(A Romer Cornejo. In memoriam)
¿Cuánto cree China en los BRICS? Tras casi tres lustros de andadura en zig zag, parece haber llegado el momento de dar el paso y poner dirección al Norte.
Hoy por hoy, este acrónimo BRICS concreta el principal mecanismo a disposición de Beijing para proyectar una nueva ronda de reforma del sistema de gobernanza mundial marcada por la ampliación del protagonismo del Sur Global. Los BRICS son la principal fuerza articuladora y constructiva, la más determinante, para remodelar el orden global existente, una tarea que China se plantea aplicando la misma fórmula procedimental que hizo posible el triunfo, contra pronóstico, de su propia revolución: del campo a la ciudad, de la periferia al centro, del Sur al Norte….
Representa, por otra parte, la plasmación de un enfoque distintivo de las relaciones internacionales. No se trataría entonces de crear bloques de países en torno a la idea de compartir ciertos valores en oposición a quienes los menosprecian sino de sumar aliados para gestionar intereses. Y el principal que les aúna es el desarrollo, que debiera ocupar el centro de la agenda global. Es, por encima de todo, una invocación paralela que apela a respetar la soberanía nacional, santo y seña de la propia experiencia modernizadora china, como característica básica, el bienestar como objetivo compartido, la equidad anti-hegemónica como principio orientador de las relaciones internacionales.
A los países desarrollados del Norte se les conmina a participar de un desarrollo justo, basado también en el respeto a la libre elección del modelo y en el cumplimiento de los compromisos asumidos, un ámbito en el que proliferan los reproches. Para muchos, China es la alternativa, menos exigente y más generosa, pero también con enseñanzas más cercanas en virtud de su propia condición, cuestionada, de país en desarrollo exitoso en su transformación. Es con esa esperanza que se le otorga una más crecida dosis de confianza que deberá corresponder. El listón es cada día más alto y, en consecuencia, aumenta el riesgo de frustración.
Los BRICS ejemplifican la plataforma de cooperación más importante para las economías emergentes y los países en desarrollo permitiéndoles abandonar la periferia de forma progresiva. Y es China, quien se dice comprometida con la cooperación Sur-Sur y el diálogo Norte-Sur, quien aporta el plus necesario para situar dicho foro como exponente creíble de un multilateralismo dinámico y transformador.
Si en esta cumbre de Sudáfrica, China abandera un nuevo impulso a la cooperación del bloque, a su fortalecimiento a través de la ampliación y una mejora de la arquitectura institucional es también porque considera a los BRICS su mejor trampolín para impactar en mayor medida en el ámbito internacional.
En tiempos de geopolítica en creciente tensión, China ofrece un enfoque diplomático alternativo, innovación institucional, comercio, infraestructura, tecnología a la vanguardia y finanzas, estimulando la creencia de un ciclo de crecimiento y transformación de las economías de estos países siguiendo su estela y con su apoyo. Hay lista de espera.
Las contradicciones y problemas que puedan surgir dejan un final abierto pero los BRICS han dejado de ser una alternativa hipotética para convertirse en otra pata de la mesa de ese orden internacional emergente que evoluciona de posibilidad a realidad. Lo que resta de década puede ser crucial y es el momento de elevar la apuesta. China, sin duda, lo hará.
(Para El País)