapa en las relaciones de China con América Latina. En septiembre de ese año el ministro de relaciones exteriores Tang Jiaxuan realizó una visita considerada sin precedentes a Brasil, Chile y Cuba. Aquello marcaba “una presencia nueva de América Latina en el radar de la política exterior china”.[10] En ese marco, en abril de 2001 el presidente Jiang Zemin llegó de visita a Chile, en respuesta a una invitación que el presidente chileno, Ricardo Lagos, le había hecho en la reunión de la APEC en septiembre del año anterior. A su vez, Lagos se preparaba para concurrir a la APEC de ese año que tendría lugar en Shanghai. China esperaba que el foro tuviera una agenda muy económica, donde los temas ligados a la OMC y el comercio mundial fueron los dominantes. Pero vino el ataque a las Torres Gemelas y ello cambió el escenario. En Estados Unidos estaba de presidente George W. Bush. APEC se vio cruzada por una pregunta mayor: ¿cómo se protegería a los intercambios comerciales de los atentados terroristas? El diálogo a puertas cerradas fue franco y allí Lagos hizo intervenciones orientadoras: Bush las agradeció, Jiang vio que Chile era un interlocutor con el cual cabía construir una relación especial. No se trataba sólo de que Chile era el primer país en América Latina en apoyar el ingreso de China a la OMC, era un país con fuerte experiencia en negociaciones de libre comercio.

En 2002, el gobierno chino le propuso a su par chileno iniciar conversaciones conducentes a un acuerdo comercial. Chile estaba involucrado en sacar adelante el acuerdo con la Unión Europea, lo cual era una tarea mayor, que obligaba a ir país por país en ese continente. Pero llegó la hora de la  Cumbre de Líderes APEC 2004, celebrada en Santiago, ahora ya con Hu Jintao como presidente de China. En ese contexto, hubo un anuncio muy valorado políticamente por China: “Hoy hemos anunciado que Chile otorga formalmente el reconocimiento a China como economía de mercado”. Aquella declaración del presidente Lagos junto a su colega chino constituye hasta hoy un hecho excepcional al reconocimiento que otros países del continente tienen al respecto.[11] Junto con ello se dio el otro anuncio: Chile y China iniciaban sus negociaciones para determinar un Tratado de Libre Comercio entre ambas partes. Se habían hecho contactos previos, llevados adelante por Osvaldo Rosales, Director de Relaciones Económicas Internacionales, lo cual permitió esclarecer los espacios de lo posible: primero un acuerdo sobre comercio de bienes, dejando para más adelante los temas de servicios e inversiones. Tras cinco rondas de negociaciones, que culminaron en octubre de 2005, el TLC entró en vigencia a partir del 1 de octubre de 2006. ¿Por qué China quiso impulsar aquel acuerdo con Chile? Según Rosales: “Las autoridades chinas siempre nos dijeron – cuando estábamos en la fase de negociación – que ellos buscaban el acuerdo como un mecanismo de aprendizaje. Decían que en materia de negociaciones de TLC sabían poco y que nosotros teníamos más experiencia”[12]

Desde entonces, China fue aumentando progresivamente su participación relativa en el mercado local, hasta llegar a transformarse, hacia 2010, en el primer socio comercial de Chile, calidad que al 2020 seguía vigente. En concreto, el TLC en cuestión se fue concretando a partir de cuatro etapas, a saber: la firma de un Tratado de Libre Comercio en Bienes, firmado en noviembre de 2005, en el contexto de la Cumbre APEC de Corea del Sur; la suscripción, en abril de 2008, de un Acuerdo Suplementario de Comercio de Servicios, que entró en vigor a partir de agosto de 2010; la puesta en marcha de un Acuerdo Suplementario de Inversiones, consensuado en septiembre de 2012, durante la Cumbre APEC de Rusia, el cual comenzó a regir desde febrero de 2014; y la desgravación del 97,2% de los productos de origen chileno, a partir del 1 de enero de 2015, con lo cual estos bienes quedaron en condiciones de hacer su ingreso al mercado chino, libres de arancel. Solo quedaron excluidos de esta condición, los 214 productos originarios del país, que junto a 152 bienes procedentes del país asiático, quedaron especificados en la Lista de Excepción del TLC.[13]

Aproximaciones en lo socio-político

Si se advierten los trasfondos políticos junto al incremento de los vínculos  económicos, es posible ver a partir de la entrada en vigencia del TLC otras aristas tan trascendentes como aquellas ligadas a la relación comercial e iluminan las perspectivas de vinculaciones entre dos países, colocados en las antípodas del mundo. En un marco general puede decirse que ambos, cada cual en su dimensión y escala productiva, se han movido buscando un equilibrio positivo en el triángulo configurado por Estado, Mercado y Sociedad. Hubo un momento donde publicaciones chinas (diciembre 2007) señalaron que la meta de llegar a una “sociedad socialista armónica” planteada por el presidente Hu Jintao y su gobierno era concordante con la tesis de “la cohesión social” impulsada por los gobiernos chilenos, tanto del presidente Ricardo Lagos como de Michelle Bachelet.[14] En esencia, había coincidencias analíticas en señalar que la gobernabilidad contemporánea se sustenta en un Estado fuerte, ordenador y conductor; en un Mercado con capacidad de innovación y crecimiento; y en una Sociedad donde sean nítidas las oportunidades y protecciones.

Si la presidenta Bachelet fue la primera figura latinoamericana en hablar en la Escuela de Cuadros del PCCh (la entidad formadora de los conductores del Estado) y una de las primeras en el mundo en ocupar esa tribuna, lo propio hizo el presidente Sebastián Piñera. Aquella por ser la primera mujer en llegar a la Presidencia en Chile, el segundo por ser el primer mandatario de una ideología de derecha en asumir el gobierno tras la recuperación de la democracia. Ambos demostraron con aquel gesto que la relación con China no era para Chile sólo un tema de intercambios comerciales, sino también de búsquedas de respuestas y análisis compartidos frente a los desafíos de las sociedades contemporáneas.

Cuando lo hizo la mandataria chilena, en abril de 2008, señaló que “China y Chile enfrentan, a pesar de sus diferencias, desafíos similares, como seguir creciendo económicamente pero, al mismo tiempo, lograr que la prosperidad llegue a cada uno de sus habitantes”. Allí habló de cohesión social y, especialmente, de la integración de la mujer en el devenir de la sociedad, lo cual despertó fuertes aplausos de las mujeres presentes en aquel acto. A su tiempo, el presidente Piñera colocó el tema de los derechos humanos como una de las preocupaciones de Chile en su relación con China, valorando que ambos países hubieran acordado mantener un diálogo permanente al respecto en el marco de Naciones Unidas, tanto en Ginebra como Nueva York. Por otro lado, subrayó la necesidad de trabajar conjuntamente en cuestiones como el calentamiento global, la reforma al sistema financiero internacional y los avances en acuerdos de libre comercio dentro de APEC. [15] Ambas presencias, reiteradas posteriormente en el segundo mandato de cada uno, se sustentaron en la siembra previa donde aquella referencia de “los primeros” siempre estaba presente. Por otra parte, el papel de Chile en el desarrollo de la astronomía mundial permitió al mandatario chileno abrirse a un acuerdo de cooperación con China en este ámbito.

En ese marco, cabe rescatar la actitud de Chile en 2008 frente al Libro Blanco publicado por China bajo el título “Documento sobre la Política China hacia América Latina y el Caribe”. Ese texto generó especial interés en los ámbitos gubernamentales, académicos y empresariales en Chile. Ningún otro país u organismo regional le dedicó la atención o respuesta que las autoridades chinas esperaban ante ese texto que incluía cuatro secciones: área política, económica, socio-cultural y de paz y seguridad. Todo ello con estrategias concretas de trabajo común.  La Respuesta de Chile fue entregada por la presidenta Bachelet al presidente Hu en la cita bilateral durante la Cumbre de APEC 2009, en Singapur. Junto con el análisis en detalle se señalaron perspectivas políticas similares: “Las modernizaciones y la mejor calidad de vida conllevan nuevas aspiraciones y demandas de los pueblos. En ese sentido el diálogo permanente entre Chile y China está llamado a ser una fuente de mutuo conocimiento e intercambio de experiencias…Chile y China podemos demostrar que en el siglo XXI la distancia ya no es un obstáculo mayor y lo esencial está en la cercanía de los intereses mutuos y las visiones compartidas”. Ningún otro país de la región entregó una respuesta similar.

Al presidente Piñera le correspondió inaugurar el pabellón de Chile en la Expo Universal de Shanghai, mayo 2010. Desde la puerta de la Moneda habló en vivo, pero su imagen se veía en el fondo de un pozo que simulaba una apertura hacia el otro lado del mundo, al país antípoda. La expo tuvo como lema “better city, better life” y los equipos coordinados desde fines de 2008 por el empresario Hernán Somerville, con los recursos aportados por el Estado y diversas empresas privadas, respondieron rigurosamente al desafío de hacer aportes al tema. Chile, junto con mostrar sus productos, especialmente vinos y frutas, entregó un plan de ocho puntos centrales para lo que se denominó La ciudad de las Relaciones. El resultado fue que el pabellón de Chile se adjudicó el premio de oro en la categoría «Desarrollo Temático», con lo que se impuso en este ámbito a los pabellones de su nivel. Fue un aporte al interés de China en tener visiones y conceptos que le orienten en su acelerado proceso de desarrollo urbano: 2018 de las 100 ciudades más pobladas del mundo 22 estaban en China.[16]

Cercanía creciente tras el 2010

La década de 2010-2020 da cuenta de una política de interacción muy dinámica de China con América Latina. Ello traerá una serie de visitas de altas autoridades chinas a la región como nunca antes y en ello Chile jugará un papel muy significativo.[17] Esto reforzado también por la presencia de la CEPAL en Santiago.  Xi Jinping, todavía como vicepresidente, estuvo en Chile en junio 2011, anticipando su visión sobre la agenda de futuro entre China y Chile y los países de la región. Un año después  lo hizo el Primer Ministro Wen Jiabao, dando impulso a una serie de nuevos acuerdos, todos bajo la decisión de establecer la asociación estratégica sino-chilena. En 2014, la presidenta Bachelet concurrió a Brasil donde el ya presidente Xi anticipó su plan de relaciones con los países de la región: 1+3+6. Lo ratificaría en la primera reunión del Foro CELAC-China en Beijing: 1, por un solo plan para la región; 3 por el comercio, inversiones y sistemas financieros como motores de la cooperación; 6, por energía y recursos naturales; desarrollo de la infraestructura, agricultura, industria, innovación científica y tecnológica y tecnologías de la información, como áreas a priorizar. Allí se acordó que el II Foro CELAC-China tendría lugar en Santiago en enero 2018.[18]

El Primer Ministro Li Keqiang, en mayo 2015, reiteró los nuevos planes de China con la región y, especialmente con Chile, una clara política de inversiones en áreas diversas, las que hasta entonces eran pocas. La visita de Estado del presidente Xi Jinping en noviembre 2016 se constituyó en acontecimiento mayor. En esa ocasión, junto a la Presidenta Bachelet, actualizó sus relaciones bilaterales con Chile, elevándolas al estatus de asociación estratégica integral, término de alto alcance en la política exterior china.[19] Tras sus diálogos con el presidente Piñera en el marco de APEC 2018 y la visita de Estado del mandatario chileno a Beijing, el presidente Xi se aprestaba a visitar nuevamente Chile en noviembre 2019 para la cumbre de APEC. Aquella, al final, no pudo realizarse por el estallido social en Chile. Sin embargo, tuvo especial importancia como gesto de cercanía, la conversación telefónica en febrero 2020 entre el mandatario chileno y el presidente chino a raíz de la epidemia de coronavirus, lo que públicamente agradeció el presidente Xi.

Al acercarse 2020 la relación de Chile con China sufrió las presiones de Estados Unidos tras la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca. Las palabras del Secretario de Estado Michael Pompeo fueron elocuentes: «el problema es que cuando China hace negocios en lugares como América Latina, a menudo inyecta capital corrosivo en el torrente sanguíneo económico, dando vida a la corrupción y erosionando el buen gobierno». Y descalificó a Huawei y su presencia en futuros proyectos en Chile, todo ello en la víspera del viaje del presidente Piñera a Beijing. El mandatario chileno cumplió con su programa y tuvo reuniones con sectores de inteligencia artificial y redes digitales claves para el futuro de Chile. Reconoció que Chile debería navegar en el futuro en un delicado equilibrio en medio de las dos potencias que dominarán el siglo XXI, Estados Unidos y China, pero remarcó que ello deberá hacerse teniendo siempre en cuenta los intereses de Chile. En otros términos, el derecho a la “multipertenencia” en los escenarios internacionales del futuro, rechazando las polarizaciones propias de la Guerra Fría del siglo XX.[20]

Si el cobre y otros productos de extracción minera siguen dominando el universo de exportaciones de Chile a China, hay una tendencia de la agroindustria que se abre paso de manera creciente en los mercados de ese país. Hay varias razones: por un lado, capacidad  técnica y acceso oportuno a los mercados; por otra, ciertas simbologías creadas con el tiempo. El vino chileno es una experiencia mayor. Pero también se destaca lo ocurrido con las cerezas: Chile exportó US$1.060 millones en la temporada 2017 y 2018, que para la cereza cubre aproximadamente un período de 18 semanas.[21] La crisis del coronavirus llevó a la baja las exportaciones y los precios, pero todos los agroempresarios señalan que ello es algo temporal: la confianza ya está ganada y hay que trabajar el futuro a partir de ella.

Los factores de confianza serán muy determinantes en los vínculos de Chile y China a futuro en todos los planos, sobre todo tras los impactos sufridos por la economía mundial en 2020. El concepto de distancia se ha disminuido drásticamente y será aún más a futuro con las interconexiones digitales. De hecho, tras el II Foro CELAC China realizado en Santiago en enero 2018, quedó claro que Chile ve la Iniciativa de la Franja y la Ruta impulsada por China (Ruta de la Seda siglo XXI la llaman los medios) no sólo en tres áreas (terrestre -que no es pertinente a Chile-, marítima y aérea), sino especialmente apuesta al futuro en la Ruta Digital. El cambio climático y las metas del Desarrollo Sustentable, como los cambios sociales determinados por internet y las aplicaciones digitales, son factores donde Chile y China podrán compartir experiencias para incrementar sus vínculos bilaterales, pero también para incidir en el devenir del mundo en el siglo XXI.  Los sistemas políticos son diferentes en ambos países, pero las preguntas mayores a responder son muy similares.

[1] “Las relaciones de Chile-China: del simbolismo a la acción”, Octavio Errázuriz, Revista de Estudios Internacionales. Vol. 39. N° 154.2005. Autor es diplomático, ex embajador en China.

[2] https://www.subrei.gob.cl/estudio/reporte-anual-comercio-exterior-de-chile-2018/

[3] Patricio Lynch, vicealmirante y último comandante en la ocupación del Perú, fue apodado el Príncipe Rojo por los chinos culíes liberados (entre ellos, Quintín Quintana) durante la expedición militar realizada por él en los valles del norte de Perú entre el 4 de septiembre al 1 de noviembre de 1880. Lynch había vivido dos años en China, durante sus años de formación en la Marina Británica y dominaba en parte el idioma mandarín.

[4] En 1952 Neruda, Allende y otros intelectuales y políticos crean el Instituto Chileno-Chino de Cultura.

[5] “Esta Historia es mi historia”, Belisario Velasco, Catalonia,2018. Pags 75-81.

[6] El apoyo económico que se buscaba en esa visita no se logró, pero el diálogo político con Zhou Enlai fue profundo y anticipatorio de lo que ocurriría en Chile. También el primer ministro chino envió una carta al presidente Allende alentándolo a un desarrollo realista y posible. Copia del original en archivo de la Fundación Democracia y Desarrollo, Chile.www.fdd.cl

[7] Este era uno de los cinco principios de política exterior sustentados por Zhou Enlai en la conferencia de Bandung, 1955. Ver: http://spanish.xinhuanet.com/iberoamerica/2015-04/26/c_134184588.htm

[8] Octavio Errázuriz, op cit.

[9] El Sueño Chino, Osvaldo Rosales. Siglo XXI. Buenos Aires, 2020. pag  13.

[10] China en America Latina: reflexiones sobre las relaciones transpacíficas, Benjamin Creutzfeldt (Editor), Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2012. Pag. 105.

[11]China, Innovación y Tradición”, Fernando Reyes Matta. RIL Editores/UNAB. 2017.Pag 216.

[12]De los Andes a la Gran Muralla: 40 años de relaciones Chile-China”. Serie Asia Pacífico. Biblioteca Congreso Nacional  de Chile.2010

[13] https://www.subrei.gob.cl/detalle-de-acuerdos/?idacuerdo=6246

[14] https://www.bcn.cl/observatorio/asiapacifico/noticias/bachelet-escuela-cuadros

[15]Chile y China: cuarenta años de Política Exterior. Una trayectoria de continuidad y perseverancia”. Yun Tso Lee, Wu Hongying. RIL Editores, 2011.

[16] https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Aglomeraciones_urbanas_m%C3%A1s_pobladas_del_mundo#Las_100_aglomeraciones_urbanas_m%C3%A1s_pobladas_del_mundo

[17] Cabe remarcar el nombramiento del ex presidente Eduardo Frei como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial para el Asia-Pacífico a partir de abril 2014. En ello puso especial énfasis en los vínculos con China, encabezando misiones empresariales y la organización de la Chile Week.

[18] Para China fue muy importante este encuentro en Santiago porque allí su Ministro de Relaciones Exteriores, presentó la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Con el apoyo de Chile en negociaciones que no fueron fáciles se logró que el Foro emitiera una Declaración Especial de interés y respaldo a esa propuesta china. También correspondió a Chile organizar, en conjunto con CEPAL, el primer Foro Académico CELAC-China (octubre 2017) destinado a entregar aportes al encuentro ministerial.

[19] En el marco de la asociación estratégica, Chile invitó a China a la reunión con los integrantes del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) en Viña del Mar, marzo de 2017, organizada tras la salida de Estados Unidos de ese acuerdo. Si bien hubo un enviado especial en esa cita, China se mantuvo al margen de las negociaciones que llevaron al llamado TPP-11 suscrito en Santiago en marzo 2018.

[20] Con similar perspectiva el ex embajador en China, Jorge Heine, junto a Carlos Fortin y Carlos Ominami, ha planteado el concepto de “No Alineamiento Activo”. Foreign Affairs Latinoamérica, 2020/3 julio-septiembre.

[21] https://www.bbc.com/mundo/noticias-47076143