Asia se ha transformado en el continente más peligroso del mundo. Para comenzar está Corea del Norte quien desde diciembre de 2012 llevó a cabo un nuevo ensayo con un mísil balístico, detonó su tercera bomba atómica, anuló el armisticio firmado con Corea del Sur y Estados Unidos al finalizar la guerra con éstos, cortó las líneas de comunicación con Seúl para casos de emergencia pre bélica, declaró un “estado de guerra” con su vecino del Sur y manifestó su disposición a atacar nuclearmente bases militares y territorio estadounidenses. Más allá de la retórica inflamada está la posibilidad de errores de cálculo o accidentes que desencadenen un conflicto efectivo.
Luego están las tensas controversias sobre los islotes Senkaku/Diaoyu y Takeshima/Dokdo que enfrentan a Japón con China y Corea del Sur, respectivamente. El sentimiento nacionalista de las poblaciones y la incapacidad para frenar a los sectores extremistas, en los tres casos, hacen de éstos puntos neurálgicos. Las tensiones entre Japón y China resultan particularmente álgidas con la posibilidad, nuevamente, de que algún accidente o error de cálculo degeneren en un conflicto armado. Bajo el Tratado de Defensa Recíproca entre Japón y Estados Unidos, este último país podría verse arrastrado a un conflicto directo con China.
De seguida están las controversias del Mar del Sur de China que enfrentan a este país con Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunei. De dichos casos, los dos primeros adquieren particular relevancia. Vietnam, quien mantiene una enemistad histórica con China, posee un ejército numeroso e importantes bases navales. Filipinas, de su lado, ha manifestado su disposición a invocar el Tratado de Defensa Recíproca que mantiene con Estados Unidos en caso de guerra con China y, a la vez, se ha acercado militarmente a Japón.
China e India mantienen diferendos territoriales en las regiones de Aksai Chin y Arunachal Pradesh que conllevan altas tensiones periódicas y que, en 1962, las condujeron a una guerra limitada. India se ha acercado militarmente a Estados Unidos como mecanismo preventivo ante un enfrentamiento con su vecino. De su lado India y Pakistán, quienes han sostenido tres guerras desde 1947, mantienen controversias territoriales en diversos puntos fronterizos, amén de la acusación de participación de los servicios de inteligencia pakistaníes en actos de terrorismo en India. Pakistán y China, quienes rodean a este último, mantienen estrechos vínculos militares y políticos entre sí. Finalmente encontramos a Afganistán y al Oriente Medio con su conflictividad y su gigantesca potencialidad destructiva.
Tres consideraciones básicas surgen de lo anterior. Primero, el inmenso potencial de destrucción presente en un continente en el cual varios estados poseen armamento nuclear y otros están considerando obtenerlo. Segundo, la posibilidad de reacciones en cadena al estilo Primera Guerra Mundial, que hagan que un conflicto puntual degenere en guerra generalizada. Tercero, el riesgo de que aquello que los historiadores denominan la trampa de Tucídides se haga realidad. Es decir, la guerra entre una potencia dominante que declina y otra que emerge.