La confrontación de ciberseguridad entre Estados Unidos y China y sus derivaciones para América Latina Fernando Reyes Matta, Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, Universidad Andrés Bello. Chile.

In Estudios, Seguridad y defensa by Xulio Ríos

En diciembre de 2019, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución (A/RES/74/247) para crear un Comité Especial encargado de elaborar una “Convención internacional integral sobre la lucha contra la utilización de las tecnologías de la información y las comunicaciones con fines delictivos”, coloquialmente conocido como el Comité Ad Hoc (AHC, en inglés). La primera sesión, programada para fines de 2021, tuvo que posponerse debido al aumento de casos de Covid-19. Finalmente, sesionó en régimen híbrido en febrero de 2022 en Nueva York. A fines de julio de este año tuvo lugar una de las sesiones más intensas. Ello por dos razones: por las aplicaciones de instrumentos de ciberseguridad en la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia; por las tensiones crecientes entre Estados Unidos y China en este ámbito, considerado el verdadero espacio de confrontaciones de poder en el siglo XXI.[1]

Aún hay zonas oscuras en torno de la ciberseguridad y lo que se está entendiendo por ella para dimensionar el desafío que representa para América Latina. En el debate internacional se observa una tendencia a la baja en la que se busca tratar ciberseguridad de manera independiente al ciberdelito o cibercrimen. La necesidad de tener una mirada en todos los alcances del tema llevó a la creación del Grupo de Trabajo de Composición Abierta (OEWG, en inglés) sobre los avances en la esfera de la información y las telecomunicaciones en el contexto de la seguridad internacional, cuyo mandato se extiende hasta el 2025.[2] Los datos globales de los años recientes ilustran. Por ejemplo, el sitio Hackmageddon (2020), centrado en la documentación de ciberincidentes o ataques de trascendencia para gobiernos y empresas, registró un total de 1.802 eventos en 2019. Dicha cifra fue superior en 34 por ciento a los eventos registrados en 2018 (1.337). Y las motivaciones detrás de dichos ciberincidentes o ataques, con connotaciones políticas o centrados en dañar la seguridad nacional de un actor gubernamental, representaron un total 298 casos, entre los que se encuentran las clasificaciones de cibercrimen (83.96% sobre 100%), ciberguerra (1.55%), hacktivismo (3.05%) y ciberespionaje (11.21%), categorías que competen a intentos de vulneración de sistemas informáticos, tecnologías de la operación y bases de información de gobiernos nacionales.[3]

Desde mediados de año los estados miembros de la ONU fueron convocados a una elección en septiembre para elegir el próximo secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Si bien normalmente las elecciones para puestos con perfil de organismo técnico en la ONU pasan desapercibidas, esta vez la UIT se convirtió en el principal campo de batalla en la lucha por el control de Internet. El cargo hasta ahora fue ocupado por Houlin Zhao, de China. Para la elección entraron en disputa Rashid Ismailov, ex viceministro del Ministerio de Telecomunicaciones y Comunicación Masiva de Rusia, presidente del Consejo de la UIT de 2018, y como oponente Doreen Bogdan-Martin, de Estados Unidos, actual directora de la Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones de la UIT y con 28 años en entidad. Frente a este panorama, el influyente web del Lowy Institute dijo: “esta elección no es solo una votación para el próximo secretario general, es una elección que determinará el futuro del ciberespacio”.[4]  Esta dinámica observada en la UTI se presenta también en el Comité Ad Hoc, donde Rusia busca promover un Tratado internacional; y en el OEWG, cuya creación surgió como iniciativa de ese país, en contraposición al Grupo de Expertos Gubernamentales- GGE, liderado por Estados Unidos.

Ante un escenario de tales características donde la batalla se está dando entre grandes potencias, el mejor espacio para los países latinoamericanos en función de acuerdos y definiciones de normas es el multilateral. Por ello la participación se ha tornado clave en el Grupo de Trabajo de Composición Abierta en la ONU sobre desarrollos en el campo de la Tecnología de la Información en el contexto de la ciberseguridad. Durante el evento, que tuvo lugar entre el 25 y 29 de julio en la sede del organismo mundial, también se puso especial relieve en la creación de capacidades para el fortalecimiento de las estructuras de información e infraestructuras críticas, en lo que fueron especialmente insistentes desde Chile y otros países latinoamericanos, pero el informe anual es débil en ese punto.

La composición del grupo es abierta dado que además de Estados miembros, también participan partes interesadas como empresas, organizaciones no gubernamentales y el mundo académico. En dicho encuentro se analizaron las normas, reglas y principios de responsabilidad de los Estados en relación con la ciberseguridad, la importancia de generar instancias de capacitación y concientización en la ciberseguridad, así como la necesidad de fomentar el diálogo institucional entre los distintos países.

En América Latina diversos hechos demuestran las dos dimensiones de la agenda de la ciberseguridad. Por una parte, una secuencia de declaraciones y presiones a nivel de gobiernos, donde se manifiesta la confrontación entre Estados Unidos y China cuando se habla de desarrollos estratégicos de los países de América Latina. Por otra, el aumento exponencial de los crímenes de ciberseguridad contra instituciones públicas y privadas, especialmente bancos y empresas de retail.

Las presiones crecientes desde Estados Unidos a los gobiernos latinoamericanos de desligarse o no aceptar proyectos con presencia de China en el sector digital han sido una constante en los últimos cuatro años, especialmente desde que el concepto de “Red Digital” apareció en enero 2018 en los debates y documentos del Foro CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe) y China. Las voces estadounidenses enfatizan un discurso que entremezcla amenazas tanto en la seguridad nacional como en la seguridad hemisférica. Una de las condicionantes para que Ecuador recibiera un préstamo de 3.500 millones de dólares de la DFC de Estados Unidos, en diciembre de 2020, fue que Ecuador se uniera al programa “Red Limpia”, aquel creado por Donald Trump, el cual apunta a excluir a las empresas chinas de los contratos de 5G en el mundo.[5]Presiones similares ejerció Keith Krach, alto funcionario del Departamento de Estado en Brasil, mientras el paso de Mike Pompeo por Chile determinó que al final el proyecto del cable submarino desde la costa chilena hasta China, se reformulara con extensión sólo hasta Australia y en contrato con una empresa japonesa. Algo similar ocurrió con la fabricación de pasaportes chilenos que, luego de haber obtenido una empresa china dicha propuesta, la licitación fue anulada tras presiones norteamericanas en ámbitos gubernamentales y parlamentarios.[6]

La otra dimensión está ligada a acciones y amenazas de los hackers, cuya presencia en los ciberdelito ya son evidentes. En dicha sesión en Naciones Unidas desde América Latina, la voz de Costa Rica ha sido protagonista debido a su experiencia con el ataque de ransomware, que afectó su sistema de salud pública. El ransomware es un software extorsivo que se introduce en un dispositivo, cifra la información almacenada allí y así la secuestra, puede tener propósitos económicos pero cada vez más se ven motivaciones políticas. En los debates de Nueva York hubo quienes quieren condenar su uso ofensivo entre países, y quienes piden ayuda para pensar en cómo los países en desarrollo pueden prepararse para este tipo de ataques.[7]

Al término de esas sesiones Argentina, a través de Olga Cavalli, de la Secretaría de Innovación Tecnológica del Sector Público, señaló que desde la región también había experiencias que aportar en como progresivamente se iba tomando en cuenta la profundidad del tema en el reordenamiento internacional. “Es de gran importancia estar ahí para incorporar al debate global la visión y los desafíos relacionados con la ciberseguridad en la Argentina y la región latinoamericana”.

El tema de los ataques digitales a diversas instituciones en América Latina va en aumento. Una publicación reciente de la CEPAL, lo demuestra tras una encuesta realizada a toda la región. Brasil y Chile encabezan la lista de los países afectados, y a continuación siguen Argentina, México, Perú, Panamá, Uruguay, Colombia, Ecuador y República Dominicana. Según ese informe algunos países de Latinoamérica cuentan con una baja difusión de las amenazas presentes en internet. “Al mismo tiempo las organizaciones privadas aún no evidencian contar con una percepción de riesgo que sea consistente con la realidad. La preocupación promedio respecto a los incidentes de ciberseguridad para el 2021 es del 50%, la que pareciera ser baja si se considera que el 70% de las organizaciones tuvieron incidentes durante 2020. La divulgación de incidentes ocurridos mejoraría la percepción del riesgo, y posiblemente, las instituciones asignarían una mayor prioridad a sus estrategias preventivas contra ataques informáticos”.[8]

En todo caso, el tema va ganando avances. De acuerdo con uno de los últimos estudios presentados por la UIT, Brasil, Uruguay y Colombia son los tres países que más controlan en temas de ciberseguridad en América Latina y, además, los tres presentan buenas posiciones en el ranking a nivel global. Les siguen Argentina y Chile. Para estas conclusiones se tuvieron en cuenta cinco aspectos principalmente: medidas jurídicas, medida técnicas, medidas de organización, capacitación y cooperación. En otros términos, para el informe se estudia el nivel de preparación de los países para afrontar ataques informáticos.

Tras las respuestas de algunos países (China no participó) y la recolección directa de datos, Estados Unidos está a la cabeza de este ranking global. En quinto lugar, figura Brasil, en nivel similar al de Alemania, Estonia, India, Austria o Reino Unido. Uruguay se sitúa en octavo lugar, como Eslovaquia, Qatar y Finlandia. Colombia comparte novena posición en el mundo, junto con otros países que ofrecen medidas de ciberseguridad similares como Dinamarca, Egipto, Francia o España. Tras Argentina y Chile, son Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Panamá las naciones de América Latina, en ese orden, que más preparadas estarían para un ataque informático.[9]

¿Qué significa realmente ecosistema ciberespacial?

Los países latinoamericanos necesitarán muy pronto articular en conjunto una posición básica común frente a todas las aristas de la ciberseguridad. Un espacio muy pertinente puede ser la CELAC, desde la cual trabajar en posiciones de “autonomía estratégica” o, como han planteado específicamente tres académicos chilenos, llevar adelante una política de “No Alineamiento Activo”.[10] La región presenta diferencias cuando se habla de influencias de Estados Unidos y de China en los diversos países. México, Centroamérica y todo el Caribe tienen una determinante de desarrollo muy fuerte con Estados Unidos, a diferencia de la América del Sur donde la presencia de China es muy importante, siendo varios países el primer o segundo socio comercial. En esa visión de no alineamiento, lo activo se dará cuando los intereses de cada país o grupo de ellos encuentren mejores respuestas a sus propios desarrollos en acciones con una u otra potencia.

En América Latina es frecuente escuchar que los temas de ciberseguridad ligados a la defensa militar tienen un cauce propio: son parte de las relaciones en la Junta Interamericana de Defensa, como uno de sus espacios principales de interacción. Los ámbitos de la ciberseguridad en lo civil – en lo público/privado – están referidos a los organismos de gobierno interior, policías y cuerpos encargados de cuidar el orden y perseguir el crimen en todas sus manifestaciones.

Sin embargo, en años recientes esa distinción aparece cada vez menos nítida en los planteamientos de las autoridades de la defensa de Estados Unidos, cuando describen su visión de los vínculos con los países latinoamericanos. La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson, desde que fuera nombrada en el cargo en noviembre 2021, ha insistido en un discurso donde rechaza la participación de China en todos los sectores ligados a inversiones públicas y privadas. Sus críticas son a la presencia de China en una amplia gama de proyectos de desarrollo económico y social.

“Hay muchas cosas, inversiones que China está haciendo en puertos, aguas profundas, telecomunicaciones, infraestructura, proyectos que muchas veces no se hacen muy bien o hay mucha deuda, muchos préstamos que son pagados para que estos países la asuman”, comentó. Los países del sur del continente, muchos de ellos ahogados por la economía y la fuerte inflación en todo el mundo, ven en estos proyectos chinos una oportunidad valiosa para sanear sus cuentas. Pero, en realidad lo que hacen es hipotecarse muchísimo más…Lo llamamos ‘una trampa de la deuda’ que no ayuda a estos países a largo plazo. Así que tratamos de trabajar con ellos y asesorarlos sobre las trampas que podrían ocurrir”, agregó la general Richardson al respecto.[11]

En su gira por todos los países de la región fue enfática en su planteamiento. “De los 31 países que cubre el Comandado Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses,21 ya han firmado la iniciativa china de la Franja y la Ruta de la Seda y esto es muy preocupante”, dijo la general Richardson, según dio a conocer el periódico El Observador, de Uruguay. Y también señaló su inquietud porque aquí está lo que llamó “el triángulo del litio” (Argentina, Bolivia, Chile). En Chile fue aún más precisa en definir su preocupación: todo lo que hoy hagan las empresas chinas en lo civil, mañana podría servir de apoyo a una operación militar del ejército chino.

“El riesgo que veo es que muchas de las empresas chinas son empresas estatales, lo que significa que el gobierno las controla. Así que, para mí, es que ganan un punto de apoyo a través de la apariencia de ser una empresa civil o de realizar una operación que puede ser fácilmente una instalación de doble uso, donde el Ejército de Liberación Popular o los militares de China puede venir y fácilmente utilizar esa instalación para sus propias necesidades…También me preocupan las telecomunicaciones. La actualización a la tecnología 5G para los países que ya tienen equipos chinos 5G, donde 26 países tienen 3G o 4G ahora. Y ciertamente lo que hace China es que vienen y ofrecen un descuento. Hacen que el panorama se vea muy bueno para los países que luchan por abastecer a sus poblaciones” señaló a un periódico local.

En todo caso, durante su gira pudo escuchar otras opiniones de perspectiva distinta, como en la columna escrita por el presidente de la Cámara Chileno-China de Comercio, Juan Musalem, sobre los avances del 5G en el país: “Chile no siguió el camino del veto a empresas chinas que se encuentran en la cima de este avance tecnológico, empresas que ya se encuentran nada menos que en la etapa del 5G-Advanced o 5.5G”

El enfoque ideológico de cuestionamiento a las empresas chinas desde Washington, y las reacciones al respecto, ocultan en cierta forma un tema de fondo que ya debiera ser parte del análisis latinoamericano: ¿Cuál es la interacción válida entre áreas propias de la seguridad militar y aquellas que son determinantes al desarrollo pleno de un país? Porque esa perspectiva más holística está en los contenidos de los manuales y cursos que impulsa la Junta Interamericana de Defensa, bajo la coordinación de Canadá. En la Guía de Ciberdefensa, escrita para entregar Orientaciones para el Diseño, Planeamiento, Implantación y Desarrollo de una Ciberdefensa Militar, la interacción de esos dos ámbitos – lo militar y lo civil, bajo lógica de seguridad interrelacionada – es constante. Un ejemplo de ese texto:

525.Tres son las partes fundamentales del ecosistema ciberespacial: los elementos (habitantes) que interactúan entre sí (la infraestructura TIC, el software o las aplicaciones, la información, los protocolos de transporte, la energía eléctrica y las personas), el propio ciberespacio (hábitat) y las relaciones y actividades que se realizan en o a través de él.

  1. La característica fundamental del ecosistema ciberespacial es la interacción que se produce entre personas, de forma individual o a través de colectivos organizados (empresas, administración pública, universidad, organizaciones internacionales, etc.) generándose actividades de toda índole, económicas, sociales, artísticas, divulgativas, formativas, colaborativas y también de defensa en toda su extensión.
  2. La ciberdefensa no es sólo una actividad más de las que se desarrollan en el ecosistema ciberespacial sino es la actividad que permite, en el ámbito de sus competencias, el libre y legítimo ejercicio de todas las actividades.
  3. En este sentido se entiende la ciberdefensa militar como la capacidad dirigida a la defensa del libre y legítimo ejercicio de todas las actividades del ministerio de defensa en el ciberespacio y, además, es la capacidad principal de la ciberdefensa nacional y uno de los pilares de la ciberseguridad nacional.
  4. Aspectos relevantes del ecosistema ciberespacial relacionados con la ciberdefensa son la ciberseguridad nacional, la ciberseguridad internacional, la cooperación público- privada, los riesgos de terceros, los ciberriesgos asociados a los estados de pandemia y la información.[12]

Estos contenidos aún no han sido parte de un debate en profundidad, amplio y colectivo, al interior de los países latinoamericanos, si bien existe el Comité Interamericano contra el Terrorismo, en la OEA. Es normal que las fuerzas militares sean convocadas ante situaciones de emergencia, catástrofes e incluso – en ciertos países – a resguardar zonas en estado de emergencia en apoyo a los contingentes policiales responsables de mantener el orden interno. Sin embargo, desde la lógica del ecosistema ciberespacial podrían aplicarse restricciones en muchos ámbitos (o cuestionamientos fuertes) a inversiones y presencia de China en diversos sectores del desarrollo económico de un país latinoamericano. La clarificación reclama de debates donde los intereses nacionales determinen las fronteras de las decisiones y los ámbitos de las mismas. Y con ellas los mejores socios en el mundo para cada proyecto o acción.

¿Podrá América Latina trabajar con todas las alternativas?                                                                        

 Todo indica que a partir de los debates ligados al concepto de seguridad que emergieron tras la invasión de Rusia a Ucrania (primer conflicto con características híbridas tan definidas), pero también por los enfrentamientos entre Beijing y Washington que ya venían de años antes, el presidente de China, Xi Jinping, decidió proponer la Iniciativa de Seguridad Global. Se trata de una idea que, a juicio de Beijing, puede ayudar a lograr la estabilidad en la arena internacional. Entre los objetivos de este proyecto se encuentra seguir comprometidos con el concepto de la seguridad común, amplia, cooperativa y sostenible, así como trabajar para mantener la paz y la seguridad en el mundo. También concibe respetar la soberanía y la integridad territorial de todos los países y no interferir en sus asuntos internos; cumplir con los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, rechazar la mentalidad de la Guerra Fría, oponerse al unilateralismo y decir no a la política de los grupos y enfrentamiento entre bloques.

Plantea también tomar en serio las preocupaciones de seguridad legítimas de todos los países, respetar el principio de la seguridad indivisible, crear una arquitectura de seguridad efectiva y equilibrada y oponerse a los intentos de lograr la seguridad de una nación a expensas de la seguridad de otro país.  Agrega la importancia de mantener la seguridad en dominios tradicionales y no tradicionales y trabajar juntos en disputas regionales y desafíos globales, como el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y la bioseguridad.

Frente a la propuesta, los analistas en Washington recordaron que en mayo pasado el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, declaró que «China es el único país que tiene tanto la intención de redefinir el orden internacional como el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo». Y agregó: «La visión de Beijing nos alejaría de los valores universales que han sostenido gran parte del progreso conseguido por el mundo en los últimos 75 años». En las conversaciones directas entre los presidentes Xi y Biden se ha hablado de este planteamiento, pero la contraparte norteamericana no la valora y tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán no hay, por ahora, condiciones políticas para abrir ese diálogo.

Sin embargo, China con su propio peso llevará el tema a todos los foros multilaterales, incluyendo su presencia en el G20, donde el espacio abre más posibilidades a una conversación franca sobre un tema que sobrepasa, con mucho, los parámetros que se entendieron en el pasado como parte de la agenda del Consejo de Seguridad.

En el ámbito concreto de la relación China-América Latina, la Declaración del Foro CELAC-China de diciembre 2021, a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores, recogió en uno de sus puntos lo siguiente:

“Acordamos fortalecer el diálogo para la cooperación, implementar y eventualmente desarrollar normas y reglas para el ciberespacio: abordar el uso indebido de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para incitar y cometer actos de terrorismo; mejorar los mecanismos de asistencia legal para el ciberdelito; participar activamente en las negociaciones para elaborar una convención de la ONU sobre la lucha contra el uso de tecnologías de la información y las comunicaciones con fines delictivos y salvaguardar la paz y la seguridad en el ciberespacio. Destacamos la Iniciativa Global sobre Seguridad de Datos propuesta por China”.

Y dentro el Plan de Acción, se determinan metas concretas para el período 2022-2024, especialmente en la idea de poner en marcha un Foro de Cooperación en Tecnología Digital. Dice el punto 5 de ese texto común:

5.2. Fortalecer cooperación mutuamente beneficiosa entre gobiernos, empresas e instituciones de investigación en infraestructura digital, equipos de telecomunicaciones, 5G, big data, computación en la nube, inteligencia artificial, Internet de las cosas, ciudades inteligentes, Internet+, servicios de telecomunicaciones universales, gestión del espectro de radio y otras áreas de interés común, y explorar la construcción de laboratorios conjuntos.

5.3. Promover la cooperación y compartir experiencias en el campo de la informática educativa.

5.4. Reiterar el consenso alcanzado en el Foro de Cooperación Antiepidémica de Tecnología Digital China – CELAC y explorar activamente el establecimiento del Foro de Cooperación en Tecnología Digital China – CELAC.

En paralelo, desde Washington se alientan los encuentros promovidos por la Digital Connectivity and Cybersecurity Partnership (DCCP), una iniciativa del gobierno de EE.UU. que sostiene que “los países socios deben aprovechar el poder de una economía digital abierta, interoperable, confiable y segura, y promover mejoras de infraestructura que sean de alta calidad, seguras, diversas y resilientes; reformas legales y regulatorias favorables a la competencia y consistentes con los valores democráticos y de libre mercado; políticas que faciliten la innovación y la inversión de los Estados Unidos y países afines; y prácticas de ciberseguridad en línea con las mejores prácticas internacionales”.

En días previos a la Cumbre de las Américas, al dar cuenta de los contenidos que se esperaba fueran tratados en el encuentro, el subsecretario de Estado norteamericano, Brian Nicholson, señaló que la transformación digital sería uno de los cinco ejes temáticos del evento, que llevó a la aprobación de un documento al respecto.  Específicamente puntualizó:

“Los líderes identificarán prioridades compartidas y se comprometerán con acciones específicas para construir ecosistemas digitales. Esta primera agenda regional para la transformación digital crea un contexto para que los gobiernos y las partes interesadas desarrollen en colaboración los empleos y las industrias del futuro sobre la base de redes de telecomunicaciones interoperables, resilientes, seguras y confiables que impulsarán la innovación y ampliarán el acceso a bienes, servicios, e información de nuevas formas”.

El Presidente Joe Biden ha seguido la ruta de su antecesor Donald Trump en el cuestionamiento a las empresas chinas en este campo, especialmente contra Huawei. Esta corporación se encuentra en la avanzada del 5G, dada la enorme capacidad de experiencia que acumula en sus aplicaciones en China. Estados Unidos busca orientar las opciones en la telefonía digital futura hacia el Open RAN ((Open Radio Access Network), sobre la base de que los estándares para las redes móviles de acceso radioeléctrico conocidos como Open RAN podrían abaratar el despliegue de 5G y otras redes móviles y dar lugar a una innovación más rápida de funciones y servicios. Esa alternativa está en prueba tanto en el Reino Unido como en Japón, mientras Telefónica dijo que al 2025 pensaba atender sus 260 millones de suscriptores móviles en Europa y Latinoamérica. Todos reconocen que la integración de los diferentes productos que componen una red Open RAN es una labor compleja: “la tecnología reduce el riesgo potencial de seguridad chino, pero por supuesto crea nuevas opciones para hackers”.[13]

Pese a la presión de Estados Unidos sobre Latinoamérica, en 2021 los gobiernos de Chile (entonces en manos Sebastián Piñera) y de Brasil (a cargo de Jair Bolsonaro) organizaron subastas de espectro radioeléctrico para 5G entre las telefónicas sin imponer condicionamientos que dejen al margen a Huawei. Sin embargo, el lobby norteamericano continúa en países latinoamericanos que aún no han licitado el espectro del 5G, como la Argentina. A comienzos de mayo tuvo lugar la conferencia convocada por el CLDP (Commercial Law Development Program), el cual reunió a representantes de los gobiernos de EE.UU., Argentina y Australia, junto con empresas del sector privado, para compartir perspectivas sobre las redes 5G y las ventajas de la innovadora tecnología Open RAN. Allí el director interino de la Oficina de Ciberseguridad y Política Digital del Departamento de Estado, Paul Harrison, señaló que “en comparación con dónde estábamos hace tres años, el entorno Open RAN actual es extraordinario”. Y agregó: “A nivel mundial -incluso aquí en las Américas-, ya se están implementando las redes 4G y 5G basadas en los principios de Open RAN, que ofrecen un nuevo camino, libre del bloqueo del proveedor y resiliente frente a las fuerzas geopolíticas y del mercado”[14] Este objetivo parece inspirar también el Grupo de Trabajo sobre Medidas de Fomento de la Confianza no tradicionales  existente en la OEA. Si bien su tarea aparece más ligada a la formación diplomática en el tema, también se propone “identificar un punto de contacto nacional a nivel político para discutir las implicaciones de las ciberamenazas hemisféricas”. [15]

Una nueva oportunidad de integración

En los diversos países de América Latina emerge una búsqueda de nuevas expresiones en la justicia social y en los ámbitos del desarrollo. La post pandemia hará más evidente la necesidad de tener respuestas con criterios compartidos en temas como la ciberseguridad, el ciberdelito y todos los alcances de las industrias en la Era Digital. Otra vez la pregunta gira en torno de cuanta autonomía podrán tener nuestras sociedades y gobiernos para buscar su inserción en el escenario internacional cuando las determinantes geopolíticas están teniendo cambios mayores. Para la CELAC avanzar en estos temas puede ser una tarea fundamental: es dar otros fundamentos y sentidos a la palabra integración, aún con tantos pendientes en la región. Un propósito hoy esencial cuando se busca la reactivación de CELAC y su presencia internacional, como señala este comentario argentino:

“Atentos a que los intereses geopolíticos de Washington y Pekín también se juegan en América Latina y el Caribe -una zona abundante en producción de alimentos y con un enorme potencial energético-, Fernández y otros líderes de la región buscan dotar de un mayor grado de institucionalización a la Celac y, en consecuencia, incrementar su “músculo político”, algo que le permitiría a la región sostener el equilibrio ante ambas superpotencias y mayores márgenes de independencia en un mundo en disputa”.[16]

En todo caso, la columna vertebral debe estar en promover decisiones desde lo multilateral, donde los beneficios hacia la humanidad sean predominantes sobre los cálculos de poder geopolítico. No se ve fácil, pero ahí es necesario colocar el ojo del mundo político. académico y de toda la sociedad civil en ese debate, tanto dentro de América Latina como en relación con contrapartes de China, Estados Unidos, India y otros países en un mundo crecientemente multipolar. Adherir así a las palabras de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, cuando inauguró en 2018 el Foro para la Gobernanza del Internet:

“No podemos dejar nuestro destino en la era digital en la mano invisible de las fuerzas del mercado. Pero las formas clásicas de regulación no son adecuadas para muchos de los desafíos que supone esta nueva realidad…Por ello, hará falta un tipo de colaboración no tradicional e innovadora entre gobiernos, sector privado, centros de investigación y sociedad civil…Cuando se trata de la gobernanza del internet, debemos ser tan creativos y audaces como quienes lo crearon”.[17]

[1] https://www.derechosdigitales.org/18230/las-ruedas-que-mueven-al-mundo-el-futuro-tratado-de-ciberdelincuencia-de-las-naciones-unidas/

[2] ONU resolución 75/240 del 4 de enero de 2021.

[3] https://www.hackmageddon.com/2020/03/19/february-2020-cyber-attacks-statistics/

[4] https://www.lowyinstitute.org/the-interpreter/election-future-internet

[5] Combate del águila y el dragón en América Latina. Le Monde Diplomatique, octubre 2021.Chile

[6] https://www.emol.com/noticias/Economia/2021/11/19/1038793/licitacion-pasaportes-posturas-chile-china.html

[7] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/carolina-botero-cabrera/la-seguridad-digital-en-los-proximos-anos-de-la-onu-a-colombia/

[8] https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47240/1/S2100485_es.pdf

[9] https://www.itu.int/epublications/publication/D-STR-GCI.01-2021-HTM-E

[10] “El no alineamiento activo y América Latina: una doctrina para el nuevo siglo”, Carlos Fortín, Jorge Heine y Carlos Ominami (coords.), Santiago de Chile, Editorial Catalonia, 2021

[11] https://www.vozdeamerica.com/a/eeuu-preocupacion-influencia-china-rusia-america-latina/6644712.html

[12] https://www.iadfoundation.org/wp-content/uploads/2020/08/Ciberdefensa10.pdf

[13] https://thestandardcio.com/2020/11/23/open-ran-una-alternativa-virtual-a-huawei-en-5g/

[14] https://portalalba.org/temas/cyt/telecomunicaciones/telecomunicaciones-la-geopolitica-al-compas-de-las-corporaciones/

[15] https://www.oascybercbms.org/ El Grupo lo preside México, vicepresidencia de Estados Unidos.

[16] https://www.eldiario24.com/nota/argentina/492636/alberto-fernandez-reafirma-presencia-regional-mano-celac.html

[17] https://unric.org/es/nuestro-futuro-en-la-era-digital-no-debe-estar-en-manos-de-las-fuerzas-del-mercado/