ENTREVISTA: Militarismo globalizado no proporciona seguridad

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

MADRID, 10 sep (Xinhua) — Un militarismo globalizado no proporciona la seguridad anhelada, y el combate al terrorismo necesita una cooperación global articulada, además de entender el problema acudiendo a la raíz, que serían las brechas de desarrollo y una institucionalidad deficiente, reflexionó el experto español Xulio Ríos de cara a un nuevo aniversario de los atentados del 11-S.

«Los años transcurridos han acreditado que el terrorismo global no es solo un problema de seguridad. El principio de acción-reacción nos condena a una lucha sin cuartel y sin fin. Es indispensable acudir a la raíz del problema, es decir, a las brechas de desarrollo, la falta de expectativas o a la deficiente institucionalidad», apuntó el experto en entrevista con Xinhua.

El director del Observatorio de Política China acotó que la lucha antiterrorista no se puede basar en la búsqueda de la inmunidad por parte de un determinado país, sino en el establecimiento de consensos basados en la búsqueda sincera de la paz y el desarrollo.

Para el experto, la «guerra contra el terror» de EE. UU., desatada tras los atentados del 11-S, evidenció en su momento una primera inflexión de la posguerra fría.

«Tras la disolución de la URSS, EE. UU. identificó en el terrorismo al nuevo enemigo, poseedor de todas las condiciones, como violencia, espectacularidad, inseguridad e incertidumbre, para justificar una era de guerra permanente basada en la utilización de dispositivos inteligentes, nuevos sistemas de vigilancia masiva y la participación activa de mercenarios, entre otros», indicó Ríos.

Como consecuencia, la «guerra contra el terror» trajo consigo como primer impacto un reforzamiento de la hegemonía de EE. UU. en el mundo, «no económica, tampoco moral, sí militar e ideológica», destacó el especialista español.

Indicó también que la reactivación de la decaída economía estadounidense encontró un poderoso aliciente en la gran inversión derivada a la defensa. Asimismo, proyectos rodeados de polémica veían allanando el camino hacia su desbloqueo: desde el escudo antimisiles, el Tratado sobre Misiles Antibalísticos o el rechazo al acuerdo de Ginebra sobre las armas químicas, entre otros.

«La única superpotencia militar del mundo disponía del argumento preciso e incontestable para justificar el uso -y abuso- de su poder», apuntó.

Según Ríos, cuatro presidentes estadounidenses (Bush, Obama, Trump y Biden) han alimentado la guerra interminable contra el terrorismo con apenas matices, ampliando cada vez más el alcance de las operaciones y perpetuándolas en el tiempo.

Alentando adaptaciones en la estrategia belicista y estableciendo polémicos marcos legales para justificar sus acciones (con drones, misiles teledirigidos y fuerzas especiales), los ataques selectivos pasaron a formar parte de lo cotidiano, expresó Ríos.

Veinte años después, las guerras en las que el Pentágono se embarcó, desde Afganistán a Irak, se revelaron empresas fallidas que han debilitado el liderazgo global de EE. UU..

Ríos recordó que muchos países en diferentes ocasiones en los últimos años han concertado acciones y recursos para encarar determinados problemas relacionados con el terrorismo.

«Sería deseable que lo mismo pudiera hacerse de forma tanto o más efectiva para habilitar programas de desarrollo o para modificar las reglas del comercio internacional, de forma que se generen oportunidades para el progreso humano entre las comunidades más desfavorecidas», finalizó Ríos. Fin