BEIJING, 22 abr (Xinhua) -- A medida que se profundiza la política de reformas y apertura de China, cada vez más empresas chinas han comenzado a dejar su tierra natal en búsqueda la expansión internacional.
Esta tendencia de «irse al exterior» ha llamado la atención de mucha gente en otros países. Muchos reciben con satisfacción este hecho, pero otros con preocupación.
Como dijo un investigador de los Laboratorios Fujitsu recientemente, la política de reformas y apertura de China consiste en dos partes: «invitar (a extranjeros) a China» y «salir afuera». El flujo en las dos direcciones se ha convertido en algo normal en el comercio de China, especialmente después de que China se uniese a la Organización Mundial de Comercio en 2001.
Ahora que el mercado de China se está abriendo cada vez más, su economía se está volviendo más globalizada.
En el proceso de «salir afuera», las empresas chinas se están convirtiendo en miembros cada vez mayores de la familia internacional del comercio, y está adquiriendo experiencias tanto valiosas como dolorosas, inevitablemente.
Las empresas chinas están creciendo a un ritmo vertiginoso desde que salieran al mercado internacional, como destacó recientemente la revista Time. Como otras empresas que se expanden en el extranjero, las chinas han sufrido reveses y han pagado un alto precio. Sin embargo, también han aprendido a participar en el comercio internacional.
Las empresas chinas son igual que las empresas de cualquier país. Sus maniobras de «salir afuera», es decir, la expansión en el extranjero, son normales en el actual sistema de comercio libre mundial. No es ni una «sorpresa» ni una «amenaza.»
Tim Harcourt, economista jefe de la Comisión de Comercio de Australia, nos da un ejemplo. En la década de 1990, los adinerados japoneses invadieron Australia con inversiones, lo que causó una gran preocupación en el país. Los australianos se relajaron sin embargo al comprobar las ventajas de esto, como la creación de puestos de empleo y los nuevos productos y tecnologías que había traído la inversión japonesa.
Lo mismo ocurre con las inversiones chinas, afirmó Harcourt. El experto declaró que dentro de varios años, los australianos se darán cuenta otra vez de que sus preocupaciones son infundadas. Por el contrario, aseguró, recibirán con los brazos abiertos las inversiones chinas.
Con la «salida al exterior» llegan muchas oportunidades, no sólo para las empresas chinas, sino también para los países receptores, especialmente aquéllos cuyos sectores empresariales están hundidos en las arenas movedizas de la crisis financiera.
Las inversiones chinas pueden ayudar a estos países a salir de las actuales dificultades financieras. Las inversiones chinas pueden también ayudar a que los productos de esos países entren en otros mercados de una forma más fácil, y ayudan además a crear más puestos de trabajo en las comunidades locales.
Como señaló recientemente un artículo de Reuters, el crecimiento el mes pasado en la producción industrial de China, junto con una subida récord de nuevos préstamos otorgados, da validez a la idea de que puede que el final de la crisis financiera no esté tan lejos.
«Parece que la confianza está creciendo lentamente entre los inversores, y que lo peor ya ha pasado para la economía global», afirmó Hideyuki Ishiguro, ejecutivo de la corredora de valores Okasan de Japón.
Además de apuntalar a la economía mundial, la estrategia de «salir afuera» de las empresas chinas también pretende aumentar las inversiones y la construcción en los países africanos, especialmente en los menos desarrollados.
Para comprender la política de «salir afuera», los extranjeros deben considerar la política de desarrollo y globalización de China con una visión objetiva y a largo plazo.
«China tiene que entrar en el mercado internacional para seguir desarrollándose», afirmó la revista japonesa Toyo Keizai Weekly. «Aunque hay gente que habla de la ‘amenaza china’, China tiene que seguir desarrollándose.»
La revista Wall Street Journal también destacó que el mundo debe recibir con los brazos abiertos a las empresas y las inversiones chinas de la misma forma que reciben a las de otros países. Después de todo, esa es la esencia del comercio libre internacional y la libre competencia.