El incremento del activismo diplomático se aventura como un eje principal del tercer mandato de Xi Jinping. La causa central radica en una doble y firme convicción: para reanudar con fuerza la senda del crecimiento económico y alcanzar los importantes objetivos asociados a la modernización del país en la presente etapa, se requiere estabilidad interna y global; por otra parte, China dispone ahora del capital político y relacional indispensable para contrarrestar lo que considera influencia desestabilizadora de Washington, alejando cualquier atisbo de inseguridad para abordar la competencia internacional creciente con EEUU.
No es casual que la “Posición Política” expresada para resolver la crisis de Ucrania se anunciara a renglón seguido de la presentación del concepto de la Iniciativa de Seguridad Global, como tampoco que el acuerdo, bajo su mediación, entre Arabia Saudita e Irán, se escenificara en el contexto de las sesiones parlamentarias recién concluidas. En la misma línea cabría interpretar el anuncio de un nuevo enfoque político para el problema de Taiwán. Todo formaría parte de un diseño de alto nivel con enfoque en la situación global llamado a reflejar su creciente papel y con vistas a explayar las ventajas de la autonomía estratégica en la toma de decisiones de cualquier país a la hora de primar la elección del desarrollo sobre el compromiso con los intereses geopolíticos de EEUU, abriendo paso a un nuevo equilibrio estratégico en el escenario mundial.
Frente al destaque occidental de aspectos asociados a un endurecimiento bajo Xi, la prioridad para China seguirá siendo la economía y la tecnología, a sabiendas de que es en ello donde se juega el éxito o fracaso de la modernización del país. Admitiendo el carácter estructural de la tensión con EEUU, frente al cerco militar que este parece querer imponerle, la respuesta china se orientaría a “poner al desnudo” la política de Washington desmintiendo, con hechos, que pueda contener el ascenso geopolítico de China. Así, los éxitos de Beijing en esta estrategia pueden ser interpretados en clave de reveses diplomáticos para EEUU.
El protagonismo chino en los asuntos mundiales, de la economía a la política, anuncian un serio impulso fáctico al desarrollo multipolar de la gobernanza global. Y con él avanzan los principios de su diplomacia.
En suma, todo indica que en esta de China de Xi, para todos habría más para donde mirar.
(Para La Tercera, Chile)