Beijing ha organizado una celebración por todo lo alto para festejar el sesenta aniversario de la fundación de su Armada con un desfile militar sobre el mar que ha superado todas las expectativas en relación a iniciativas similares realizadas con anterioridad (1957, 1995 y 2005). Al evento, iniciado hoy jueves y que durará hasta el domingo, han anunciado su asistencia delegaciones de 29 países, 15 de los cuales harán acto de presencia con buques de guerra que se sumarán al acontecimiento.
La puesta de largo de la Armada coincide con una exhibición en toda regla de la mejora de sus capacidades en materia de dotaciones, comunicación y organización, mostrando por primera vez algunas fuerzas como los submarinos nucleares en medio de anuncios de inminente desarrollo de sistemas de armamento marítimo sofisticado con el objetivo de impulsar su capacidad de combate en guerras navales regionales.
Hu Jintao, presidente de la Comisión Militar Central, señaló recientemente que, para China, las actuales amenazas a la seguridad provienen principalmente del mar. Las misiones en el Golfo de Adén y en las aguas frente a la costa de Somalia dan cuenta de la asunción de unas ambiciones estratégicas que no pasan por alto la enormidad del litoral chino y de la superficie del espacio marítimo a controlar (unos 3 millones de km2). La discutida y proyectada adquisición de uno o varios portaaviones, en agenda desde hace tiempo, reforzaría esta tendencia con el propósito de proyectar su poder nacional más allá de sus aguas territoriales.
En paralelo, el problema de Taiwán sugiere apuestas reforzadas del poder disuasivo y de misiles. Esta es hoy una de las prioridades absolutas, si no la primera, de la Armada china. A pesar de la nueva política auspiciada por Hu Jintao en relación a la isla, basada en el impulso del acercamiento, la negociación económica y en materia de seguridad, Beijing acumula 440.000 soldados frente a 130.000; 530 aviones frente a 403; 100 navíos de guerra frente a 42 y 33 submarinos de ataque frente a 2. El presidente chino cuenta en la Comisión Militar Central con cada vez más oficiales allegados, en una alianza basada en el entendimiento con el llamado clan vietnamita, su socio más poderoso, pero con el inconveniente de abanderar la línea dura en el litigio que enfrenta al continente con la isla “rebelde”.
El Diario del Pueblo, órgano del PCCh, se ha cuidado de reiterar estos días que la modernización de la defensa china no supone una amenaza para nadie y que desempeñará sus obligaciones internacionales bajo la orientación de Naciones Unidas. Con frecuencia se recurre a las expediciones del almirante Zheng He como expresión de esa vocación de rechazo al expansionismo y de compromiso con el pacifismo. No obstante, constata también que el significativo aumento de la potencia militar y las apuestas estratégicas contribuyen a reforzar el prestigio de China en el mundo. Por otra parte, a China le preocupa especialmente la seguridad de sus vías de aprovisionamiento y el reforzamiento de sus capacidades en territorios marítimos que están en discusión y que le enfrentan a la práctica totalidad de los países vecinos. Tanto en el Sudeste asiático como en India, la preocupación aumenta en relación al futuro de los litigios en el mar de China meridional, al igual que su presencia en el océano Índico. En la isla de Hainan, actualmente construye una gran base naval.
El respaldo político y presupuestario que recibe la Armada da cuenta no solo de su priorización en las estrategias de defensa sino también de la creciente influencia de sus mandos en el conjunto del Ejército Popular de Liberación, donde las rivalidades presupuestarias, más en épocas de crisis, parecen beneficiarle frente a otras opciones. Tanto el clan vietnamita, que agrupa a los antiguos combatientes del conflicto de 1979 liderados por el jefe del estado mayor Chen Bingde, como el clan de los taizijun, que agrupa a los hijos de los viejos dignatarios militares, leales al régimen y a Hu, ganando posiciones, o el clan espacial, que incluye a figuras como Zhang Qingwei, Chi Wenchun, Huang Zuoxing, o Zhu Fazhong, todos con gran predicamento político por la importancia concedida a la conquista espacial, comparten la idea de que el EPL debe seguir conformándose como un pilar esencial de la estructura de poder.
Desde 1989, el presupuesto oficial de defensa ha venido creciendo más rápidamente que el PIB, en torno a tres o cuatro puntos por encima. La modernización de los equipos es el destino prioritario del alza y dado que algunos gastos militares no se incluyen en dicho presupuesto, los expertos extranjeros consideran que el presupuesto real de la defensa china debe ser unas dos veces superior al oficialmente reconocido. La desconfianza exterior respecto a China en materia de defensa está relacionada con su política de opacidad, de ahí la relativa trascendencia de esta exhibición.
El EPL es hoy es uno de los ejércitos más poderosos de la región y poco a poco asume una inevitable vocación mundial en correspondencia con otras dimensiones del poder chino. Colocado bajo la tutela del PCCh, se beneficia de un singular estatuto a parte en el sistema político. En el orden internacional, en los últimos años ha multiplicado su proyección global, desempeñando un importante papel en el comercio de armas, la logística y en la pluralización de los lazos que China amplía con numerosos países, en especial del Tercer mundo.